Dos días antes del día después – El problema palestino

 El primer paso no te lleva a donde quieres ir, pero te saca de donde estás.
Anónim
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El día después tiene que llegar, en eso estamos todos de acuerdo porque significa que la guerra terminó. En lo que no nos ponemos de acuerdo es en cómo debe ser y quién lo determina.

Permítanme tomar como base otra frase antigua: para todo problema hay una solución.

Para discutir el día después, como en toda discusión, tiene que haber dos partes dispuestas a discutir.

Problema – Dos pueblos reclaman la misma tierra. Esta solución a un problema centenario parece imposible. Probemos una.

Cuando de una parte hay intención de lograr una solución, de la otra parte “no hay con quien hablar”. Y cuando hubo con quien hablar no se logró solución. Según las palabras de Yasser Arafat: si firmo esto mañana me matan.

Vemos que es imposible o casi tener con quien hablar. Busquemos otra solución.

Cuando del lado israelí haya un gobierno dispuesto a dar solución al problema, que ya vimos que la solución militar no es suficiente y no hay con quien hablar, como dice el refrán del encabezamiento, hay que dar un primer paso para no quedar estancados.

Como todos los intentos demostraron ser inútiles, demos un primer paso que hasta ahora no se dio.

Solución – Israel tiene que formar una comisión de expertos, que incluya políticos de gobierno y de oposición, juristas, militares, pero que no sea demasiado grande para no entorpecer las discusiones.

Esa comisión tendrá que elaborar un mapa de Israel que no será el de 1947, ni el de 1967, ni ningún otro de los que existen. Por supuesto que tampoco será el de la época de los reyes Salomón y David.

Ese mapa deberá contemplar en lo posible las exigencias de ambos bandos, y separará la población judía de la población palestina no israelí.

Los límites deberán tomar en cuenta razones de seguridad y de lógica. Tendrán menor influencia las razones económicas y las históricas. Estamos diciendo que deberá tomarse en cuenta más el futuro y menos el pasado.

Una vez que nosotros, el Estado de Israel, pueblo, gobierno y oposición, estemos de acuerdo, se planteará la solución ante los organismos internacionales correspondientes y a los representantes del pueblo palestino. A los organismos internacionales simplemente a título informativo, no para que ellos dictaminen sobre el proyecto.

Puede suceder:

 a) lograr que israelíes y palestinos se sienten a discutir el proyecto, y que de ahí salga una solución aceptada por todos.

b) que los palestinos no acepten sentarse a discutir. En este caso, Israel ha demostrado buena voluntad, por lo que comenzará de inmediato a levantar un muro en la totalidad de las fronteras que se proyectaron, dando el tema como “hecho consumado”.

De ninguna manera debemos pensar en algo así como un estado binacional. La historia nos dice que nunca funcionó ese sistema salvo en Suiza. Lo hemos visto en la ruptura de Checoslovaquia, Yugoslavia, Unión Soviética, Ucrania-Rusia, tambalea la unión en España, se odian los distintos pueblos en Italia, se desprecian los distintos países de Gran Bretaña.

No me cabe la más mínima duda que ante el hecho consumado, en menos de 24 horas aparecerán los interlocutores que no existían. En ese momento el lado israelí deberá ejercer la mejor diplomacia para lograr un entendimiento.

Tengo muy claro que por lógica el lado palestino aparecerá con violencia, que como no podemos calcular su magnitud, en la confección del proyecto también deben intervenir militares. La reacción puede ser: gritos, tumultos, guerra.

Pero habrá un hecho consumado, un país funcionando (Israel) y delineado un espacio geográfico para la otra parte, que hasta ahora no lo hubo.

El comenzar a levantar un muro en toda la frontera es pura y exclusivamente un factor psicológico que actuará positivamente para lograr un entendimiento.

Quedarán muchos temas a solucionar: qué pasará con los árabes ciudadanos israelíes, qué pasará con algunas colonias que deberán quedar fuera de Israel, cómo separar la parte árabe de la parte judía en Jerusalén, y por supuesto la desmilitarización y la prevención de terrorismo y guerras deberá durar muchos años.

Esto no es una fantasía, es dar un primer paso diferente a los ya dados que fracasaron. ¿Acaso es mejor no hacer nada?

El escollo principal es que los israelíes nos pongamos de acuerdo, y para ello debemos recordar lo que dijo una vez el expresidente norteamericano Harry Truman, definiendo claramente el término “liderazgo”. Ese pequeño gran hombre que supo tirar la bomba atómica para terminar una guerra y no se arrepintió de ello, dijo que el liderazgo sirve “para convencer a la gente a hacer cosas que en el fondo ellos saben que deben hacer, pero no les da la gana.”

Lo contaba Amos Oz en un discurso meses antes de su fallecimiento, y él le agregó:
-Obligar a la gente a hacer cosas, eso no es liderazgo
-Sobornarlos no es liderazgo
-Adularlos no es liderazgo
-Liderazgo es decirle a la gente algo que en el fondo ellos saben que deben hacer, pero no quieren. Por ejemplo, pagar impuestos, por ejemplo dividir este país en dos estados.

Reto a los lectores a que me presenten un plan mejor, un plan más viable, no fantasías, no planes ya fracasados, no planes mesiánicos que jamás serán aceptados. Demos este primer paso, hagámoslo realidad, no podemos vivir eternamente en guerra ni queremos irnos de aquí. Tengamos el coraje de Masada llevado a la realidad de esta época.

 Mauricio Aliskevicius

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