Entrevista a Marc Casals, autor de La Piedra Permanece

4 julio, 2024 , , ,
L'escriptor Marc Casals. Girona, desembre 2021. /Carles Palacio El escritor Marc Casals. Girona, diciembre 2021. /Carles Palacio

“Cada vez queda menos del mundo sefardí que un día tuvo Sarajevo, apenas quedan hablantes de ladino”

“Las consecuencias del Holocausto para la comunidad judía de Bosnia fueron devastadoras y luego, durante la segunda Yugoslavia, hubo un goteo migratorio hacia Israel y Occidente y casi todos los judíos se marcharon”

“Dada la situación geopolítica y regional, no debe descartarse que Bosnia pudiera ser de nuevo una fuente de problemas para la comunidad internacional, pero especialmente para Europa”

“Con respecto a la integración en la UE, es un proceso que va a paso de tortuga y soy bastante escéptico, aunque quizá algún día llegué a buen término, ojalá sea así”

Marc Casals, nacido en Girona en 1980, es un buen conocedor de los Balcanes, habiendo residido en los últimos años en Bulgaria, Bosnia y Croacia y viajado por todos los países de la región.

Colaborador de varios medios de comunicación y hablando varias lenguas balcánicas, en su libro La piedra permanece teje una historia reciente de Bosnia desde la cercanía con una galería de personajes de todas las etnias de esta nación apasionante y compleja.

por Ricardo Angoso

Ricardo Angoso: Por lo que leo en tu libro, el espíritu de Sarajevo, en el sentido de una ciudad multiétnica, plural y tolerante, se ha perdido tras la guerra de Bosnia y la ciudad es otra, ¿es así?

Mac Casals: Sí, a consecuencia de la guerra muchas ciudades bosnias han cambiado y se han hecho más homogéneas, como ha sido el caso de Sarajevo, que es ahora más bosníaca (musulmanes bosnios) que antes de la guerra, Banja Luka más serbia y Mostar, mitad y mitad, tal como cuento en el libro. Son realidades muy complejas derivadas de una guerra que fomentó la limpieza étnica. En el caso de Sarajevo, concretamente, muchos serbios se fueron antes de que comenzara el sitio, otros durante el mismo y otros miles después del fin de la guerra, cuando muchos barrios pasaron a manos bosníacas y decidieron marcharse a Serbia o a la República Srpska. Muchos serbios se marcharon por razones económicas a Serbia o, simplemente, porque no querían seguir viviendo en una ciudad en la que iban a pasar a ser minoría.

Luego están los auténticos sarajevitas, los que poseían ese espíritu libre y plural de la ciudad, muchos de los cuales murieron durante la guerra o se marcharon y nunca volvieron. En su lugar, vinieron muchos bosníacos de otras partes del país, del mundo rural, que nunca habían conocido Sarajevo y el mundo urbano, convirtiendo a la ciudad en un espacio mucho más homogéneo y diferente al de antes de la guerra. Muchos llegaron de Bosnia oriental o el Sandzak, regiones muy diferentes a esa Sarajevo urbana y, en cierta medida, cosmopolita de antes de la guerra.

 

L’escriptor Marc Casals. Girona, desembre 2021. /Carles Palacio
El escritor Marc Casals. Girona, diciembre 2021. /Carles Palacio

R.A.: ¿Crees que las tensiones y fricciones en el interior de Bosnia y Herzegovina, en particular por los anhelos de la República Srpska de unirse a Serbia, pueden desembocar en el final del Estado bosnio y también, por ende, de los Acuerdos de Dayton que pusieron fin a la guerra?

M.C.: Yo creo que el presidente de la República Srpska, Milorad Dodik, que es muy astuto, lo desea y querría ver materializado ese sueño. Pero, creo, sinceramente, que si las circunstancias no se dan no se atrevería a hacerlo. Dodik no es un necio y conoce bien los Balcanes, la situación no sería aceptada por nadie y no lo haría ahora. Todo depende de la coyuntura internacional y por ahora nadie vislumbra ni favorece ese  escenario. Pero, en cualquier caso, una evolución internacional que abriera escenarios proclives a esa posible secesión de Bosnia podría ser aprovechada por Dodik o cualquier otro para plantearla en términos oportunistas. Sin embargo, no creo que ahora sea el caso pero sin descartar que si el contexto les fuera favorable, los serbios, con Dodik lo plantearían. 

R.A.: Bosnia ha perdido casi un millón medio de habitantes, pasando de casi 4,7 millones en 1991, año del último censo yugoslavo, a 3,2 millones, ¿por qué se va la gente del país?

M.C.:Es un problema que está ocurriendo en todos los Balcanes, no solamente en Bosnia. Creo que esta situación la está provocando la falta de perspectivas, sobre todo económicas en la región, y ya desde hace mucho tiempo los yugoslavos emigran hacia Europa occidental, especialmente a Alemania y Austria, que siguen siendo sus destinos favoritos porque tienen familia y conocidos en esos países. Luego, algunos, como es el caso de Croacia, pueden ir y venir sin problemas porque ya pertenecen a la Unión Europea (UE). Pero ya te he dicho, que es un problema que afecta a todos los Balcanes y, en el caso concreto de Bosnia, tiene que ver con  la falta de perspectivas. Luego en el caso bosnio, como digo en el libro, si estás fuera de las redes clientelares es muy difícil ganarse la vida, encontrar un trabajo, y la gente se va. También cada vez quedan menos organizaciones internacionales que ofrezcan trabajo y eso afecta mucho a la falta de perspectivas de empleo para muchos bosnios. 

SENSACION DE DERROTA EN LAS TRES ETNIAS

R.A.: Yo cuando vivía en Bosnia, después de la guerra, tenía la sensación de que las tres partes (croatas, bosníacos y serbios) consideraban que habían perdido la guerra, ¿esa idea todavía prevalece?

M.C.: Sí, en cierta medida, excepto en el bando croata que recuperaron todos sus antiguos territorios ocupados por los serbios y, además, éstos se marcharon tras la guerra. Croacia quedó con todo el territorio que tenía como república yugoslava  de antes de la guerra y encima resolvió su problema nacional al irse los serbios, una doble victoria. Luego el caso de Bosnia fue bien distinto, pues cuando los ejércitos croata y bosnio, que eran aliados en un momento dado de la guerra, estaban consiguiendo grandes avances fueron detenidos por la comunidad internacional para intentar alcanzar un acuerdo con los serbios que detuviera la guerra definitivamente y que él mismo fuera satisfactorio para todas las partes en términos territoriales. Las tres partes hubieran querido más territorios y los acuerdos no les resultaron satisfactorios a ninguna de las mismas, pero yo entiendo que en aquellas circunstancias fueron pragmáticos y pusieron fin a la guerra. Ahora, con el paso del tiempo, vemos las disfuncionalidades y errores de los Acuerdos de Dayton, pero finalmente consiguieron el objetivo de poner fin a la guerra.

R.A.: ¿Qué queda del mundo sefardí que fue tan significativo en Bosnia, del mundo judío en definitiva?

M.C.: Cada vez menos, por desgracia, todo hay que decirlo. Es algo que ya cuento en mi libro y que en mis últimos viajes al país he comprobado que ha empeorado. Cada vez que voy a la ceremonia de shabat en la sinagoga de Sarajevo veo a menos gente e incluso cuesta mucho conseguir el quórum (minián, en hebreo) necesario para realizar las ceremonias. Con lo que respecta concretamente a la cultura sefardí, cada vez quedan menos hablantes del ladino o judeoespañol, apenas quedan nativos; hay una señora muy mayor, Esther, que es de las pocas que quedan que lo hablen dentro de la comunidad y poco más. Las consecuencias del Holocausto para la comunidad judía de Bosnia fueron devastadoras y luego, durante la segunda Yugoslavia, hubo un goteo migratorio hacia Israel y Occidente y casi todos los judíos se marcharon. Finalmente, la guerra de Bosnia, tanto antes como después, provocó otra gran migración y la mayor parte de los judíos se marcharon. La verdad es que es una pena ver desaparecer este mundo sefardí de Sarajevo que tiene tanto que ver desde un punto personal con nuestra cultura e identidad.

R.A.: Mientras ese mundo judío del que hablamos va desapareciendo, sin embargo el nacionalismo serbio sigue muy presente y con mucha fuerza en Bosnia, ¿no?

M.C.: El nacionalismo serbio sigue siendo muy fuerte en todos los Balcanes, porque es el país más poblado de toda la región y tiene minorías desperdigadas por todos los países vecinos, como Bosnia, Kosovo y algo en Croacia. Luego, desde los Acuerdos de Dayton todas estas estructuras políticas e institucionales de Bosnia han permitido al nacionalismo serbio consolidarse como una fuerza decisiva y protagónica en la vida del país y ocupando muchos resortes del poder. Otro aspecto a destacar, es que la mayoría de retornados a la República Srpska, como cuento en el libro, es gente muy mayor que se va muriendo y su espacio no lo ocupan otros, porque hay muy pocos jóvenes. Ocurre igual en la Federación de croatas y bosníacos, ya que la mayor parte de los serbios que retornan son ancianos que regresan para morir en la tierra que les vio nacer. No hay relevo de esas poblaciones mayores por otras más jóvenes y eso favorece la homogeneización étnica de esos pueblos y ciudades que ya fueron limpiados étnicamente durante la guerra.

R.A.: ¿Piensas que los Acuerdos de Dayton han funcionado o han sido un proyecto fallido?

M.C.: Yo creo que casi nadie los defiende ahora mismo. Yo creo que fue una solución pragmática buscada en su momento para poner fin a una guerra y luego no ha habido una reforma, una reconducción de los mismos, y tampoco he sido testigo de la ejecución de los acuerdos en la posguerra bosnia. Yo llegué a Bosnia en el 2005 y hablando con la gente he escuchado que los mismos más o menos funcionaron hasta ese año y que después se asistió a una grave crisis como país y como Estado. A partir de ese año, según me cuentan, las cosas se fueron estancando y fueron incluso a peor. Desde ese año, todo parece deteriorarse paulatinamente, las cosas no avanzan y cunde el pesimismo entre la gente. La situación no ha cambiado en términos generales hasta hoy y, dada la situación geopolítica y regional,  no debe descartarse que Bosnia pudiera ser de nuevo una fuente de problemas para la comunidad internacional, pero especialmente para Europa.

R.A.: Una de las conclusiones que saco de tu libro, que es un mosaico de historias de croatas, bosníacos y serbios que viven en Bosnia, es que las tres partes fueron víctimas de la guerra, ¿es así?

M.C.: Si uno mira el asunto objetivamente observando el número de víctimas, ve que la peor parte se la llevaron los bosníacos (musulmanes), al igual que en la Segunda Guerra Mundial el mayor número de víctimas fueron serbios. Pero yo no escribo sobre los pueblos porque no creo que haya pueblos buenos o malos, sino que escribo sobre las personas y lo que me interesaba en el libro es contar estos relatos e historias sobre estas vidas y de qué forma les afectaba la guerra. Y como la guerra ponía patas arriba sus vidas y las transformaba completamente y cómo después de la contienda volvían a una cierta normalidad. Hablo de croatas, bosníacos, judíos y serbios que vivían en un mismo territorio para intentar reflejar la pluralidad de Bosnia, Por ello, el libro está concebido como una suerte de polifonía o mosaico que era la mejor manera de representar la pluralidad y diversidad que significa Bosnia. 

R.A.: ¿Cómo ves el futuro de los Balcanes, percibes nubes negras o crees que el mismo no está plagado de tan malos augurios?

M.C.: Todo dependerá del contexto internacional y su evolución. Con respecto a la integración en la UE, es un proceso que va a paso de tortuga y soy bastante escéptico, aunque quizá algún día llegué a buen término, ojalá sea así. Sigue siendo compleja la situación de Kosovo y Bosnia, pero no preveo grandes cambios en el corto plazo. En lo que respecta a los Balcanes, sigue siendo un territorio periférico en el actual sistema internacional y fruto, muchas veces, del juego de las grandes potencias. Pero mientras sigan las turbulencias en algunas partes de la región, pueden saltar las chispas que enciendan conflictos, como ya ocurrió en la década de los noventa con las guerras yugoslavas.

Fotos de Carles Palacio

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