mié. Mar 26th, 2025

“El ladino está en vías de extinción, pese a los intentos por revitalizarlo”

Paloma Díaz-Más. Foto: Carlos Mota

Entrevista a Paloma Díaz-Más

“Una de las principales características de la cultura sefardí es ser internacional, es decir, estar diseminada por distintos países”.
“Ahora creo que los países donde hay más sefardíes son Israel, México, Estados Unidos, Argentina y Francia. También son de origen sefardí la mayor parte de los judíos que actualmente viven en España”.

Sin lugar a dudas, Paloma Díaz-Más, es, a sus 70 años, una de las mayores expertas en el mundo sefardí. También es escritora, catedrática universitaria e investigadora, miembro de la Real Academia Española. Su obra Los sefardíes: historia, lengua, cultura, que fue finalista en el Premio Nacional de Ensayo de España en 1986, es ya un clásico y un libro de obligada consulta si queremos adentrarnos en el legado de lo que han significado los sefardíes para nuestro país y me atrevería a decir que para el mundo. 

por Ricardo Angoso

R.A.: ¿Crees que la cultura sefardí sigue viva, presente en el mundo y con una proyección a futuro?

P.D.: Depende de lo que se entienda por cultura sefardí. En el aspecto religioso, hay una tradición sefardí, con una liturgia y una tradición rabínica específicas, diferentes de las de otras ramas del judaísmo. Esa religiosidad sefardí sigue viva, desde el momento en que hay sinagogas de rito sefardí en distintas partes del mundo y hay rabinos sefardíes.

En el aspecto lingüístico y literario, lo cierto es que el judeoespañol (que en Israel llaman ladino) es una lengua en peligro de extinción, aunque hay intentos de revitalizarla.

Y luego está la cuestión identitaria. Seguirá habiendo cultura sefardí siempre que haya personas de origen sefardí que se identifiquen con esos orígenes y con esa tradición.

R.A.: ¿Acabará desapareciendo el ladino?

P.D.: Hace unos años hubiera contestado que sí, pero ahora no estoy tan segura. 

Lo cierto es que el judeoespañol empezó a decaer desde la segunda mitad del siglo XIX, con el proceso de occidentalización de los sefardíes de Turquía, de los Balcanes y del norte de África; luego, con la independencia de los estados balcánicos, los sefardíes adoptaron las lenguas nacionales, como el resto de sus conciudadanos, y el judeoespañol fue quedando relegado al ámbito doméstico, como una lengua familiar. Y con la emigración a otros países, los sefardíes adoptaron las lenguas de sus países de asentamiento. Así que en el siglo XX era muy frecuente el caso de familias en las que los abuelos hablaban judeoespañol, los padres lo entendían, y los nietos ni siquiera lo conocían. 

Sin embargo, en el siglo XXI estamos viviendo una revitalización del judeoespañol por una vía inesperada: internet, donde se ha creado una comunidad internacional de hablantes que se relaciona en judeoespañol a través de recursos informáticos (redes sociales, blogs, encuentros por Zoom, páginas web, emisiones en Youtube) desde distintos países del mundo. La mayor parte de los participantes no hablan judeoespañol en su vida cotidiana, pero se reúnen para hablar su lengua o escribir en ella en la red. Y a esa comunidad se están incorporando personas de otros orígenes, como, por ejemplo, españoles o americanos no judíos interesados en la lengua sefardí. 

R.A.: ¿Crees que España le prestó suficiente atención a su pasado y a su legado judío?

P.D.: Tradicionalmente no, aunque hubo desde el siglo XIX intelectuales que se interesaron por ese pasado o hebraístas que estudiaban la literatura hebrea medieval creada en la península ibérica. 

A nivel institucional creo que hubo un momento de inflexión en 1992, con la conmemoración del Quinto Centenario, que incluía una serie de actividades (exposiciones, congresos, cursos, etc) sobre la expulsión de los judíos y la diáspora sefardí. Esas actividades tuvieron repercusión en la prensa y también contribuyeron a difundir el legado judío entre la población. 

En las últimas décadas hemos presenciado cómo desde distintos organismos de la administración (estatal, autonómica y local) se han propiciado iniciativas como restauración de las juderías y creación de centros de interpretación en distintas ciudades, cursos, ciclos de conferencias, exposiciones. Son actividades frecuentes, aunque no permanentes, sino un tanto aisladas y asistemáticas. Lo que sin duda falta es una atención a la importancia del legado judío en la enseñanza, sobre todo en Secundaria y Bachillerato, que contribuya a que los jóvenes conozcan y valoren ese legado.

R.A. ¿Por qué el mundo sefardí siempre estuvo tan desconectado de España y se le prestó tan poca atención?

P.D.: Para empezar, porque los judíos fueron expulsados de España y no se les permitió volver. Eso provocó que se formasen comunidades sefardíes en muchos países (sobre todo, en el imperio otomano y en el Norte de África) que se desarrollaron durante siglos sin relación estrecha con la península ibérica, aunque sabemos que hubo algunos contactos más o menos informales o clandestinos a través de conversos españoles y portugueses. 

Hay que recordar que la Inquisición estuvo activa hasta 1820; en el siglo XVIII se sabe que fueron procesadas como judaizantes en España más de 1500 personas. La situación, por tanto, no propiciaba los contactos. 

R.A.: ¿Dónde se encuentran en la actualidad los principales centros de la cultura sefardí en el mundo?

P.D.: Una de las principales características de la cultura sefardí es ser internacional, es decir, estar diseminada por distintos países.

Las comunidades tradicionales se fueron disolviendo con los acontecimientos históricos del siglo XX y, sobre todo, tras el Holocausto, así que ahora mismo los sefardíes están distribuidos por muchos lugares, sobre todo en Israel, Europa y toda América (desde Canadá a Argentina, incluyendo las islas del Caribe). Resulta significativo que, a raíz del decreto de 2015 para la concesión de nacionalidad española a los sefardíes, cursaran solicitudes personas de origen sefardí de más de 200 países. 

R.A.: ¿En Israel se le presta la suficiente atención al mundo sefardí?

PD: Hay que tener en cuenta que la mayoría de los intelectuales y dirigentes políticos que crearon el Estado de Israel eran de origen askenazí. En las primeras décadas de la existencia de Israel, muchos judíos de otros orígenes (no solo sefardíes, también los mizrahim o judíos orientales) se sentían preteridos en la toma de decisiones. Eso ha ido cambiando con el tiempo, en parte también porque en Israel son frecuentes las familias mixtas, de judíos de diferentes orígenes.

Pero, por otra parte, Israel es un estado nacional que aspira a que sus nacionales tengan una lengua común, el hebreo (aunque el árabe es lengua cooficial), y no está tan interesado en fomentar el uso de lenguas de los distintos grupos que componen la población; a nivel oficial no se fomenta el uso de judeoespañol, lo mismo que tampoco se fomenta el uso del ruso, pese a que en Israel hay mucha más población de origen ruso que sefardí. 

En Israel ahora mismo las iniciativas para la preservación del judeoespañol parten sobre todo de centros universitarios donde se han implantado estudios sefardíes, y de comunidades de hablantes que tienen una actitud activista con respecto a la preservación de su lengua. 

R.A.: ¿Cuáles son las principales iniciativas que ha habido en España para conocer mejor el mundo sefardí?

P.D.: Yo señalaría tres.

Ya en 1941 (una fecha bien complicada, en el primer franquismo y mientras el nazismo campaba por Europa) se creó en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) un instituto de investigación que se llamó “Benito Arias Montano” (en memoria del gran biblista del siglo XVI) dedicado a los estudios hebraicos y sefardíes y que empezó a publicar la revista Sefarad, que aún se publica más de ochenta años después. En el CSIC surgió un grupo de investigadores sobre la lengua y la literatura sefardí en el que yo misma me formé y que todavía existe.

Benito Arias Montano, Libro de descripción de verdaderos retratos de ilustres y memorables varones, Madrid, Biblioteca de la Fundación Lázaro Galdiano. Foto: Wikipedia – Dominio Público

Otro paso fueron las actividades en torno a la conmemoración del V centenario de la expulsión de los judíos, en 1992, que ya he comentado. 

Y en 2006, la creación de Centro Sefarad-Israel, dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores, para el fomento de las relaciones con el mundo judío y sefardí.

Aparte de eso, en distintas universidades (sobre todo, Granada, la Universidad Complutense y Salamanca) hay de forma habitual cursos de estudios hebreos y sefardíes. 

R.A.: ¿Queda todavía una literatura sefardí, ¿Cuáles son sus principales autores?

P.D.: La existencia de una literatura sefardí es una cuestión generacional. Los autores cuya lengua materna es el judeoespañol son casi todos ya mayores, de 70, 80 años o más; entre ellos destacan algunas mujeres poetas y es significativo que lo más cultivado sea la poesía (un género más íntimo y personal) y no la novela o el teatro, que requieren un público más amplio. Pero en esa comunidad internacional de hablantes de Internet están surgiendo autores nuevos, que la mayoría de las veces publican en la red. 

R.A.: ¿En qué partes de España se ha preservado el legado sefardí?

P:D.: En todas. Está muy extendido el estereotipo de que las principales comunidades judías estuvieron en Al-Ándalus, pero eso solo es verdad hasta el siglo XI. Luego, con la invasión almohade, buena parte de los judíos andalusíes emigraron y desde el siglo XII hasta la expulsión de 1492 las principales comunidades judías estuvieron en los reinos cristianos. 

Basta andar por el barrio antiguo de muchos pueblos y ciudades de Castilla, de Extremadura, de Andalucía, de Aragón, de Galicia, de Cataluña, de Valencia o de Baleares para encontrar restos de lo que fue el barrio judío. Y con frecuencia ahora ese barrio está bien señalizado y restaurado para preservar su memoria. 

R.A.: ¿Dónde se encuentran las principales comunidades sefardíes en el mundo?

P:D.: Hasta principios del siglo XX la mayoría de los sefardíes estaban en Turquía, en la ciudad de Salónica o en localidades de Marruecos como Tánger o Tetuán. Pero ahora creo que los países donde hay más sefardíes son Israel, México, Estados Unidos, Argentina y Francia. También son de origen sefardí la mayor parte de los judíos que actualmente viven en España. 

Aunque es difícil saber cuántos sefardíes hay en cada lugar porque no hay estadísticas y además los sefardíes están muy mezclados con judíos de otros orígenes y con la población en general. 

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