Familia drusa en una ceremonia de graduación del ejército israelí. - Foto: Wikipedia - CC BY-SA 2.0

Beatriz W. de Rittigstein.

El último sábado del mes de julio, como casi todos los días desde el fatídico 7 de octubre de 2023, el grupo terrorista, yihadista y genocida Hezbollah, que ha secuestrado el Líbano y está a las órdenes del régimen de los ayatolás, lanzó andanadas de misiles hacia el norte de Israel, más de 50.

Uno de esos misiles, un Falak 1, con una carga de 50 kilos de explosivos, de fabricación iraní y que en territorio libanés, sólo lo manipula Hezbollah, cayó en la aldea Majdal Shams, en una cancha de fútbol, donde numerosos jovencitos disfrutaban de un partido, provocando una tragedia de dimensiones inconmensurables: la masacre de 12 niños y adolescentes drusos israelíes, y más de 30 heridos de distinta gravedad.

La mayoría de las personas, incluyendo a las de buena voluntad, ignoran quiénes son los drusos, peor aún aquellas que tanto calumnian al Estado judío de practicar una suerte de apartheid, pero, precisamente, la inserción del pueblo druso en el gentilicio israelí resulta una muestra más de lo absurdo de tal acusación.

Los drusos constituyen una minoría étnica y religiosa que vive en Líbano, Siria e Israel, y en este país están asentados en el norte, en aldeas ubicadas en la meseta del Golán, en la Galilea y en el Monte Carmel, Haifa. Tienen el mismo origen étnico de los árabes y se expresan en ese idioma, pero no son musulmanes; no se rigen por el Corán, ellos tienen sus propios libros sagrados. Rechazan la poligamia y las mujeres drusas cuentan con una igualdad social desconocida en el mundo islámico.  

La religión drusa se basa en siete preceptos esenciales: Relación de hermandad con todos los drusos; resurrección de los muertos; creer en un sólo Dios; unidad de Dios, que está en todas partes y tiempos; aceptar los designios de Dios; no tener una conducta delictiva; dedicarse por completo a Dios. Otro de sus principios fundamentales es la fidelidad a la tierra donde viven y a su autoridad; su concepto de lealtad los obliga a adaptarse a la ley y obedecer al gobierno del país de residencia.

En Israel hay unos 150.000 drusos, lo que representa un 1.6% del total de habitantes.  Son ciudadanos israelíes con todos los derechos y obligaciones; prestan servicio militar, destacándose por su plena identificación, solidaridad y valor.  Siempre ha habido diputados drusos en la Knéset (Parlamento); pero, en algunos asuntos prefieren su autonomía, rigiéndose por códigos particulares, por ejemplo: poseen sus tribunales de justicia.

En 1967, debido a la agresión bélica siria que generó la Guerra de los Seis Días, parte de la región drusa pasó a la administración israelí; ello les significó un gran progreso; han florecido en todos los órdenes, son laboriosos y se sienten sumamente satisfechos. Israel propició ese desarrollo; lograron avanzar y cada día disponen de servicios más efectivos: electricidad, caminos, escuelas, salud pública, etc.  Y de mayor importancia, el Estado judío les brinda respeto y libertad religiosa, política y civil íntegra.

En 1980, el entonces primer ministro Menajem Begin anexó la zona y entró en vigencia la ley civil de Israel, con lo que debían adquirir la ciudadanía israelí; se presentaron problemas, pues temían la venganza en sus familiares que vivían del lado sirio. Pese al transcurso del tiempo, aún sienten inquietud ante la posibilidad de que el área sea devuelta y la postura del régimen dictatorial de Bashar al Assad hacia ellos. Sin embargo, cada vez son más los drusos que se sienten plenamente israelíes.

En las actuales circunstancias, el tan admirado proceder druso, en extremo arriesgado y heroico durante las batallas, el cual se origina en el profeta Abu Ibrahim (Abraham), quien los convierte en sus soldados al impregnarlos de fuerza para combatir a los enemigos, así como su fidelidad por la cual dan lo máximo de sí mismos, podrían desatar presiones entre los drusos a ambos flancos de la frontera libanesa-israelí, colocándolos en el medio de una encrucijada. Lo cierto es que el pueblo judío dentro y fuera del Estado de Israel, siente profundamente este inmenso dolor que enluta a la comunidad drusa israelí.

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