El escribidor peruano y la política – o hacer de juez sin calificar para ello

 

Uno de los artículos publicados en su oportunidad

Ya años atrás entre mis “cartas abiertas” que fueron publicadas en varios periódicos latinoamericanos de los que soy corresponsal, colaborador o columnista (según los casos), respondí a las falacias que acostumbra escribir el señor Mario Vargas Llosa con respecto al conflicto palestino-israelí, tema que él desconoce por completo o se hace el erudito juez sin que nadie se lo pida.

Hoy este señor, que evidentemente escribe sobre política con su mano diestra (¿o siniestra?) empujada por los vientos del día, escribió sobre el nuevo presidente colombiano, sin ser -el escribidor-, ni colombiano ni experto en política o historia colombiana, por lo que produjo airadas respuestas del pueblo de Colombia que lo votó en forma democrática.

Según le conviene al señor Vargas, mejor nombrado con su nombre completo (Jorge Mario Pedro Vargas Llosa), hoy escribe de acuerdo al pensamiento de la izquierda mundial y mañana de acuerdo a la corriente derechista mundial.

Siendo este señor mayor que quien escribe, ya debería tener cierto juicio, cierta madurez, debería tener una clara línea ideológica o política.

Pero no la tiene o no la demuestra.

Así como hoy es la izquierda colombiana la que protesta contra sus declaraciones desfavorables al nuevo presidente, así la izquierda mundial debería tomar en cuenta el poco valor de sus declaraciones cuando habla sobre el conflicto de Medio Oriente.

El señor Vargas Llosa, seguramente aprovechando los dineros de un premio Nobel inmerecido, viajó a Ramallah, capital del posible futuro Estado Palestino, habló con un par de dirigentes terroristas palestinos, ni siquiera intentó escuchar otra campana, ya sea de israelíes judíos o árabes musulmanes (palestinos) que viven en Israel, y ya con eso salió a dictaminar sus sentencias posando como juez en un tema que no es de su conocimiento.

Hoy repite la actitud con otro tema situándose en otro lugar.  Por lo tanto, se descalifica con su actitud y descalifica todo lo que él opine sobre temas que no son específicos de su patria de origen que es Perú.

Demás está decir que los premios Nobel también están bastante desprestigiados, especialmente los de la paz, pero también los de literatura, ya que observamos que nunca le adjudicaron ese premio a grandes escritores más merecedores que el señor Vargas Llosa. La lista es muy larga, pero mencionaremos algunos ejemplos de grandes autores que nunca lo recibieron: Emilio Zola, James Joyce, Franz Kafka, León Tolstoi, Fiodor Dostoievsky, César Vallejo, Jorge Luis Borges, y ningún uruguayo de los muchos que tuvimos.

Lamentablemente no es el único que opina con total desconocimiento de causa. Son muchos los que escriben sobre los asuntos de Oriente Medio sin haber estado nunca por esos sitios, sin conocer las enormes -abismales- diferencias entre la vida en la mencionada zona y lo que conocemos de occidente, especialmente los latinoamericanos y muchos europeos. La cultura es diferente, las leyes son diferentes, las costumbres, las escalas de valores, nada de ello puede entender un latinoamericano si no vivió un tiempo en la zona. Hasta el agua que se bebe y el aire que se respira son diferentes.

Baste algún ejemplo: desconocimiento total de la libertad política, inexistencia de derechos humanos, legislación medieval basada en la religión (o sea vigente desde el siglo VII), gobernantes por herencia familiar, la mujer como objeto sin derecho alguno, pleitos judiciales donde la declaración de una mujer equivale a la mitad de la declaración de un hombre o a nada, (ver El Corán).

Mauricio Aliskevicius

NOTA BENE: Esta carta es la última que se refiere a Mario Vargas Llosa. Fue publicada en periódicos de México, Chile, Argentina y Uruguay en la fecha que indica ut supra, o en el ejemplar impreso inmediatamente posterior.

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2 thoughts on “El escribidor peruano y la política – o hacer de juez sin calificar para ello”
  1. No voy a agregar lo antisemita que es Vargas Llosa porque eso ya lo sabe todo el mundo. En cambio quisiera agregar algo sobre los derechos de la mujer en el Corán: nuestras leyes judías con respecto a la mujer son peores. Si en el Corán la declaración de la mujer vale la mitad de la de un hombre, según nuestra ley bíblica (que no es del siglo VII sino de hace más de tres mil años y sigue vigente y vinculante hoy dia) la declaración o testimonio de la mujer judía no tiene valor alguno porque la ley judía no le reconoce personalidad jurídica a la mujer. Y como todos sabemos, la personalidad jurídica es un derecho humano básico, primordial e indispensable en las sociedades humanas.
    Ver La Declaración Universal de los Derechos Humanos | Naciones Unidas
    Artículo 6
    Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad jurídica.

    1. Graciela: si discutiéramos temas relacionados con las religiones (todas) seguramente estaríamos de acuerdo en mucho. Pero el tema de mi artículo es otro, tiene nombre y apellido y hace años que lo critico públicamente tanto a él como a otras personalidades que manifiestan su judeofobia de una u otra forma.
      En cuanto a religiones, vengo del país más laico del mundo, Uruguay, donde la laicidad es la religión con más adeptos, donde hace más de un siglo se quitaron todas las cruces que hubo antes en edificios públicos, hospitales, etc. y los presidentes al asumir al cargo no juran por la Biblia sino que prometen respetar y honrar la Constitución y las leyes. Mal ejemplo para Medio Oriente todo.
      No concibo que la religión tenga algo que ver con el gobierno y con el Estado. En Uruguay las monjas y los curas tenían por ley un único derecho diferente al resto: podían viajar gratis en omnibuses y tranvías, siempre que viajaran con el hábito puesto. Eso se debía a que a principios del siglo XX el que era presidente, José Batlle y Ordóñez, estando internado en un hospital público, vio cómo trabajaban allí las monjas en forma gratuita, y siendo masón (anticlerical por definición) entendió que de alguna forma el Estado debía agradecer ese trabajo voluntario y gratuito.

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