El horror del Holocausto de los inquilinos judíos de la Via dei Giubbonari 30

Via dei Giubbonari Foto: Mister No Wikimedia CC BY 3.0

En la romana Via dei Giubbonari 30, a escasos metros de la plaza de Campo dei Fiori, el 8 de mayo de 1944 es una fecha marcada a fuego: fue el día en el que varios inquilinos judíos fueron deportados a los campos de exterminio nazis.

Las familias Limentani y Tagliacozzo residían en este señorial edificio, propiedad de la Obra Pía-Establecimientos Españoles en Italia (propiedad del Estado español), cuando algunos de sus miembros fueron arrestados.

El primero fue David Limentani, el padre, detenido el 24 de marzo de 1944 y asesinado ese mismo día junto con otros 334 civiles italianos en la masacre de las fosas Ardeatinas por las tropas de ocupación nazis.

Angelo Tagliacozzo, Angelo Limentani y Settimio Limentani terminaron en el campo de Auschwitz-Birkenau después de su arresto el 8 de mayo de 1994 y allí fueron asesinados los dos primeros.

Solo Settimio pudo volver a pisar la casa de Via dei Giubbonari 30, tras un «larguísimo viaje a pie con la esperanza de encontrar todavía a la familia», recuerda Sami Modiano, otro judío que sobrevivió a Auschwitz, emprendió el camino con él y residió durante un tiempo en este edificio.

«Sufrimos juntos en el campo de exterminio y luego emprendimos un viaje larguísimo a pie, hasta llegar aquí, a la Via dei Giubbonari 30. Me acuerdo bien, me acuerdo muy bien después de haber sufrido lo que un niño no debe sufrir», relata.

En el 75 aniversario de ese fatídico 8 de mayo, la Obra Pía, dependiente del Ministerio de Exteriores español, rindió homenaje a sus inquilinos judíos víctimas del Holocausto, que son recordados con una placa conmemorativa en el edificio.

A este inmueble llegó Modiano, acompañado de Settimio, con cuya familia vivió una temporada después de partir desde Auschwitz para un largo viaje en el que su amigo mantenía «la esperanza de encontrar a su hermano» que, sin embargo, fue asesinado por los nazis.

Se acuerda «muy bien de todo», también de la noche en la que ambos llegaron a Roma y aguardaron hasta el alba para llamar a la puerta de la familia de Settimio.

«Sentimos mucha emoción de encontrar a su familia, pero también mucho dolor. Su hermano no volvió y la familia tenía graves problemas. Era un momento de alegría, pero, al mismo tiempo, de mucho dolor», rememora.

Era la primera vez que Modiano pisaba Roma, ya que él, con raíces españolas, vivió en la isla de Rodas, que, aunque ahora pertenece a Grecia, era entonces provincia de Italia.

«Me sentí muy feliz de ser acogido por una familia. Me acogieron como a un hijo y eso no lo puedo olvidar. Después nos separamos, porque era una familia con grandes dificultades y cada uno tenía que seguir su camino», explica.

Las paredes de Via dei Giubbonari 30 esconden muchos momentos de dolor para los que, a pesar de sobrevivir, fueron igualmente víctimas del horror nazi y a quienes infligieron «heridas inimaginables», como las describe el sobrino de Angelo Limentani, que en la época era solo un niño de siete u ocho años.

A él le tenían prohibido entrar en una de las habitaciones de la casa, pero no se pudo resistir: «Cuando a un niño no le permiten hacer algo, más ganas tiene de hacerlo», sostiene.

Allí encontró la habitación de su tío Angelo, ordenada, limpia y con todas sus cosas esperando, como su madre, a que volviera.

«Si yo, que era solo un niño, me acuerdo de esto, ¿cuántos años estuvo la madre de Angelo esperando a un hijo que nunca volvió? Eso fue así para muchas familias», lamenta.

A su tío Angelo Limentani y a Angelo Tagliacozzo los recuerda una placa dorada en el suelo frente al edificio de Via dei Giubbonari en el que vivieron, donde está inscrito su nombre y la fecha en la que fueron deportados.

La embajadora de España ante la Santa Sede y gobernadora de la Obra Pía, María del Carmen de la Peña Corcuera, se comprometió a que Sami Modiano, David Limentani y Settimio Limentani tengan su adoquín dorado: también ellos fueron los inquilinos judíos de Via dei Giubbonari 30 que sufrieron el horror del Holocausto. EFE

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