El Supremo Consejo Federal Grado 33 de la Argentina adhirió al 75° aniversario de la liberacion de Auschwitz

Miembros del SCF - Foto: Crédito Esteban Lubochiner

En el 75° aniversario de la liberación de Auschwitz-Birkenau y en el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto, el  Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo Federal del Grado 33° para la República Argentina, José Crescencio Quijano, envió el siguiente comunicado:

Símbolo del Supremo Consejo Federal de la República Argentina

SUPREMO CONSEJO FEDERAL DEL GRADO 33º PARA LA REPÚBLICA ARGENTINA

RECONOCIDO POR EL SUPREMO CONSEJO DE FRANCIA DEL R:.E:.A:.A:. Y MIEMBRO DE LA PLENO DE LA A:.I:.M:.E:. Y DE LA CONFEDERACIÓN PANAMERICANA DE SUPREMOS CONSEJOS

Hoy, 27 de enero del 2020, se conmemora el 75 aniversario de la liberación del campo de concentración nazi de Auschwitz-Birkenau. Es el mayor ejemplo de lo que fue la política sistemática tendiente a la destrucción de un grupo humano.

Si bien fue originariamente un campo de castigo para opositores políticos, pronto se transformó en una persecución religiosa. Lo cierto es que el 90% de los muertos en los campos de concentración fueron judíos.

Esto nos obliga a una reflexión: es común en los gobiernos autoritarios y populistas buscar un “chivo expiatorio”, un enemigo a quien culpar de todos los males que ocurren en su país para disimular los propios errores y perseguir a quienes no adhieran a su política o forma de pensar.

Jose C Quijano SGC – Foto: Crédito Esteban Lubochiner

Como Masón estoy acostumbrado a que la masonería sea considerada “enemiga” de quienes sostienen un pensamiento único (el propio) y combaten a cualquiera que piense diferente. Ocurre tanto en las religiones que se basan en un libro, considerado la “palabra de Dios” (cuando hay un grupo que se considera el único autorizado a interpretarlo); como en la política (cuando hay un grupo que se considera como el único capaz de gobernar). Los demás son enemigos (“de Dios” o “de la Patria” según el caso) del cual ese grupo se considera el auténtico y único representante.

En este caso, Hitler y sus seguidores encontraron un enemigo para sus fines: los judíos. Por un lado, había judíos adinerados a quienes se podía culpar de los problemas económicos, pero, sobre todo, había demasiados judíos capaces de pensar por su cuenta. Recordemos que hubo muchos judíos emprendedores: muchos empresarios, pero también muchos científicos e investigadores a quienes les debemos muy importantes avances científicos y tecnológicos.

Nota del Supremo Gran Comendador del SCF

Aprovechando el hecho de que no es una religión que busca conversos como el cristianismo o el islam, el régimen nazi transformó esa religión en una “raza” diferente e inferior a la aria que, supuestamente, era la raza del pueblo alemán.

Cualquier científico podría desmentir estas afirmaciones: Dudo mucho que haya en Alemania un solo ario puro y, por otra parte, el judaísmo no es una raza pues hay judíos de distintos orígenes (incluidos eslavos, arios, negros, etc.). Pero en el imaginario del pueblo alemán, castigado por una economía desastrosa, encontrar a alguien a quien culpar de sus males era y fue posible.

La masonería también fue un enemigo para ese régimen, pero su propio principio de tolerancia y admisión en su seno de diferentes formas de pensar los transformó en un enemigo menos concreto, más difícil de identificar y hasta más fácil de infiltrar. Por ello, si bien los hubo, la cantidad de masones fue, proporcionalmente, minoritaria.

Fin de la Nota del Supremo Gran Comendador delk SCF

Pero lo tremendo de Auschwitz y los otros campos de concentración fue el empleo de la ciencia y la tecnología al servicio de la eliminación física y espiritual de minorías étnicas, sociales y de opositores. Y el utilizar a estos seres humanos como “conejitos de indias” para probar nuevas tecnologías y medicinas.

La posibilidad de que un pueblo apoye una política de gobierno tendiente a perseguir y destruir a quien piensa diferente o a quien aparece como diferente (por su constitución física, su forma de hablar o su lugar de nacimiento) ha sido más común a través de la historia de lo que estamos dispuestos a admitir. Esto se ha repetido tanto en países con gobiernos totalitarios como en países identificados con una religión o una secta dentro de una misma religión. En todos los casos el que piensa diferente es considerado un enemigo.

Pero los masones debemos luchar contra esto no sólo porque es injusto e inhumano sino porque es irracional. Es la existencia del análisis de diferentes ideas la que permite la evolución de las mismas. El que piensa diferente no debe ser nunca visto nunca como un enemigo sino alguien de quien podemos aprender. Ése es el principio básico de nuestra tolerancia. Es así que el fanatismo es nuestro eterno enemigo, pues nos impide reflexionar sobre cosas que damos por ciertas sin analizar.

Un auténtico masón debe condenar que se persiga (y mucho más que se destruya) a alguien por pertenecer a un grupo diferente; no sólo porque va en contra cualquier sentimiento humano sino contra la evolución misma de la humanidad. Sólo podemos (y debemos) ser intolerantes con la intolerancia misma.

Recordar el Holocausto es nuestro deber, pues es menester recordar a todos, las atrocidades que podemos cometer cuando nos sentimos justificados por falsas visiones históricas que demonizan a una minoría racial o social.

Valga la fecha conmemorativa para hacernos reflexionar sobre estas cosas: para recordar la eterna lucha de la masonería contra el fanatismo. Pues fue el fanatismo el que condujo a muchos miembros de uno de los pueblos más desarrollados de Europa a comportarse como viles carniceros. Vale la pena reflexionar también que es uno de los peligros que hoy se ciernen sobre cualquier sociedad que capitule al pensamiento único y a la intolerancia pues parece haber un resurgimiento de los dirigentes políticos con posturas extremas.

José Crescencio Quijano

Soberano Gran Comendador

Supremo Consejo Federal del grado 33 para la República Argentina

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