El falso vínculo entre el Holocausto y los refugiados

6 febrero, 2017
Refugiados sirios que descansan en el piso de la estación de Keleti. Budapest, Hungría - Foto Wikipedia

Jonathan Tobin

Los gobiernos de Trump y Obama son tan diferentes como la noche y el día en la mayoría de los aspectos, pero tienen una cosa importante en común: son alérgicos a admitir errores incluso cuando no les costaría nada hacerlo. Durante los últimos ocho años, el entonces presidente Barack Obama y sus allegados cometieron errores con respecto a una miríada de problemas y escándalos y exhibieron la misma terquedad que la administración Trump en el Día Internacional de la Conmemoración del Holocausto.

El problema no es sólo que la administración cometió un error al publicar una declaración que no menciona a los judíos y al antisemitismo cuando conmemora el Holocausto. Ellos combinaron ese error al encomendar al primer jefe de gabinete de la Casa Blanca, Reince Preibus, y luego al portavoz Sean Spicer, para insistir en que no era un error y que cualquiera que llamara la atención hacia él o sostuviese una teoría de la conspiración no reconocía el apoyo de Donald Trump a Israel. La coartada con la que eventualmente se apoyaron luego fue hacer que Boris Epshteyn -un empleado de la Casa Blanca y ex empleado de Trump TV- también un inmigrante ruso y descendiente de sobrevivientes del Holocausto, sea el chivo expiatorio del error al “mandarlo al frente” legitimando el mal manejo.

No es ni “patético” ni “mezquino” señalar que cualquier apreciación de ese crimen histórico debe comenzar con el reconocimiento de que los judíos eran el foco específico de la política nazi. Aunque no todas las víctimas eran judías, todos los judíos que estaban bajo Hitler eran víctimas. Negar esa verdad y, por lo tanto, disminuir el sufrimiento judío y el objetivo primordial de los nazis es una forma de historia revisionista que ha sido defendida por fanáticos. No importa cuánto más sensible a las necesidades de seguridad de Israel sea la Casa Blanca de Trump en comparación con su predecesor, no hay excusa para excluir a los judíos del Holocausto de esa manera.

Eso fue doblemente lamentable porque su negativa a darse cuenta del fiasco dio munición a sus críticos. Al hacerlo, el equipo de Trump hizo más fácil argumentar que se puede trazar una línea recta entre los cambios de política que puso en efecto hacia los refugiados y un documento mal redactado sobre una memoria histórica. El candidato a la vicepresidencia de Hillary Clinton, Tim Kaine, no dudó en vincular los dos hechos y acusar a Trump de participar en la negación del Holocausto antisemita en “Meet the Press”, y con esto sólo animó a la Casa Blanca a continuar negando la culpa. Pero esto les distrajo a los partidarios de Trump del hecho de que incluso los grupos judíos que son solidarios con el nuevo presidente, como la Coalición Judía Republicana o la Organización Sionista de América (que sólo días antes se jactó de tener acceso a la administración), estaban expresando dolor por la declaración del Día del Holocausto. Más importante aún, la yuxtaposición de las dos cuestiones también dio sustancia a los cargos de que la política de refugiados de Trump está enraizada en una forma de negación del Holocausto.

Pero a pesar de que la conexión entre la memoria de los refugiados judíos a los que se les negó asilo durante el Holocausto y la decisión de Trump parece lógica, es un argumento falso.

Los aspectos de la orden ejecutiva de Trump que detuvieron la aceptación de refugiados y suspendieron temporalmente la inmigración de siete países que ya estaban etiquetados como focos terroristas fueron mal pensados y mal implementados. Se deberían haber hecho excepciones y el escándalo en el Congreso y la falta de información clara a los organismos pertinentes llevó a escenas televisadas de angustia y al fiasco de la protesta en los aeropuertos. Pero es posible adherirse al concepto de que Estados Unidos debe ser un lugar de acogida para los inmigrantes sin aceptar la noción de que no puede haber límites en su número o no prestar atención a sus lugares de origen. El enfoque de Trump puede haber sido extraviado y su implementación horrible, pero el cambio de política no fue ilegal o inconstitucional. Tampoco es una “prohibición musulmana” o racista.

Igualmente engañosas son las analogías que se hacen entre los judíos que huyeron de la máquina de muerte de Hitler y la difícil situación de los refugiados sirios u otros de Oriente Medio. El sufrimiento de los que buscan nuevos hogares es real, pero la idea de que la afluencia de inmigrantes islámicos no plantea ninguna amenaza ignora la realidad de un mundo cambiante en el que cada vez son más numerosos los inmigrantes que acuden a Occidente. Más allá de lo que uno pueda pensar de Trump o de algunos miembros de su administración, endurecer los procedimientos de investigación de los inmigrantes es una cuestión de sentido común, no de xenofobia.

Esta es la razón por la que el intento de vincular las órdenes ejecutivas de la administración Trump a una indiferencia percibida ante el sufrimiento judío durante el Holocausto no se sostiene de ninguna manera. Ni bien la Casa Blanca de Trump demostró su falta de tacto en la conmemoración del Día del Holocausto, sus críticos, que se han pasado meses desde las elecciones llamándolo a Trump fascista o nazi, están igualmente equivocados. Por irrazonable y atroz que sea la conducta y el discurso personales de Trump, las personas razonables deberían poder debatir hasta qué punto el gobierno debería ir equilibrando las consideraciones de seguridad con las necesidades de los inmigrantes y los refugiados sin recurrir a la hipérbole sobre el comienzo de una nueva era de persecución nazi. Esto es especialmente cierto ya que la mayoría de los grupos que atacaron las órdenes ejecutivas de Trump y lo calificaron de autoritario apoyaron las órdenes ejecutivas de Obama sobre la inmigración, lo que de hecho violó la separación de poderes establecida en la Constitución de los Estados Unidos.

Nadie debe sostener su aliento esperando a Trump que admita el error en la declaración del Holocausto o sobre cualquier otra cosa. Pero exigir una disculpa de los opositores que lo llaman Hitler debido a un desacuerdo sobre los procedimientos de investigación para los inmigrantes, sería igual de apropiado.

Fuente: Commentary

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