Un equipo de investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalén descubrió en la fortaleza de Hircania, en el desierto de Judea, sorprendentes vestigios de las épocas del Segundo Templo y Bizantina.
Los arqueólogos descubrieron en la excavación mosaicos de vivos colores y frescos herodianos, que evidencian una conexión inusual entre las comunidades judía y cristiana que habitaron la zona con siglos de diferencia.
Esto se debe a que en el siglo V un grupo de monjes cristianos construyó un monasterio en la cima de una colina del desierto de Judea, decorándolo con mosaicos y detalles policromáticos, pero 600 años antes, en ese mismo lugar, se encontraba una mikvé cuyas paredes también habían sido pintadas con llamativos tonos rojos, verdes y amarillos.
Ubicada a 17 kilómetros al sureste de Jerusalén, Hircania fue construida entre los siglos II y I a.C. por la dinastía asmonea, posiblemente bajo el mandato de Juan Hircano o su hijo Alejandro Janeo.