El rol de Hezbollah en el conflicto: distraer a Israel de Gaza, incluso si eso significa la guerra

Mientras Israel y Hamás libran una guerra que comenzó con el criminal ataque masivo de Hamás el 7 de octubre contra el sur de Israel, el cálculo estratégico del papel de Hezbollah bajo la directiva de Irán ha sido objeto de intenso escrutinio.

El arsenal de armas de Hezbollah

Por Yaakov Lappin y Sarit Zehavi

El reciente despliegue de Esmail Qaani, comandante de la Fuerza Quds, en Beirut, de donde parece viajar con frecuencia estos días, indica la continua inversión de Irán en la dinámica del conflicto, ejerciendo influencia sobre la intervención de Hezbollah a lo largo de la frontera entre Israel y el Líbano.

La estrategia de Hezbollah parece ser la de distraer a Israel de su focalización en Gaza, cualesquiera que sean los costos, incluida la voluntad de arriesgarse a una guerra.

El ejército terrorista chií, que disfruta de un presupuesto iraní de mil millones de dólares anuales y tiene un arsenal de más de 200.000 proyectiles, ha iniciado lo que actualmente se describe como una escalada controlada, pero que en realidad se trata de la creación, lo más probable, de una realidad insostenible en vez de que la situación no escale aún más.

Diariamente, Hezbollah ha estado lanzando vehículos aéreos no tripulados [drones], morteros y misiles antitanques contra objetivos civiles y militares israelíes, asesinando hasta el momento a un civil y a seis soldados en Israel. En el proceso, hasta ahora más de 60 terroristas de Hezbollah han sido abatidos por fuego de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). Israel ha tomado represalias y ha atacado preventivamente amenazas inminentes tales como células de misiles antitanques en movimiento.

Las acciones de las FDI han sido de respuesta y limitadas hasta ahora, atacando a células terroristas y equipos de misiles antitanques identificados a lo largo de la frontera norte, mientras que Hezbollah ha mantenido la mayoría de sus ataques cerca de la frontera, con algunas excepciones recientes. Los ataques se han dirigido principalmente a objetivos militares de las FDI, pero también contra blancos civiles.

Las consecuencias de estas escaladas para la población civil han sido significativas. Unos 60.000 habitantes israelíes no han podido regresar a sus hogares en el norte de Israel debido a la constante amenaza de ataques de Hezbollah, una situación intolerable para cualquier nación soberana.

Hassan Nasrallah, secretario general de Hezbollah, ha articulado una narrativa que coloca a Israel en una posición de agresión, dando así forma a un pretexto para los continuos ataques.

El ataque con cohetes del 6 de noviembre indica una coordinación y una perspectiva estratégica compartida entre Hamas y Hezbollah, alineada con las ambiciones regionales más amplias de Irán. Las acusaciones de Nasrallah hechas el 5 de noviembre, afirmando la culpabilidad israelí por las muertes de civiles libaneses, sirven para avivar aún más las llamas del conflicto, preparando el escenario para una justificación más amplia de las acciones de Hezbollah.

El enfoque de Irán en esta guerra de múltiples frentes parece ser de desgaste, manteniendo a Israel “sangrando” alrededor de sus fronteras a través de un esfuerzo lento y constante destinado a erosionar la seguridad y la posición internacional de Israel. Este enfoque refleja la estrategia regional gradual más amplia de Irán, que ha sido evidente en todo el Medio Oriente.

La unidad de comando terrorista de élite Radwan de Hezbollah ha sido pionera en la táctica del escuadrón de la muerte enjambrado, que la unidad de élite Nukhba de Hamas terminó llevando a cabo, y este plan, de hecho, estaba pensado inicialmente para su uso en las comunidades del norte de Israel, planificado con la ayuda de la Fuerza Quds iraní.

Bajo esta lógica, la cuestión de cuándo podría ocurrir la participación plena de Hezbollah en el conflicto parece de menor importancia para Irán en comparación con el imperativo de una participación sostenida y creciente.

El extenso discurso televisado de Nasrallah el 4 de noviembre indica una disposición a ampliar el frente libanés, dependiendo de las acciones de Israel en Gaza. Su mensaje a Israel advirtiéndole que no piense en un ataque preventivo resalta lo mucho que está en juego y el potencial de una escalada significativa rápidamente.

Si bien Nasrallah enfatiza la autonomía de Hamas en la ejecución del criminal ataque masivo del 7 de octubre, el escepticismo sobre el nivel de independencia con respecto a la influencia de Irán está justificado.

Su mención del apoyo de las facciones yemeníes, incluido el movimiento de los hutíes en Yemen, que ha lanzado misiles y vehículos aéreos no tripulados contra el sur de Israel, pone de relieve la red de aliados de Irán en la región y su participación en el conflicto. Mientras que los hutíes han atacado principalmente el sur de Israel, las milicias iraquíes han centrado sus ataques contra posiciones militares estadounidenses en la región.

El 5 de noviembre, el jefe del Estado Mayor de las FDI, el teniente general Herzi Halevi, declaró durante una visita a los Altos del Golán: “Estamos listos para atacar en el norte en cualquier momento”.

Las FDI están preparadas para atacar a Hezbollah y “entendemos que puede suceder”, dijo.

Los comentarios parecen reflejar una reevaluación israelí de la probabilidad de un conflicto más amplio con Hezbollah.

Los comentarios son a la vez un esfuerzo por disuadir a Hezbollah, pero también un reconocimiento de que Israel tal vez no pueda priorizar la guerra con Hamas en Gaza por mucho más tiempo.

Hezbollah, bajo la dirección de Irán, está desempeñando un papel fundamental en la actual guerra entre Israel y Hamas, operando dentro de una estrategia de desgaste diseñada para desafiar las operaciones militares de Israel en el frente de Gaza. La situación sigue siendo fluida y el potencial de una mayor escalada es muy realista y, en esta etapa, depende de Nasrallah y sus patrocinadores iraníes.

Israel, por su parte, probablemente bajo la presión de Estados Unidos, se ha abstenido de lanzar un primer ataque a gran escala en esta etapa, alineándose con el deseo de Washington de no ser quien «asuma la culpa» por ampliar la guerra a un conflicto regional, lo que también vería un aumento de los ataques por parte de los apoderados [proxies] iraníes contra objetivos estadounidenses en Irak, Siria y en el mar.

En caso de que se produzca una mayor escalada, se puede esperar que Israel ataque cientos de posiciones militares de Hezbollah en el sur del Líbano, establecidas en violación de la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU, así como contra objetivos probables en Beirut y el valle de Beka’a (que también violan la RCSNU 1559).

El arsenal de Hezbollah incluye miles de cohetes y misiles que pueden alcanzar el Gran Tel Aviv [Gush Dan], cientos de misiles guiados de precisión, 65.000 cohetes con un alcance de decenas de kilómetros, así como unos 140.000 proyectiles de morteros.

Tiene más de 20.000 miembros activos y decenas de miles de reservistas. Al igual que Hamás, está incrustado en centros de población civil y cualquier guerra contra la organización chií resultará devastadora para el Líbano.

El frente interno israelí también se verá duramente afectado, ya que Hezbollah podría cubrir todo Israel con varios misiles, y disparar diariamente unos 10.000 proyectiles contra el norte de Israel y 1.000 proyectiles diarios contra el centro del país, durante algunos días al principio de la guerra.

La cuestión de una mayor escalada de Hezbollah en esta guerra parece ser más una cuestión de cuándo y en qué medida, y menos una cuestión de si sucederá.

Fuente: Alma Research and Education Center

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