Diferencias y respeto

8 octubre, 2020
Benjamín Netanyahu y Benny Gantz Foto: REUTERS/Nir Elias, Amir Cohen

En todos los ámbitos del quehacer humano el respeto es fundamental. Perdido este, o disminuida su justa valoración, se llega a la anarquía, a la desobediencia, al caos.

La ley judía dice que el rey no debe mostrar su torso desnudo. Curioso que, siendo un mortal como cualquiera, con la diferencia de su cargo y su poder, se aplique esta restricción. La razón es que un rey con el torso desnudo pierde, ante los ojos de sus súbditos, la jerarquía, la prestancia que debe tener.

Los cargos de gobierno son una responsabilidad grande para quienes los asumen. Adquieren deberes importantes, y se convierten en autoridad. Quienes están bajo su égida, deben respetarlos aun en la práctica más furibunda de oposición política. En la otra dirección, también aplica: los gobernantes deben ser respetuosos y asumir con entereza la majestad del cargo que ocupan.

En los últimos meses, las diatribas políticas han dejado mucho que desear en varios países del mundo, considerados del primero entre otras cosas. Las declaraciones y respuestas que se dan los políticos en Israel son a veces lamentables, y el tono degrada la autoridad, la majestad y la jerarquía de los cargos públicos.

En los Estados Unidos, las cosas no están mejor. Una senadora que rompe el discurso del presidente es algo poco elegante. Los dimes y diretes que se dicen unos y otros, los argumentos que se esgrimen y las alusiones directas a eventos de la vida privada de las personas, no son precisamente algo de lo que el público pueda aprender algo bueno, mucho menos infundir respeto.

El punto cumbre de la degradación ha sido el debate entre los candidatos presidenciales, Donald Trump y Joe Biden, el pasado 29 de septiembre de 2020. No se trata de un par de advenedizos. Uno es el presidente del país, el otro ha sido vicepresidente por 8 años, y tiene 47 años en la vida pública. Su misión, además de gobernar con eficiencia y pundonor, es y ha de ser proyectar una imagen imitable, una sensación de autoridad y respeto. No fue eso lo que se transmitió.

La media es un mecanismo excelente de control y de evaluación de los servidores públicos. El acceso del público a la información permite a los electores el conocimiento de quienes serán los responsables de la conducción de sus instituciones, de sus países. Hasta aquí, todo muy bien. Pero los excesos en detalles innecesarios, los comentarios insidiosos no ayudan a nadie ni a nada.

Las infidencias, los insultos, los gestos despectivos, el irrespeto y cosas por el estilo, constituyen un abuso de las libertades y las licencias de la confianza entre las personas. No educan, tampoco forman. Minan la institucionalidad, desacreditan la autoridad. Muestran el torso desnudo de quienes no merecen ser reyes, y el drama de quienes, como súbditos, no merecen esa realeza.

Diferencias y puntos de vista encontrados son bienvenidos, útiles. Pero siempre debe privar el respeto.

Diferencias, sí. Con respeto.

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