Diferentes formas (actuales y futuras) de afrontar la amenaza de los drones

Dron Shahed 136 del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica exhibido en Irán Foto ilustración: Fars Media Corporation CC BY 4.0 vía Wikimedia Commons

Por Yehoshua Kalisky

Los vehículos aéreos no tripulados [drones], utilizados con frecuencia por el Eje chií desde el comienzo de la Guerra “Espadas de Hierro”, representan una amenaza tanto para los civiles como para las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y sus instalaciones.

Su uso, por parte de Hezbollah, ha causado muertos y daños materiales y puede provocar importantes retrasos en futuras maniobras ofensivas.

Hezbollah cuenta con varios tipos de vehículos aéreos no tripulados [drones], entre ellos los utilizados para fotografía, drones suicidas, de ataque y señuelos.

La dificultad para interceptar distintos tipos de vehículos aéreos no tripulados mediante misiles guiados por radar o aviones de combate se debe a la baja velocidad de esta aeronave, sus pequeñas dimensiones, su perfil de vuelo de baja altura y sus rutas variables, su capacidad de ocultación y evasión aprovechando la topografía compleja y su bajo corte transversal de radar.

Las FDI enfrentan los drones bélicos de dos maneras paralelas: la primera es la forma ofensiva; es decir, daños a los depósitos de almacenamiento, rutas de lanzamiento y equipos de operadores.

Esto está condicionado al desarrollo continuo de capacidades de recopilación y decodificación de inteligencia en tiempo real.

La segunda vía es la defensiva e incluye varias medidas que pueden activarse simultáneamente, además de interceptaciones mediante la [batería antimisiles] Cúpula de Hierro o aviones de combate.

La primera medida en la categoría defensiva es la artillería con alta velocidad de disparo, como los cañones M61 Vulcan (ametralladora Gatling) con 6 cañones que tienen una velocidad de más de 1.000 disparos por minuto por cañón, las ametralladoras antiaéreas guiadas por radar fabricadas en Alemania o Estados Unidos, combinándolas con sistemas de detección y control y seguimiento, o el uso de misiles antiaéreos portátiles [que pueden ser lanzados desde el hombro por un solo operador] como los «Stinger».

La segunda medida es el arma láser, que aún no está en funcionamiento.

El cañón láser con una potencia estimada de 100 kilovatios podría provocar un fallo mecánico en el dron e interceptarlo.

Cabe señalar que el cañón láser tiene limitaciones operativas que surgen de las condiciones ambientales, limitaciones de la distancia de ataque efectiva y el tiempo de permanencia requerido para causar daño al objetivo.

Por esta razón, el cañón láser no es la solución definitiva al problema, sino que es sólo un nivel adicional a las capas de protección existentes.

Una tercera medida actualmente en desarrollo en los Estados Unidos es un cañón que produce radiación de microondas a altas potencias.

El objetivo de esta radiación es «cocinar» los dispositivos electrónicos de los drones.

La radiación de microondas se dispersa en el espacio de modo que puede dañar enjambres de drones, en combinación con aplicaciones de inteligencia artificial para seguimiento, detección e identificación.

La cuarta medida es el control de la dimensión espectral, que permite controlar los canales de comunicación de los drones con sus operadores y su perturbación.

En conclusión, el dron no es un arma revolucionaria y su aplicación en el campo de batalla no es una sorpresa.

Se trata de un problema técnico que puede resolverse mediante diversos medios tecnológicos, algunos de los cuales están siendo implementados y otros se implementarán en un futuro próximo, y su costo económico es entre 40 y 50 veces menor que los medios actuales.

Fuente: INSS – The Institute for National Security Studies

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.