“El Dibbuk”, versión del director

 Chiquita Levov

La obra “El Dybbuk – Entre dos mundos” de Ansky, escrita a principios del siglo XX abrió la temporada del grupo de teatro “Smartut” con la participación de un nuevo conjunto y un flamante director artístico. Celebra además el centenario de la puesta en escena de la primera versión en hebreo en el escenario de Moscú. Avi Gibson Bar-El fue elegido para dirigir artísticamente el grupo “Smartut” fundado por el fallecido Honi HaMeaguel, con el objetivo de continuar su propio camino que fue y seguirá siendo, el de crear arte alternativo subversivo y desafiante, mostrar las injusticias personales y políticas y responder de manera radical a una determinada situación política. Esta es una versión intrigante y de alto valor artístico. Una verdadera y única experiencia teatral. Se puede ver el 16, 17 y 19.11 en el Teatro Habait, Noam 6 – Iafo. Cuenta con nuestra recomendación.

El director comenta: “El Dybbuk” es una obra clásica que representa un capítulo histórico glorioso en la historia del renovado drama judío. Cuando se representó por primera vez en hebreo, en 1922 en el Teatro Habima de Moscú. Estos pioneros que presentaron una obra que conectaba el misticismo judío con las ideas de la revolución socialista no se hubieran siquiera imaginado lo que los artistas israelíes harían con este trabajo, después de aproximadamente un siglo.

La historia de la obra original habla sobre la realización de un compromiso de matrimonio que fue violado por codicia. Tras el incumplimiento de la promesa, el espíritu del novio aparece y entra en el cuerpo de la virgen Ana, hija de Lea. Hoy, en el siglo XXI, se está reexaminando la relevancia de la obra en el presente. El espíritu es el “Dybbuk” un nombre que viene de una palabra hebrea que significa el acto de “pegarse”, y es una forma nominal derivada del verbo adherirse o aferrarse.

Gibson Bar-El y Amir Orian que colaboró en la adaptación, explican “La nueva obsesión encarna el levantamiento del individuo frente a la coerción religiosa y el dominio del capital, que pisotean la imagen del hombre. La versión actual es la voz de un individuo que representa una sociedad que busca la libertad, la voz de George Floyd, en el grito de los oprimidos. La tensión que existe entre los dos mundos, los gobernantes opresores frente al espíritu humano, es lo que suscita la creación de este teatro como acción social directa, a partir del deseo de devolver al teatro su destino como estimulante crítica”

Fotos: Chiquita Levov

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