¿En qué está Israel en lo militar?

10 septiembre, 2024 , , , , ,
Yoav Gallant y Benjamín Netanyahu Foro archivo: Kobi Gideon / GPO vía Flickr

La falta de una estrategia política para el día después y las presiones internacionales han complicado los esfuerzos del país en Gaza. Los problemas internos agravan la situación bélica

Por Ricardo Israel

Carl von Clausewitz (1780-1831), el más importante teórico de la guerra, definía a esta “como la continuación de la política por otros medios”, por lo que la situación de Israel al cumplirse once meses de la de Gaza no hace sino confirmar la genialidad del prusiano. Lo que si podemos agregar es a Sun Tzu (544 a.C-496 a.C.) quien nos dice que “las guerras solo se acaban cuando se acaba la voluntad de lucha de los combatientes”, lo que no ha ocurrido con Hamás, que además cuenta con un indiscutido apoyo popular en un sector de quienes viven en Gaza.

Como se ha sabido, todo partió por una decisión de Irán de impedir que avanzaran las conversaciones entre Arabia Saudita e Israel para firmar un tratado de paz. Hamás invadió Israel ocasionando la muerte de 1200 personas y el secuestro de 251 israelíes y de otras nacionalidades, de los cuales quedan 104 como rehenes, desconociéndose cuantos vivos.

La respuesta militar de Israel encontró inmediata respuesta en todo el “arco de fuego” de los proxies iraníes en el caso de la Yihad Islámica, Hezbollah en el Líbano, los hutíes en Yemen y grupos similares en Irak y Siria como también declaraciones anti israelíes de muchos países, además de condenas en las Naciones Unidas, y órdenes de arresto para Netanyahu de la Corte Penal Internacional como también medios de comunicación muy sesgados ,que en general han olvidado como comenzó esta guerra y la suerte corrida por los rehenes.

A mi juicio, Hamás solo va a ser una etapa de un conflicto que así se inició, pero que casi inevitablemente va a ser seguido por un enfrentamiento aún más complicado y difícil que es con Hezbollah en El Líbano y después con quien está detrás de todo, la República Islámica de Irán, seguramente en forma preventiva, el día que existan pruebas que ya posee la bomba atómica.

Para Israel es existencial ya que esa bomba va dirigida para su destrucción, y todo indica que va a tener el respaldo del mundo árabe sunita, pero una de las consecuencias del actual conflicto de Gaza, es que con alguna probabilidad el nivel de apoyo de EE. UU., sobre todo en el uso de armamento que solo Washington posee, va a depender del resultado de las elecciones presidenciales de noviembre, inesperado por tratarse de una gran potencia y de un aliado.

Creo que Israel se ha preparado para ello y que va a ser exitoso, por su propio bien, pero también por Occidente, la verdadera guerra que Israel está peleando, aunque todavía no sea evidente para muchos, ya que desde 1979 Irán postula una yihad contra la idea misma de Occidente, en un escenario donde EE. UU. ha perdido disuasión y el apaciguamiento, simplemente no ha funcionado, pero por sí solo explica el acercamiento a Israel de países árabes que también se sienten amenazados por Teherán.

En todo caso, si el 8 de octubre se hubiese dicho que casi un año después, la guerra todavía se mantiene en Gaza, además con un cuestionado Netanyahu todavía en el poder, probablemente no muchos lo hubiesen creído en Israel, por mucho que el gobierno dijera que esta vez duraría bastante tiempo. La razón es que esta experiencia es novedosa, debido a que salvo la guerra de independencia (1948-49) las guerras de Israel habían sido siempre cortas, como lo fue por ejemplo la famosa guerra de los seis días en 1967, a lo que se ha agregado ahora algo tan inesperado como que EE. UU. ha intentado detener el avance israelí, tal como lo fue que no hubiesen ingresado a Rafah en el momento oportuno para intentar concluir la guerra. Israel lo hizo después, pero autolimitándose, sin la fuerza deseada, y si Washington actuó así fue por la forma que esta guerra ha impactado en su elección presidencial.

Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel, está siendo cuestionado por la duración de la guerra en Gaza y la falta de respuestas en relación a los secuestrados. (Avi Ohayon/GPO/dpa)

La raya para la suma es que, aunque ha tenido un buen desempeño militar, estos otros elementos no militares han ayudado a que los objetivos propuestos al iniciar la guerra no se cumplieran, ya que ni ha sucumbido del todo Hamás como tampoco han sido rescatados muchos rehenes, incluyendo el hecho que Hamás ha rechazado las propuestas del trio de mediadores, EE. UU, Egipto y Qatar. Por lo demás, un obstáculo mayor ha sido el hecho que Israel ha sido incapaz de proponer una alternativa política para que al terminar la guerra, Gaza sea administrada sin la participación de Hamás, además de que ni la Autoridad Palestina ni países árabes van a participar sin que Hamás sea antes derrotado.

No se aprecia un cambio a este virtual empantanamiento, ya que Israel no puede utilizar todo su poder militar por presiones políticas externas, hecho que hoy solo pudiera ocurrir en el contexto de una confrontación directa con Irán, pero parece difícil que ello vaya a ocurrir, porque la República Islámica sabe que Israel la supera en lo militar, por lo que prefiere seguir actuando con los proxies.

Un activo muy importante de Israel es que va a la guerra sin que se registren mayores problemas ni agitaciones con sus minorías, ya que casi el 24% de la población no son judíos. Destacable en el caso de la minoría árabe con amplia representación en la Knéset o parlamento israelí como también drusos y beduinos que sirven con distinción en las fuerzas armadas. Sin embargo, desde el punto de vista israelí lo peor que le ha ocurrido es que se ha roto la unidad nacional que apareció después del 7 de octubre, donde la respuesta militar gozó del apoyo de la mayoría judía, pero ahora han vuelto las manifestaciones masivas en las calles y han aumentado las diferencias sobre la conducción y objetivos de la guerra.

Es así como incluso en el gabinete han surgido diferencias públicas entre el primer ministro y el ministro de Defensa como también la renuncia de quien representaba a la oposición a Netanyahu, el cual debe su supervivencia política no a una unidad nacional, sino a los votos que aportan partidos de extrema derecha y que, en vez de colaborar, han perjudicado el esfuerzo bélico por la división que se produce, ya que la unidad recién descrita es básica para el éxito bélico, sobre todo, por las diferencias que han surgido con EE. UU. además que la prolongación de la guerra pone a un país pequeño como Israel en una situación complicada para efectos de la situación económica del país, en condiciones casi inéditas de fuerte movilización bélica y de discusión sobre si se puede obtener una victoria “total”. Y eso que once meses después todavía no aparece ninguna guerra “regional”, como alertaban en forma exagerada quienes conocen poco a la región.

Netanyahu es quien ha estado más tiempo como primer ministro en la historia de Israel, pero es un producto que como el yogurt tiene fecha de vencimiento, ya que sin duda alguna después de esta guerra, al igual que en la de 1973 habrá una comisión de investigación del más alto nivel, presidida probablemente por algún ministro/a de la Corte Suprema para determinar responsabilidades en lo que ocurrió el 7 de octubre, donde el gobierno y los mandos militares fallaron en su deber de proteger al país, siendo inexplicable no solo la invasión, sino sobre todo, que los atacantes hayan permanecido demasiado tiempo sin que apareciera oportunamente el ejército. Del mismo modo, sigue siendo difícil de entender como Hamás pudo crear bajo tierra una red de túneles, que en extensión superan a los metros de Nueva York y Londres.

Sobre todo, Israel perdió algo tan importante como era la disuasión, y hoy el éxito militar que ha obtenido a pesar de las muy difíciles condiciones que significa combatir en espacios muy habitados, tal como lo demuestra también la experiencia estadounidense en Irak.

Si lo militar ha sido exitoso, Israel como otras veces ha fracasado en temas políticos, y todo lo que tiene que ver con imagen y simpatía internacional, además de enfrentar el mundo un inesperado resurgimiento en las calles y universidades de occidente de la más antigua y persistente de las fobias, la judeofobia, el antisemitismo.

Pero antes de todo debe derrotar a Hamás, y ¿qué significa exactamente “derrotarlo”? ¿Es erradicarlo del todo, incluyendo su ideología o solo que no siga siendo una amenaza militar, para Israel y para su propio pueblo? Creo que lo segundo, que no vuelva a tener la posibilidad de representar un peligro como ha demostrado serlo desde el retiro de Israel de Gaza el 2007 como tampoco pueda provocar una guerra.

En lo inmediato, que sus remanentes no se transformen en un obstáculo para la reconstrucción o un nuevo gobierno, en que exista un compromiso de otros países que para participar necesitan que Hamás ya no tenga el poder del que ha dispuesto, siendo especialmente relevantes para países sunitas como Emiratos, Egipto, Jordania, Arabia Saudita y fuera del Medio Oriente. Por cierto EE. UU. necesita clarificar lo que está dispuesto o no a hacer y recobrar la unidad nacional, hoy perdida en medio de su polarización interna.

Manifestaciones en contra del gobierno a lo largo y ancho de Israel, principalmente por la duración de la guerra en Gaza y en apoyo a aquellos civiles secuestrados el 7 de octubre que no han aparecido todavía. Foto: Centro de Familiares de los Rehenes vía Facebook

Mientras Hamás siga activo, aunque esté disminuido, quizás no tenga la capacidad de gobernar, pero puede impedir o dificultar que otros lo hagan. Mientras conserve alguna capacidad, el retiro israelí se dificulta como lo demuestra la importancia que ha adquirido el corredor Filadelfia, es decir la franja de terreno que en el sur de Gaza corre paralelo a la frontera con Egipto. Al parecer, por allí ingresaron las armas que permitieron tanto el ataque de Hamás el 7 de octubre como la construcción de los cohetes que antes de esta guerra llegaban diariamente a distintas partes de Israel, y si no causaron el daño que sus enemigos esperaban, se debe exclusivamente a la existencia del Iron Dome, la cúpula de hierro israelí que los intercepta.

Hoy Israel está dividido, no entre judíos y no judíos, sino al interior del pueblo judío entre quienes quieren que se ceda más al costo que sea para rescatar los rehenes que estén vivos. Corresponde a una muy entendible demanda de los familiares que ahora se han unido en protestas multitudinarias con quienes quieren algo distinto como es la salida de Netanyahu, donde sobre todo en el extranjero existe la equivocada idea que políticas que son de Estado serían personales del primer ministro.

La verdad es como siempre mezclada, ya que no hay duda de que Netanyahu busca permanecer el mayor tiempo posible en el cargo para evitar un juicio que ha sido pospuesto demasiadas veces, precisamente por las funciones que tiene. Mi impresión es que ello es cierto, que es una sospecha legitima, pero también lo es que su actual debilidad interna e internacional lo ha llevado a hacer concesiones a presiones que probablemente otros primeros ministros no hubiesen aceptado, como, por ejemplo, haber detenido por petición de la Casa Blanca la invasión de Rafah, que al hacerse después se hizo con menos efectivos y fuerza.

Si Israel ha tenido un buen desempaño militar en Gaza, incluso superior a lo esperado y con una baja cantidad de militares muertos en combate, ¿porque entonces no ha podido vencer del todo y eliminar a Hamás? La verdad es que como lo demuestra el terrible fracaso del 7 de octubre y la forma como fueron desatendidos las señales e indicios de lo que preparaba Hamás por parte de la inteligencia israelí, demuestra que la atención de los profesionales de la defensa sobre Gaza había descendido a niveles que mostraban una profunda equivocación en concederle una importancia secundaria, y en pensar -al igual que EE. UU. el 11 de septiembre- ,que nada importante estaba pasando, y que para efectos de inteligencia bastaría la recopilación tecnológica, pudiéndose prescindir de una potente presencia humana física en analistas y recopiladores de información.

Trágico error que estuvo detrás del inicio de la guerra, pero en su prolongación han influido vacilaciones en la toma de decisiones y sobre todo, no poder compaginar adecuadamente los requerimientos militares con los políticos, en el sentido que el objetivo de la “eliminación” de Hamás no se debió haber pensado solo como algo exclusivamente militar, sino también debió haber estado relacionado más directamente con el objetivo de que desapareciera como posible alternativa gubernamental, ya que se necesitaba la cooperación de muchos otros, sobre todo en el mundo árabe, para que lo militar fuera acompañado por algo que todavía no existe, que es el plan oficial de Israel para el día siguiente, que debiera considerar una administración o gobierno sin la presencia de Hamás.

Por lo demás, las presiones internacionales demuestran que por mucho que Israel no quisiera ser visto como imponiendo definiciones que son propias de los palestinos, la verdad es que, como potencia ocupante, de todas maneras, el mundo los responsabiliza por todo lo que ocurre en la Franja, lo quiera o no, como también lo hace el derecho internacional, por sesgada que sean las Naciones Unidas o por predispuesta que esté contra Israel la Corte Penal Internacional, aunque no sea parte de ese Tratado.

Por injusto o exagerado que parezca, simplemente en los hechos es así.

También han influido quienes en los gobiernos de países como EE. UU., el Reino Unido, Alemania o Francia, todas voces que son escuchadas por Israel, y que se unieron en aconsejarle que no debiera entrar a Gaza a combatir ya que lo estaban esperando, voces que también encontraron eco, aunque felizmente minoritario, entre civiles y aún militares o funcionarios de seguridad en Israel, lo que provocó retrasos y vacilaciones.

Sin duda alguna la guerra fue demorada o se tomaron decisiones no tanto por el aspecto militar o político, sino por el drama de los rehenes que, si no hubiesen estado en manos de Hamás y otros grupos terroristas, la guerra se hubiera conducido en forma diferente.

Un aspecto que también afectó la guerra y su conducción fue el tema de la ayuda internacional, ya que al igual que la ayuda humanitaria y de combustibles de Israel siempre llegó a manos de Hamás, por lo que esta presión a Israel no solo le dio ánimo sino también colaboró para que pudiera sobrevivir. Este ejemplo también muestra que la coordinación entre los mandos militares y los civiles fue insuficiente para destruir, no solo las capacidades militares para hacer guerra por parte de Hamás, sino también sus capacidades para ser gobierno e imponer su voluntad a los habitantes, además de usarlos como escudo humano, lo que es sancionado por los protocolos de Ginebra que regulan la guerra.

En lo positivo, muy efectiva ha sido la estrategia israelí de atacar sistemáticamente la logística y de descabezar no solo la conducción, sino sobre todo el nivel intermedio que incluye el comando de tropas de Hamás, Hezbollah y la Guardia Revolucionaria iraní.

Por último, el motivo principal y la dificultad mayor no radica tanto en lo militar como en el hecho que once meses después, el Estado de Israel a través de su gobierno carece de un plan para el día después, por lo que el objetivo de que Hamás no vuelva a causar otra guerra no depende hoy tanto de lo militar donde Israel se ha impuesto, sino que lo que ha faltado es el componente político ya que el país sigue sin tener un verdadero plan para cómo se gobierna la Franja sin Hamás.

Tampoco con quien, aunque opino que prefiero que sea a través de la colaboración de países árabes sunitas con una Autoridad Palestina claramente desprestigiada, con demasiados signos de debilidad, corrupción generalizada y con Mahmud Abas en la presidencia, que desde hace años no llama a elecciones, simplemente porque sería derrotado por Hamás.

Israel debiera limitarse a una presencia de seguridad ya delimitada, y sobre la cual existe suficiente consenso interno, sin decisiones administrativas que no sean las que el derecho internacional impone al país ocupante.

Israel es militarmente una potencia de nivel medio, no inferior en sus capacidades a importantes países europeos como Italia o Francia, y por lo mismo, el fracaso y la responsabilidad en la tragedia del 7 de octubre no es solo de los políticos, sino que la comisión investigadora que se nombre, debiera dedicarle muchas palabras duras a la arrogancia del establishment militar como también de las agencias de seguridad e inteligencia, simplemente para que no se repita, y así como de la guerra de Iom Kipur surgió una industria armamentista de nivel mundial, ahora la experiencia pasada con países occidentales debiera ser argumento suficiente para que Israel siga avanzando en la calidad y cantidad del armamento que produce y la necesidad que abarque tantas áreas como sea posible.

Al mismo tiempo, es urgente que acometa en forma prioritaria un tema que necesita muchos recursos y un acuerdo nacional, aquel de sus fracasos en los temas políticos y de imagen, que tanto lo ha perjudicado, por lo que a los progresos hechos en redes sociales, es imprescindible que además cuente con una narrativa que contribuya a que la verdad se imponga a la hipocresía, y que la cobertura de medios no sea tan unilateral en contra de Israel como también el esfuerzo bélico requiere de un mayor equilibrio en los organismos internacionales, incluyendo los judiciales.

Aunque no ha logrado sus objetivos iniciales, Israel ha triunfado y aunque hasta órganos periodísticos judíos le han dado tribuna a quienes dicen que Israel ha fracasado, hay que insistir con la verdad que Hamás fue derrotado militarmente, en la más difícil de las guerras, aquella donde un ejército se ve obligado a luchar en terreno urbano, además, muy poblado.

Eso es lo fundamental como lo ha dicho y reconocido todo especialista importante en guerra, que además han dicho que se ha combatido respetando la legislación internacional, y que contrario a lo afirmado por Hamás y repetido por la prensa occidental, Israel ha hecho lo posible por evitar las víctimas civiles, que de acuerdo a la ley de la guerra, los Convenios de Ginebra, son responsabilidad de quienes llevaron allí los combates usándolos como escudo humano, es decir, los propios dirigentes de Hamás que provocaron esta guerra.

¿Qué viene?

Seguir defendiéndose de los proxies de Irán, que no desea ni puede enfrentarse directamente con Israel, ya que, sin armas atómicas todavía, sería destruida su industria petrolera que es la fuente de poder y dinero de los ayatolas, por lo que se limita a amenazas que no cumple. Pero también y en forma urgente, Israel debiera hacer lo que ha rehuido, una propuesta y un acuerdo político para Gaza, una Gaza sin Hamás en el gobierno y tampoco Israel, quien, donde debiera mantener una presencia de seguridad y limitarse a sus obligaciones en el derecho internacional.

Por cierto, la necesidad de seguridad debe ser reconocida por ejemplo en el caso de la frontera entre Gaza y Egipto, ya que no hay tecnología que pueda sustituir mejor a alguna presencia en el llamado Corredor Filadelfia, ya que, de otra manera, los famosos túneles volverán a permitir el ingreso de todo lo que quiera Hamás, no por voluntad de Egipto que desea una frontera tan o más hermética que Israel, sino de la corrupción que posibilitó lo anterior.

EE. UU. es por cierto la potencia indispensable, pero antes debe resolver sus problemas internos y definir qué es lo quiere hacer, como participar y lo que todos ignoramos desde Obama, es decir, las líneas rojas que no está dispuesto a aceptar o traspasar.

Israel debiera dar entonces el paso siguiente, que no es otro que trabajar activamente por materializar un acuerdo político con el mundo árabe, que consolide el sueño de paz de los fundadores del Estado que no puede ser otra cosa que la materialización de la resolución de las Naciones Unidas de 1948 y que tantas veces ha sido rechazado por los lideres palestinos.

Israel aceptó e hizo su parte en 1948 para la creación de dos Estados, pero uno al lado del otro y no uno en vez del otro, como en esa oportunidad fue querido por la Liga Árabe y hoy, por Irán. En la práctica, significa para los palestinos reconocer que solo Israel ha ofrecido un camino semejante para dos Estados como lo hizo en Oslo, y hacer la autocrítica de cómo ello fue descarrilado por la violencia de las intifadas y el terrorismo suicida.

Ocurra o no, de todas maneras Israel debe dar el paso de convocar a una Comisión Investigadora del 7 de Octubre que debiera jubilar a los responsables, no solo a nivel político, sino también de los organismos de seguridad, de inteligencia y las fuerzas armadas, es decir, todo el establishment militar, aún más exigente que su modelo, la Comisión de la guerra de Iom Kipur de 1973, que en definitiva, por su responsabilidad, jubiló obligadamente nada menos que a dos fundadores del Estado, la primer ministra Golda Meir y el ministro de Defensa Moshé Dayán, y ahora no debiera ser menos, sino más, ya que la futura Comisión debiera abordar además, el costo terrible que causó el exceso de confianza o arrogancia.

El paso siguiente o simultáneo debiera ser la convocatoria a elecciones y a la brevedad, ojalá lo antes posible, un acuerdo político para un nuevo sistema electoral, ya que el existente dejó de servir al provocar una inestabilidad permanente toda vez que no permite mayorías reales.

¿Y en lo militar?

Seguir preparándose para Hezbollah en El Líbano, con el objetivo que se pueda cumplir la resolución de las Naciones Unidas que los obliga a limitarse al Río Litani, para que puedan regresar con tranquilidad los 100.000 residentes que desde hace meses han debido abandonar sus viviendas en el norte de Israel.

Y al final, por cierto, Irán, quien ha anunciado tantas veces que la República Islámica existe para destruir la “entidad sionista”, y que hoy es el titiritero y organizador de tantas guerras en el Medio Oriente y tantos atentados en el mundo, y donde Europa va a tener que aceptar, tarde o temprano, que son los siguientes en esta Yihad contra occidente y EE. UU. convencerse de su rol como superpotencia, en vez de continuar con un apaciguamiento que no sirve con quienes los odian.

Desde 1948, Israel ha ganado todas las guerras que le han sido impuestas, pero los medios militares por si solos no han podido obtener algo tan esquivo como la paz. Lo que falta es aprender más y mejor de Clausewitz y Sun Tzu, lo que significa compaginar la ciencia militar donde lo ha hecho muy bien con el arte de la política donde no ha funcionado bien, y aún peor lo ha hecho en imagen internacional.

En todo caso, lo anterior depende de Israel, ya que su Estado logró sobrevivir, consolidarse y convertirse en una fuente de avances científicos para la humanidad toda, gracias a que siempre tuvo claro que todo iría mejor si establecía superioridad militar, adaptándose y triunfando en las guerras, con escenarios siempre cambiantes. Así ha aparecido uno nuevo, que deja atrás muchos conflictos y que no es otra cosa que la alianza de hecho y quizás de derecho con el mundo árabe sunita que encabeza Arabia Saudita, el cumplimiento del sueño de los padres fundadores, la aceptación de Israel en el Medio Oriente, donde el paso ineludible sigue siendo el mismo, la creación de un Estado Palestino para lo cual se sigue necesitando lo que todavía no existe, lideres palestinos que quieran y se atrevan a ser socios de la paz con un Estado judío como vecino.

Fuente: INFOBAE

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One thought on “¿En qué está Israel en lo militar?”
  1. Estos incendios forestales en California, las inundaciones en Arabia Saudita y en el mundo, los castigos de Dios por culpa de Gaza, más de 40.000 muertos en Gaza, demasiado es demasiado, por lo que es normal la venganza de Dios mediante un cataclismo para evitar un terremoto de mayor magnitud 7, tsunamis, volcán apocalíptico, meteorito, asteroide. El diluvio de Noé, huracán histórico en Estados Unidos en Israel en Europa y en el mundo el fin de Israel inmediatamente antes del viernes 13 de septiembre de 2024.

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