El locutor de radio más viejo del mundo que luchó y sobrevivió al Holocausto

Walter Bingham Foto: Facebook

«Cada día que me levanto, rezo y me digo ‘feliz cumpleaños», cuenta Walter Bingham, judío sobreviviente del Holocausto y veterano de la II Guerra Mundial que con 94 años es el locutor de radio en activo más viejo del mundo, mérito por el que está reconocido en el récord Guiness desde 2017.

Bingham, cuyo nombre de nacimiento es Wolfgang Billig, nació en el sur de Alemania en 1924 en el seno de una familia judía de origen polaco y pasó su infancia mientras el nazismo se hacía fuerte, hasta que Hitler asumió el poder en 1933 y endureció la discriminación antisemita, que culminaría con la liquidación planificada de seis millones de judíos.

Desde hace catorce años, cuando se instaló en Israel, es locutor en un programa de la radio pública, por ahora se mantiene en forma y no quiere dejar de trabajar.

Sus 94 años de edad tampoco le impiden tener una memoria de hierro, y recuerda con nitidez todo su pasado, desde su infancia hasta su participación como integrante del Ejército británico en la guerra contra la Alemania nazi.

En Israel, que este jueves marca el Día del Recuerdo del Holocausto, con conmemoraciones que paralizarán el país, Bingham es un símbolo y parte de la memoria viva de aquellos que lucharon contra el nazismo.

Con quince años, poco antes de que estallara la guerra y cuando la persecución contra los judíos en Alemania era máxima, sus padres consiguieron que saliera del país y pudiera llegar al Reino Unido, donde residió en una comunidad judía que se regía por el modo de vida propio de los kibutz, de manera colectiva.

«Desde 1937 había tramitado una solicitud para viajar al Mandato Británico en Palestina, pero me trasladé a Inglaterra porque no obtenía respuesta y me quedé atascado allí», cuenta el viejo locutor radiofónico.

Poco tiempo después de que huyera de Alemania, su padre fue deportado al gueto de Varsovia, donde murió en 1941 por una epidemia, mientras que su madre fue internada en un campo de concentración del que logró sobrevivir.

Cuando Alemania atacó Inglaterra, el entonces joven Bingham se alistó en el Ejército británico, recibió entrenamiento militar, fue formado como conductor y sirvió conduciendo una ambulancia en varios frentes bélicos.

«En aquel momento, cuando estaba en la guerra, era solo un soldado corriente y desconocía el paradero de mi familia», cuenta el veterano locutor que, opina, «un soldado normal está en el Ejército porque debe estar o quiere luchar por su país, pero con los soldados que éramos refugiados era distinto».

Para Bingham, los refugiados que combatían en las fuerzas armadas británicas «no teníamos un país por el que luchar, sino que luchábamos contra el régimen nazi para volver a Alemania y saber qué se había hecho de nuestros familiares».

A partir de junio de 1944 el ahora nonagenario estuvo en la operación militar aliada del desembarco de Normandía, donde condujo una ambulancia «en batallas terribles», con la que evacuó a muchos soldados heridos, un trabajo que Francia le reconoció el febrero pasado con la Legión de Honor, la máxima distinción que concede el país galo.

Más adelante, con la ocupación de Alemania por las fuerzas aliadas, Bingham pasó a integrar una unidad de inteligencia británica y fue destinado a la ciudad de Hamburgo para investigar todos los archivos de documentación de los cuarteles nazis, donde encontró las botas de un alto oficial o una daga honorífica de las Juventudes Hitlerianas que aún conserva.

Durante sus tareas de inteligencia en Alemania incluso interrogó a Joachim von Ribbentrop, ministro de Asuntos Exteriores nacionalsocialista entre 1938 y 1945, al que preguntó sobre el destino de los prisioneros judíos sin obtener una respuesta clara.

«En aquel momento no hablábamos de Holocausto, aún desconocíamos el alcance del genocidio nazi», comenta Bingham, que ve la situación política actual del mundo con temor y considera que Europa está haciendo un peligroso viraje hacia la extrema derecha.

«Estamos viviendo otra vez en los inicios de los años treinta y, si no cambian las cosas pronto, lo veo todo muy negro», concluye el nonagenario con voz de alerta. EFE

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