Hecho en 2015, el distintivo de este museo es el corredor de metal que está suspendido en el aire de seis puntas. Este conecta dos torres de vagones de ganado apilados y parece un rayo de luz en forma de estrella de David que atraviesa dos edificios del complejo.
La mala noticia es que, más allá de ser el monumento más alto y llamativo del Holocausto de Hungría, en la zona donde está hubo lugareños que eran cómplices de las muertes. Por eso, el trabajo de conmemoración en dicho país se dificulta.
Desde que se completó la construcción hace seis años, no está abierto al público. Esto lo convierte en un lugar desolado de 30 millones de dólares. Y es material de debate entre líderes de la comunidad judía con el gobierno de derecha del primer ministro Viktor Orban.
Recientemente, se hicieron esfuerzos por reiniciar el proyecto con la reclusión de un grupo de historiadores que se comprometen. Lo hacen con la precisión histórica y con sacar al museo del debate político.
La historia del mismo, llamado Casa del Destino, destaca el legado de la Shoá impide que los judíos se integren de lleno en la sociedad húngara. También subraya la forma que los húngaros están divididos en cómo conmemorar el famoso genocidio.
En 2018, el gobierno nacional entregó el control del recinto al grupo judío húngaro EMIH, con el rabino Slomo Koves al mando. Él pretende renombrarlo como Etz Hayim (árbol de la vida en hebreo) y abrirlo definitivamente en 2024.
“El museo tuvo un comienzo difícil”, dijo Koves, de 42 años, a JTA en el museo. “Y para algunos, tiene un estigma incluso sin que vean el contenido. Estamos trabajando en el contenido que mostrará la tragedia del Holocausto en Hungría e inspirará esperanza para el futuro”.
“Este museo registrará y reflejará la responsabilidad, complicidad y colaboración en el Holocausto de todas las autoridades del estado húngaro antes y durante el Holocausto”, agregó Koves.
[…] La pintura en cuestión, «Mujer planchando» de Pablo Picasso de 1904, ha estado colgada en el Muse…. La misma la compró un judío alemán Karl Adler en 1916 en una galería de arte en Múnich. En 1938, temiendo el ascenso del nazismo en Europa, Adler la vendió a la galería por una novena parte de su valor y usó el dinero para escapar de su tierra natal. […]