El parche del Líbano a la electricidad: deudas millonarias y poco suministro

Foto ilustración: Djedj vía Pixabay

Pero aún entre ambos no aportarán más de seis horas al exiguo suministro diario pese a constituir un endeudamiento millonario y un parche con riegos políticos.

Aunque la electricidad ha sido un problema para el país desde la guerra civil (1975-1990), el estallido de una grave crisis de combustible el pasado verano en el marco de la depresión económica rebajó el suministro a la población de la compañía eléctrica estatal a apenas un par de horas diarias.

En la actualidad, la empobrecida población libanesa recibe un máximo de cuatro horas de luz pública gracias a un acuerdo por el que el Líbano obtiene fuelóleo iraquí a cambio de servicios, obligando a pagar desorbitadas cuantías por el uso de generadores a base de diésel.

DOS NUEVOS ACUERDOS

Con las arcas estatales cada vez más vacías y las elecciones parlamentarias a la vuelta de la esquina, el Gobierno rubricó un acuerdo con Jordania y Siria para el envío de electricidad jordana a su territorio, en concreto 150 megavatios (MW) en horario nocturno y otros 250 durante el día.

Según explicó el investigador de Políticas Energéticas Marc Ayoub, la electricidad llegará al Líbano a través de la subestación de Ksara (este), que cuenta con una capacidad máxima de 250 MW, por lo que se traducirá en no más de «2 o 3 horas» de suministro.

Además, durante el traslado de la energía a zonas alejadas de la frontera siria se producirán «un montón» de pérdidas en las línea de trasmisión y la red eléctrica, alertó el coordinador de proyecto de la Universidad Americana de Beirut (AUB).

En materia económica, este plan es muy parecido al que las autoridades negocian con Egipto para que le provea de gas a través del denominado Gasoducto Árabe: está previsto que ambos sean financiados por el Banco Mundial (BM) y cada uno de ellos endeudará al Líbano por valor de unos 200 millones de dólares anuales.

El gas egipcio llegaría al Líbano a través de la planta de Deir Ammar (norte), con una capacidad máxima de 450 MW y potencial para proporcionar cuatro horas de suministro adicional al día, por lo que los pactos con Irak, Jordania y Egipto no cubrirían en conjunto ni la mitad del día.

«Si hacemos todos esos acuerdos y ponemos nuestra energía y esfuerzo en concluirlos todos, ¿qué tendremos al final del día? Diez horas y seguiremos dependiendo del uso de generadores para las 14 horas restantes», sentenció el experto de la AUB.

UN PARCHE CON RIESGOS POLÍTICOS

Para Laury Haytayan, experta en Políticas Petroleras y de Gas, estos esfuerzos «evitan las soluciones sostenibles a largo plazo», que requieren reformas económicas y un programa con el Fondo Monetario Internacional (FMI), con quien está en negociación desde hace meses para buscar salir de la crisis económica.

«Todos sabemos que necesitamos nuevas plantas energéticas, cambiarnos al gas, invertir en renovables, todo eso está atascado en el muy lento progreso hacia las verdaderas reformas y la obtención de un acuerdo con el FMI», consideró.

«Lo que la gente debería pensar es si vale o no la pena coger todos estos préstamos por un par de horas de electricidad (…) O si lo que se está haciendo hoy es a corto plazo una pérdida de dinero y no te dará los resultados que quieres, que es tener electricidad asequible y limpia las 24 horas», planteó la también directora regional del Instituto para la Gobernanza de Recursos Naturales.

Haytayan respalda la «filosofía» de conectar a los países de la región energéticamente y cree que es el «futuro» del intercambio de energía en Oriente Medio, pero ve una serie de «riesgos» en las «complicadas relaciones» con la vecina Siria, por cuyo territorio pasarán la electricidad jordana y el gas egipcio.

LA GOBERNANZA ES LA CLAVE

Por su parte, la asesora energética Jessica G. Obeid recordó que, pese a la rúbrica, el de Jordania «todavía no es un acuerdo consumado» y cree que será «difícil» para el Líbano cumplir con algunas condiciones del BM, entre ellas actualizar el precio del kilovatio hora.

«Sin medidas de reforma para mejorar la gobernanza del sector, subir las tarifas seguirá resultando en una gran cantidad de deuda, ya que la capacidad de adquisición de los ciudadanos es muy baja y han perdido la confianza en el Gobierno», precisó.

Obeid coincide en que estos proyectos son una «continuación de los apaños rápidos e insostenibles que han dominado las políticas en el sector durante las últimas tres décadas», y achaca sus problemas técnicos y financieros a la mala administración y la «corrupción». EFE

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