En horas de la mañana, los bomberos estaban tratando de apagar los focos de fuego en las afueras de Jerusalén; mientras se teme que los fuertes vientos, bajo el telón de fondo de la intensa ola de calor y la baja humedad, reaviven esta tarde nuevamente las llamas.
Los funcionarios gubernamentales estiman que la rehabilitación de la flora y fauna de la zona tardará décadas.
Mientras tanto, algunos habitantes de las áreas afectadas critican a las autoridades por no haber apagado rápidamente los focos de fuego durante las primeras horas, antes de perder el control del masivo incendio forestal.
Se calcula que, desde el comienzo del siniestro, el domingo, las llamas han devastado más de 2.000 hectáreas de bosques en las afueras de Jerusalén. El jefe del Cuerpo de Bomberos, Dedi Simchi, comparó por su magnitud el incendio con aquel que se desató en el Monte Carmel en 2010, en el que murieron 44 personas.
El domingo por la noche, los bomberos creían que habían dominado el incendio; pero los fuertes vientos reavivaron las llamas en dirección a las comunidades situadas sobre las colinas al suroeste de Jerusalén, obligando a las autoridades a evacuar a alrededor de 2.000 personas y a procurar ayuda internacional.
Las llamas amenazan numerosas localidades cercanas a la zona forestal de Sataf y a lo largo de la Autopista 1 que conecta Tel Aviv y Jerusalén.
Las comunidades de Kiriat Yearim, Givat Yearim, Tzova, Ein Rafa, Ein Nakuba, Shoeva, Shoresh y Har Etan, así como el hospital psiquiátrico Eitanim, fueron evacuadas mientras los bomberos se desplegaron en el perímetro sur de la capital para establecer una línea defensiva que impida que el fuego avance hacia la Ciudad Santa.
Los bomberos también están concentrando sus esfuerzos en alejar el fuego del Hospital Hadassah en Ein Kerem de Jerusalén. Los funcionarios temen que no podrán asegurar la evacuación completa del nosocomio.