El saqueo de los nazis a los judíos

Bundesarchiv Bild 101III-Wiegand-SS Main Economic and Administrative Office013-11, Himmler visitando el sitio de construcción - Foto: Wikipedia - CC BY-SA 3.0 de

Siempre hablamos de los 6 millones de judíos asesinados por los nazis y sus aliados. Pero ¿qué pasó con sus propiedades? Casas, industrias, negocios, campos, joyas, oro, muebles de estilo, automóviles, obras de arte… Aunque no lo pensemos habitualmente, alguien los sigue usando y usufructuando hasta el día de hoy. No hablo de historia, son millones de alemanes, polacos, húngaros, austriacos, checos, italianos, griegos, holandeses, franceses, etc. etc. que están viviendo en casas robadas o tienen negocios en locales de los asesinados o se apoderaron de sus fábricas, vehículos y pertenencias. Lo mismo ocurre con el dinero de sus cuentas bancarias, joyas y cajas de seguridad robadas por los más “prestigiosos” bancos suizos y alemanes. En la nota vemos como no sólo fueron los nazis quienes se beneficiaron del asesinato de millones de judíos sino que millones de civiles y bancos de distintos países europeos usufructuaron esta matanza y ¡lo siguen haciendo hasta el día de hoy!

Los objetos ya están perdidos, pero ¿Qué pasa con los millones de propiedades expropiadas por los nazis? ¿Y las cuentas bancarias? ¿Y las cajas de seguridad? ¿Y las industrias y comercios expropiados? ¿Quién las usa actualmente? ¿Ninguna institución judía se ocupó del tema? Si no, ya es hora…

Nota

El 1 de julio de 1943, la Decimotercera Ordenanza de la Ley de Ciudadanía del Reich fue firmada por los ministros del Interior, Finanzas y Justicia. El párrafo primero del artículo 2 rezaba: “La propiedad de un judío será confiscada por el Reich después de su muerte”.

El oficial nazi Alfred Rosenberg entregó un informe general del botín judío, explícitamente para el cumpleaños de su líder: “Mi Führer -escribía el ministro el 16 de abril de 1943-, con el deseo de hacerle feliz para su cumpleaños, me permito remitirle un expediente con fotos de algunas de las pinturas de mayor valor sin propietario y en manos de los judíos, conseguidas por mi comando en los países occidentales ocupados. Este expediente sólo transmite una débil impresión del extraordinario valor y cantidad de los objetos de arte confiscados por mi agencia en Francia y puestos a buen recaudo en el Reich”.

Rosenberg añadía un resumen escrito de todos los tesoros que su comando había confiscado en Occidente. Hasta el 7 de abril de 1943, las “centrales de recuperación” del Reich habían recibido un total de 2.775 cajas de objetos de arte y 92 vagones de carga; de todos esos objetos, 9.455 ya habían sido inventariados, mientras que “al menos” diez mil objetos más tenían que ser procesados aún. Mientras el adulador regalo de cumpleaños de Rosenberg retrata al pensador más importante del nacionalsocialismo no sólo como un delincuente, sino también como una figura grotesca incluso para los parámetros nazis.

A lo largo de los doce años que duró el Tercer Reich, el saqueo de las propiedades judías se convirtió en su esencia. Aquél era el aspecto de la campaña antijudía que se comprendía con mayor facilidad y al que más gente se entregaba, racionalizándolo, si era necesario, mediante los principios ideológicos más sencillos.

Por otro lado, en los mismos lugares de la muerte, el procedimiento era sencillo. Las víctimas a los que iban a matar le entregaban todo lo que tenían de valor al nazi al mando de la operación. Después de matarlos, los miembros del comando examinaban de nuevo sus pertenencias y cualquier objeto de valor que quedara había que entregárselo al oficial de guardia, bajo pena de muerte.

Las denuncias por esconder a judíos o por cualquier otro delito relacionado con ellos también eran recompensadas. Uno de esos golpes de suerte recayó en Frau Meyer, en Riga. Como había denunciado a un vecino por quedarse con una propiedad judía, se le permitió comprar una pulsera de oro a un precio irrisorio.

Por supuesto, las operaciones más importantes estaban centralizadas en la capital del Reich. En Berlín, el oro requisado -incluso las coronas dentales arrancadas de la boca de los cadáveres- normalmente se fundía en Degussa y a menudo se mezclaba con oro de otras procedencias, y se convertía en lingotes para el Reichsbank. También se fundían otros metales, excepto si el valor del artículo en sí era mayor que su valor como metal fundido.

Según el historiador Michael MacQueen, los objetos más valiosos eran entregados a unos pocos joyeros de confianza del Ministerio de Finanzas o de las SS, y se intercambiaban en países ocupados o neutrales por diamantes industriales, esenciales para la industria de guerra alemana. Posteriormente se han ido reconstruyendo las actividades de uno de esos intermediarios, que trabajaba sobre todo con agentes suizos, y parece que las autoridades de Berna eran muy conscientes de las transacciones que se estaban realizando y del suministro constante de diamantes industriales al Reich, a pesar de las medidas económicas de guerra que habían impuesto los Aliados.

A partir de mediados de 1942, la mayoría de las pertenencias de las víctimas se apilaba en los centros de muerte más importantes de la «Aktion Reinhardt» y en Auschwitz-Birkenau cuando los exterminios llegaron a su punto culminante. A principios de agosto de 1942, las negociaciones entre la WVHA (SS Main Economic and Administrative Office) y todas las agencias centrales de finanzas y economía del Reich se concretaron en un acuerdo según el cual la oficina principal del SS-Obergruppenführer Pohl centralizaría y desglosaría todo el botín. Himmler informó a los HSSPF (Supreme SS and Police Leader (Höchster SS- und Polizeiführer, HöSSPF) de la decisión y nombró oficialmente a Pohl para su nueva función.

Al cabo de unas semanas, concretamente el 26 de septiembre, el ayudante de Pohl, SS-Brigadeführer August Frank, dictó una serie de directrices nuevas que regulaban todo el uso y la distribución del botín judío obtenido en los campos, desde piedras preciosas a “mantas, sombrillas, cochecitos de bebé”, “gafas con montura de oro”, “ropa interior femenina”, “utensilios de afeitado, navajas de bolsillo, tijeras” y similares. Los precios los establecía la WVHA: “Un par de pantalones usados: 3 marcos; una manta de lana: 6 marcos”. La advertencia final era esencial: “Compruebe que todas las estrellas judías han sido eliminadas de la ropa antes de enviarla. Fíjese bien en si se han quitado todos los objetos valiosos ocultos o cosidos de todos los artículos que se van a enviar”.

En cuanto a los artículos que debían ser transferidos al Reichsbank, Pohl nombró al SS-Hauptsturmführer Bruno Melmer para que estuviese directamente a cargo de la operación. Mientras que las primeras entregas de objetos valiosos de los campos se depositaron en la “cuenta Melmer” el 26 de agosto, todos los metales preciosos, moneda extranjera, joyas y demás fueron entregados a la sección de metales preciosos de Albert Thom del Reichsbank, para usarlos más adelante.

A lo largo de todo el continente, los muebles y artículos domésticos que poseían los judíos eran, como hemos visto, dominio de la agencia de Rosenberg. Una nota sin fecha de la oficina de éste, escrita probablemente a finales del otoño de 1942 o principios de 1943, daba una perspectiva sucinta del proceso de distribución. Mientras parte de los muebles eran asignados a las oficinas del ministerio de Rosenberg en los territorios del Este, la mayoría del botín era entregado o vendido en subasta a la población del Reich.

El 31 de octubre de 1942, el Führer estuvo de acuerdo con la propuesta del ministro del Reich Alfred Rosenberg de conceder atención prioritaria a las personas que sufrían daños por los bombardeos en el Reich, y ordenó que, en la ejecución del proyecto, toda la asistencia se diera a la Oficina Oeste, y que los transportes debían despacharse como bienes de la Wehrmacht. Dice Rosenberg: “Hasta ahora, usando el espacio de carga libre en los transportes, se han sacado 144.809 metros cúbicos de bienes domésticos de los territorios ocupados en Occidente”.

Parte del material fue entregado a las siguientes ciudades alemanas: Oberhausen, Bottrop, Recklinghausen, Münster, Düsseldorf, Colonia, Osnabrück, Hamburgo, Lübeck, Rostock y Karlsruhe.

Contó Fillip Müller, que era judío eslovaco, que llegó a Auschwitz en abril de 1942. Acababa de ser transferido al Sonderkommando (…): aquélla era su iniciación, por decirlo así, bajo la supervisión del SS-Unterscharführer Stark. Como era común durante aquellos meses, habían gaseado a un grupo de judíos eslovacos con las ropas puestas.

«¡Desnudad a esos fiambres!», chilló Stark, y le dio un golpe a Müller.

Ante mí -recuerda Müller- yacía el cadáver de una mujer. Con las manos temblorosas y todo el cuerpo agitado empecé a quitarle las medias. Era la primera vez que tocaba un cuerpo muerto. La mujer aún no estaba fría. Mientras le bajaba la media por la pierna, aquélla se rompió. Stark, que me había estado mirando, me golpeó otra vez y chilló: «¿Qué crees que estás haciendo? ¡Ten cuidado, y date prisa! ¡Estas cosas son para usarlas de nuevo!». Para enseñarnos cómo hacerlo empezó a quitar las medias de otro cadáver femenino. Pero él tampoco consiguió quitárselas sin dañarlas.

Hamburgo ha sido estudiado de manera exhaustiva. En 1942, sólo a esta ciudad llegaron 45 cargamentos de bienes confiscados a los judíos holandeses; representaban un peso neto de 27.227 toneladas. Aproximadamente cien mil habitantes adquirieron algunas de las pertenencias robadas en subastas en el puerto. Según una testigo, “sencillas amas de casa de repente llevaban abrigos de pieles, negociaban con café y con joyas, tenían muebles antiguos y alfombras de Holanda o de Francia que habían conseguido en el puerto”.

En 1943 fueron frecuentes las valoraciones y los inventarios de bienes judíos confiscados en todos los niveles del sistema nazi. El valor total de las “pertenencias judías” conseguidas durante la Aktion Reinhardt hasta el 15 de diciembre de 1943 se estimaba en el cuartel general de la operación de Lublin en un total de 178.745.960,59 Reichsmark.

En mi visita a Varsovia -reprobaba el Reichsführer- también inspeccioné los almacenes que contenían el material y los bienes requisados a los judíos, es decir, a la emigración de los judíos. Pido de nuevo al SS-Obergruppenführer Pohl que prepare un acuerdo escrito con el ministro de Economía -seguía Himmler- con respecto a cada categoría individual; por ejemplo, si se trata de cristales de reloj, de los cuales allí se encuentran cientos de miles, incluso puede que millones, y que a efectos prácticos se podrían distribuir a los relojeros alemanes, o si se trata de maderas torneadas.

Después de añadir algunos ejemplos más, Himmler advertía: “Creo que, en conjunto, no podemos ser demasiado precisos”. Y después de dar más instrucciones, añadía: “Pido al SS-Obergruppenführer Pohl que esclarezca y prepare estos temas hasta el último detalle, ya que la precisión más estricta en estos momentos nos ahorrará muchas tribulaciones más tarde”. Tres semanas después, Pohl enviaba una relación detallada de los artículos textiles recogidos en Lublin y Auschwitz: llenaban 825 vagones de carga de ferrocarril.

No puede darse una perspectiva general del saqueo y la expropiación de las víctimas judías de Europa. Orquestada y puesta en práctica en todo el continente primero y antes que nada por los alemanes, se extendió a los funcionarios locales, policía, vecinos o cualquiera que pasase por el lugar en Amsterdam o Kovno, en Varsovia o en París. Incluía la apropiación de casas, el saqueo de objetos domésticos, muebles, colecciones de arte, bibliotecas, vestidos, ropa de cama; significaba la incautación de cuentas bancarias y pólizas de seguros, el robo de almacenes o de empresas industriales o comerciales, el desvalijamiento de cadáveres: pelo de mujer, dientes de oro, pendientes, anillos, relojes, miembros artificiales, estilográficas, gafas…; en resumen, se trataba de apropiarse de todo lo que se pudiera usar, intercambiar o vender. Comprendía también los trabajos forzados, experimentos médicos mortales, prostitución obligada, pérdida de salarios, pensiones o cualquier ingreso imaginable… y la pérdida de vidas, a millones. …Y de medias rotas al despojar los cadáveres.

Fuente: Grupo de Facebook Personalidades judías de todos los tiempos. Compilado por Raúl Voskoboinik.

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