El pasado mes de noviembre varios medios de comunicación españoles publicaron el resultado del proyecto que la Fundación Congreso Sefarad Mundial llevaba trabajando desde hacía meses: evidenciar el presunto antisemitismo del ayuntamiento de Barcelona.
Desde sus inicios como alcaldesa de la Ciudad Condal, Ada Colau ha mostrado públicamente su animadversión a la existencia de un estado judío al manifestar su apoyo al movimiento Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS), cuyos fundadores han dejado claro y sin ningún tipo de duda el objetivo de su organización. “Si los refugiados palestinos regresaran, no tendrías una solución de dos Estados, tendrías una Palestina junto a una Palestina”, dijo Omar Barghouti en 2010.
El Congreso Sefarad Mundial, que no representa a la comunidad judía de Barcelona y que sin embargo está compuesta por no judíos y judíos de distintas comunidades de la ciudad, ha criticado a la alcaldesa por haber facilitado el año pasado la presencia en Barcelona de Leila Khaled con el fin de difundir mensajes de odio. Khaled es miembro activo del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), organización que figura en la lista de grupos terroristas de la Unión Europea, y que desde la alcaldía ha sido retratada como una simple “escritora palestina”, pese a haber participado en actividades terroristas en suelo europeo en 1969 y 1970.
Congreso Sefarad Mundial también ha condenado el mal trato recibido por las waterpolistas israelíes, a las que el ayuntamiento vetó su participación debido a su nacionalidad por presiones del BDS y de la CUP (izquierda catalana independentista).
Estos sucesos y otros de la misma índole han provocado un importante aumento del odio hacia ciudadanos israelíes, residentes y de paso en Barcelona, y que ha acabado por afectar por igual a ciudadanos judíos en la capital catalana. En agosto de 2017, en una manifestación contra el yihadismo, se insinuaba que Israel estaría detrás de los atentados en Las Ramblas. En el mes de diciembre del mismo año, en una manifestación multitudinaria en la Plaça Sant Jaume teóricamente en favor de Palestina, se pudo escuchar la consigna antisemita “khaybar Khaybar oh judíos, los ejércitos de Mahoma regresarán”, aludiendo a la masacre contra los judíos de la ciudad de Khaybar por Mahoma y sus seguidores en el siglo VII.
En febrero de 2018 hubo pintadas antisemitas en el museo-sinagoga del Call de Barcelona. En abril mensajes de odio contra Israel en la fachada de la Facultad de Física y Química de la Universidad de Barcelona. En mayo otra manifestación pedía la desaparición de Israel en la vía Laietana. En diciembre un ciudadano judío que en su balcón tenía una pequeña bandera de Israel, denunció una pintada antisemita en la puerta de su vivienda que señalaba “Juden Frei”, con una Estrella de David marcada.
Por su parte, la alcaldesa Ada Colau y el teniente de alcalde Gerardo Pisarello, en un intento de borrar cualquier indicio de antisemitismo del consistorio -sobre todo ahora en época preelectoral-, han participado en diversos actos junto a las comunidades judías, como por ejemplo en la inauguración de una calle en honor a un rabino medieval en el antiguo barrio judío, o en un acto por la Kristallnacht. Una alcaldía más preocupada por judíos muertos que por los que seguimos vivos.
Desde el ayuntamiento han tratado de alejarse lo más posible de las críticas y evitar asumir responsabilidad por estos actos de odio anti Israel y anti judíos, negándose incluso a reunirse con organizaciones veteranas que luchan contra este prejuicio, como la Liga Internacional Contra el Racismo y el Antisemitismo (LICRA).
Congreso Sefarad Mundial continuará denunciando el aumento de odio antisemita dentro y fuera de las instituciones barcelonesas y sobre todo no cesará en su empeño en revelar el carácter antisemita de las mismas.
David Yabo
Judía conservador e israelí liberal LGTB viviendo temporalmente en Barcelona con mi marido. Azote de activistas.