Datos sin información

Foto: Wikipedia - Dominio Público

La era en la cual vivimos está plagada de datos.  Nos enteramos de hechos, conocemos cifras y, curiosamente, no terminamos sabiendo gran cantidad de cosas que debiéramos saber.

Llegamos a conocer detalles de situaciones hasta íntimas.  Nos llegan a nuestras pantallas de teléfonos y computadores, fotos y videos que describen con minuciosidad varias situaciones, antes impensables de saber.  Sin embargo, no atinamos a establecer causas ni consecuencias, veracidad o falsedad.

Hace unos pocos años, la lectura de los periódicos matutinos y los avances en diarios vespertinos nos daban más luces.  Los análisis de los cronistas, menos repletos de datos y de testimonios, parecían ser algo más certeros.  Los programas de noticias radiales eran de escucha casi obligada para quienes querían saber que pasa en el mundo.  Las noches en la televisión tenían, sin falta ni retraso, programas de noticias que hacían un recuento de lo acontecido en el día.  En el país de residencia, en el mundo.

A pesar de tener hoy día más y mejores medios de comunicación, con acceso en tiempo real a los acontecimientos que se suceden en cualquier parte del mundo, se tiene la impresión de estar menos informados.

En esta misma semana, sabemos de hechos ocurridos sin conocer exactamente lo que ha pasado.  Tenemos los datos, no sabemos exactamente qué pasa.  En los Estados Unidos, han transcurrido casi cuatro semanas de las elecciones presidenciales, y no se ha proclamado un ganador oficial.  En Irán, se sabe de un programa nuclear, se sabe de un atentado que cobró la vida de un importante científico del mencionado programa, pero en esa maraña de datos no sabemos qué pasa realmente.  En varios países del mundo, se han arrancado procesos electorales, se sabe de deposiciones y asunciones de gobernantes y, finalmente, se tienen datos, pero poco o nada es concluyente.

En lo que refiere a la pandemia que azota al mundo, tenemos muchos datos, muchas estadísticas. Pero, en relación con el avance tecnológico y científico de nuestros días, muy pocos resultados y conclusiones. Hay varias vacunas, se esperan segundas y terceras olas del virus, se avizoran confinamientos repetitivos en muchos países.  Los mercados bursátiles se comportan como montañas rusas de distintas pendientes.  Se tienen datos por montón en todas las áreas. Pero resulta difícil decidir, saber a ciencia cierta.

Sí. Estamos en la Torre de Babel de nuestros tiempos.  Si otrora fue la cantidad de lenguas distintas habladas por aquellos que pretendieron conquistar los cielos, valga decir, convertirse en los amos del mundo y lograr el control de lo que sucediera cual dioses de un Olimpo inalcanzable, en nuestros días además de idiomas, tenemos grandes cantidades de datos, estadísticas, noticias, imágenes, comentarios, chismes, versiones, detalles.  Datos pues, que no nos proporcionan la información que queremos.

Es el mal de nuestros días.  Tener datos, sin información.  Procesar los datos, administrarlos e interpretarlos es lo difícil. Mientras, podemos ser víctima de la ignorancia o de la manipulación.

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