El documental “#Marcha”, del productor argentino Marcos Gorbán, es un testimonio directo, cercano y sin filtros de la experiencia que miles jóvenes de todo el mundo viven cada año en los campos de exterminio nazis.
En la “Marcha por la vida”, jóvenes judíos (y de otras confesiones), recorren las vías de tren que dan entrada a Auschwitz o Treblinka para revivir los horrores de la Shoá, recordar la barbarie, y reivindicar la vida. Gorbán decidió emprender el proyecto audiovisual después de que sus hijos participaran de la experiencia. Con un lenguaje alternativo y sin usar imágenes de archivo que evocan los crímenes del nazismo, apostó por centrar el relato en la vivencia personal de ocho adolescentes y entrevistas con supervivientes.
“Treblinka no fue un campo de concentración. Fue un campo de exterminio. Un mecanismo eficiente para matar a las personas rápido y a bajo costo. Una fábrica de muerte que no hacía prisioneros, solo eliminaba. Cuando una persona bajaba del tren -y quizás aplaudía- sólo tenía por delante una hora de vida. Nada más”, escribió el productor en un artículo publicado en Infobae.
El film ha sido nominado en varios certámenes cinematográficos. Durante un viaje por el viejo continente, Gorbán habló con Aurora para aportar más detalles de su trabajo.
Existen muchísimas películas sobre lo acontecido durante el Holocausto. ¿Qué le llevó a interesarse por la “Marcha por la Vida” y filmar un documental?
No conocía esta iniciativa, y justo ese fue el motivo. Porque mis dos hijos estudiaron en colegios (judíos) de ORT, y un día me llegó una comunicación invitando a los padres a la Marcha por la Vida. Fue mi hijo mayor, y cuando llegaron a Birkenau se retransmitió en directo lo que ocurría. Quedé tan en shock…Me pareció increíble todo lo que pasó, y por otro lado, me sorprendió no haber sabido antes sobre la marcha. Es una actividad muy grande, pero se sabe dentro de las organizaciones comunitarias judías. Me parecía que eso debía salir para afuera.
¿Qué aprendió tras el regreso a casa de sus hijos?
Como mis hijos me enseñaron, los nazis crearon un genocidio donde mataron a 11 millones de seres humanos, de los cuales 6 eran judíos. Como judíos, somos el grupo más grande que los nazis pretendieron exterminar, pero fue un crimen contra toda la humanidad. Me pareció que había que contar esto desde otro lugar, no solo desde vídeos institucionales o en los colegios. Había que hacerlo más mainstream para que todos lo conocieran.
Es un tema extremadamente delicado y sensible. Como documentalista, ¿cómo se planteó previamente el acercamiento al relato?
Tengo formación de periodista y productor audiovisual, así que sentí que debía contarlo como un documental reality. Salir de la voz seria del off, tan típica de los documentales de historia, y buscar otras voces. A medida que hicimos castings y vimos chicos, encontramos el eje: siempre se repite la historia que cuentan los adultos a los jóvenes. En “#Marcha” se la cuentan los jóvenes a los adultos, porque tienen mucho para enseñarnos. Tienen una mierda más global, tolerante y abierta que nosotros. Quisimos construir un relato en el que observar lo que pasara, que ellos cuenten desde el viaje su propia experiencia.
Una vez fijado el eje, llegó el momento de filmar y estructurar el relato. ¿Qué lo hace diferente a otros documentales sobre la Shoá?
Tomamos varias decisiones éticas, como no poner ninguna imagen documental, porque ya hay montones. ¿Qué puedo añadir en un documental del tema que no haya mostrado antes Discovery Channel o History? Con la voz de los adolescentes, el objetivo era contar la Shoá sin la necesidad de mostrar las pilas de cadáveres.
Y a pesar de lo duro, y que lloras al verla, tratamos de no exponer caras de chicos llorando. Si se ven adolescentes conmocionados, pensando, preguntando, analizando, y queriendo saber cómo fue esta historia tres generaciones atrás.
Cuéntenos más sobre la logística y la producción. ¿Con que criterio se escogieron a las voces protagonistas?
Elegimos a ocho protagonistas, procedentes de diferentes colegios, y con diferentes perfiles. Tenés un chico sionista, otro que quiere ser periodista, otro que se convirtió al judaísmo a los 15, otro no judío de descendencia italiana católica, una chica que es artista y es judía laica… Cada perfil nos permitió abordar la historia desde otro ángulo.
Después, armamos la estrategia de seguir la marcha, que consiste en un viaje educativo de 14 o 15 días. Íbamos a seguir a diferentes grupos para contar el viaje y lo que pasó en Treblinka, Majdanek, Auschwitz… En total, fuimos un equipo de rodaje compuesto por siete personas.
También cuentan con los testimonios de varios supervivientes.
Antes de viajar logramos que varios chicos entrevistaran a cuatro supervivientes de Auschwitz en Argentina. Lo hicieron los chicos, que ya viajaron con la carga de llevar consigo el relato de los sobrevivientes. Esta fue la estrategia.
¿Dónde transcurre la acción?
La “Marcha por la Vida” empieza en Varsovia, luego viaja a Lublin, Treblinka, Majdanek…recorre los campos nazis en Polonia, y luego viaja a Israel para participar en el Iom Ha’atzmaut (Día de la Independencia), y conocer un poco el estado de Israel. En medio de la marcha, se nos ocurrió la idea de intentar que Camila Gorbán, mi hija, llegara a Roma para ver si podíamos entrevistar al Papa. Para que nos diera una palabra respecto a que tienen que hacer ahora para que un horror así no vuelva a suceder.
¿Les atendió?
Si. Y esta es la conclusión de la película. Siento que esta historia la contamos judíos para judíos, y con “#Marcha” tratamos de que la Shoá no sea propiedad única de los judíos, que por supuesto fueron las víctimas. Abrirla para que todos tomen en sus manos la historia, que es la mejor manera para que no se vuelva a repetir.
Tras sentir en sus carnes la barbarie nazi, los jóvenes aterrizan en Israel. ¿Qué sienten?
Los propios chicos nos contaban que es natural que esto suceda. Polonia es una semana de mucho dolor y angustia, estás en el escenario de la masacre. Luego llegan a Israel y es todo fiesta y alegría. Se visita la Knesset, el Mar Muerto, Tel aviv, Jerusalén, Yaffo, Aco… es un paseo por Israel y los logros que sucedieron. Para los chicos se cierra el ciclo: en Polonia, la muerte; en Israel, la vida. Recuperan la alegría y el orgullo, y vuelven a dormir.
Además del terreno profesional, también supuso una emotiva experiencia con su hija, Camila.
Mi hija es una de las ocho protagonistas, y además canta los temas musicales de la película. Y cuando entrevista al Papa, para mí es un motivo de orgullo. Y verla en acción es increíble. Habrá una marcha en paralelo en Argentina, simultánea con las de Israel y Polonia, y cantará mi hija. Estamos muy contentos.
¿Qué proyección está teniendo “#Marcha”?
Está girando por todo el mundo, porque participamos de varios concursos. Fue premiado en febrero como mejor largometraje en el festival de cine judío de Punta del Este, declarado de interés cultural y educativo por varias legislaturas provinciales de Argentina, y fue seleccionado para el Festival de Munich. Estamos empujando muy fuerte.