Afiches del líder de Hezbollah Hassan Nasrallah Foto: Djedj vía Pixabay

 

Por el profesor Efraim Inbar

El lanzamiento de cohetes de Hezbollah sobre el norte de Israel durante las últimas semanas buscaba reafirmar su ecuación de disuasión frente a Israel, al tiempo que intentaba crear una nueva realidad en la que Israel absorbiera el lanzamiento esporádico de cohetes por parte de grupos palestinos en el sur del Líbano como una cuestión de rutina. Esto permite a Hezbollah, un apoderado iraní, mantener la negación y evitar una escalada a gran escala en el sector.

Esto es consistente con la estrategia iraní de rodear a Israel con «un círculo de fuego de cohetes», destinado a alterar las vidas de los ciudadanos en el Estado judío y disuadir a Israel de actuar en contra del programa nuclear de Irán.

Hezbollah, una milicia chií, ha sido armada con más de 100.000 misiles capaces de alcanzar casi cualquier objetivo en Israel. Hezbollah está totalmente subordinado a Irán. Los esfuerzos de la República Islámica para garantizar que el arsenal del grupo terrorista chií se mantenga avanzado solo han tenido un éxito parcial; pero ha mantenido la capacidad de Hezbollah para disparar salvas a Israel en caso de que el Estado judío vaya por las instalaciones nucleares de la República Islámica, y ahí radica el secreto de la aparente moderación del líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, desde su guerra de 2006 con Israel. (Aunque la guerra civil siria también desvió la atención del Líbano). La Segunda Guerra del Líbano estalló debido a un reconocido error de juicio del líder de la organización y una acción de carácter táctico que provocó una escalada masiva.

Uno de los temas que deben abordarse antes del programa nuclear iraní es eliminar la amenaza de los misiles de Hezbollah.

A diferencia de la situación en la Franja de Gaza, hacer frente al alcance de la amenaza que representan los misiles de Hezbollah va más allá de un enfrentamiento entre los cohetes de Hamas y los sistemas de defensa israelíes. El sentido común dicta que será necesaria una operación terrestre en el Líbano para minimizar el daño potencial a Israel y evitar daños continuos y a gran escala en el frente interno y en las infraestructuras nacionales. Actualmente, esto representa la mayor amenaza para la seguridad del estado y sus ciudadanos.

La planificación militar actual de Israel debe orientarse hacia el objetivo estratégico final de frustrar los planes nucleares de Irán. Jerusalén no debe desviar su atención de su máxima prioridad.

Esto significa que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) deben prepararse para una guerra preventiva en el sector norte, principalmente para eliminar la amenaza de Hezbollah a la infraestructura estratégica de Israel. Una incursión en el vecino del norte de Israel con el fin de purgarlo de los misiles requiere una planificación meticulosa. Las maniobras de las FDI en el norte y los ejercicios de sus fuerzas especiales en las montañas de Chipre demuestran (abiertamente) que hay preparativos militares para un escenario de conflicto en el Líbano. La «Unidad Fantasma» recientemente establecida también está destinada a este propósito.

Uno solo puede esperar que, bajo el jefe de Estado Mayor, el Tte. Gen. Aviv Kochavi, las FDI, hayan aprendido a procurar la victoria y estén llevando a cabo las acciones necesarias para implementar su nueva doctrina de batalla. Parte del presupuesto destinado a gastos de defensa también debería destinarse a misiones en el Líbano y a proteger el frente interno del norte.

Israel ha iniciado guerras en el pasado (en 1956, 1967 y 1982), así como operaciones de un alcance significativo (en 2008 y 2014). Israel sabe que toda guerra requiere legitimidad en casa y de la comunidad internacional (principalmente de Estados Unidos).

Por tanto, Israel debe crear una atmósfera favorable para la iniciativa militar en el Líbano, y lo antes posible. El deslizamiento del Líbano hacia el caos y los ataques con cohetes desde el sur del Líbano, así como el patrón de actividad agresiva de Irán en toda la región, ofrecen una oportunidad para forjar una comprensión inicial de la necesidad de actuar de Israel. El Líbano y Hezbollah deben vincularse estrechamente a la agresión iraní a los ojos de los israelíes y de la comunidad internacional. Las dificultades que está poniendo Irán en las conversaciones nucleares pueden permitir a Israel más libertad de acción.

Los estados árabes moderados, especialmente del Golfo, están observando el comportamiento de Israel. En ausencia de una actividad decidida y efectiva, los aliados de Israel en la región, recelosos de la retirada estadounidense y temerosos de Irán, serán reacios a confiar en Israel y podrían más tarde acercarse a Irán.

El tiempo para que Israel decida cómo elige actuar (basado en el compromiso de Estados Unidos de permitir que Israel se defienda por sí mismo y, debe agregarse, a su propia discreción) se acerca cada vez más. El camino a Natanz y Fordow pasa al parecer por el Líbano.

Fuente: JISS – Jerusalem Institute for Strategy and Security

El profesor Efraim Inbar es presidente del Instituto de Estrategia y Seguridad de Jerusalén.

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