Cuando el discurso pasa a ser una lengua del horror

Monumento a las víctimas y al Estado de Israel por el atentado terrorista a la Embajada de Israel en Buenos Aires. - Foto: Wikipedia - Dominio Público

El lenguaje es más que sangre (Franz Rosenzweig)

El lenguaje es la vía regia al inconsciente. Deje a alguien hablar y el “pez por su boca cae”. No hace falta agregar nada más, el discurso se delata a si mismo, es möbiano, lo interno se hace externo, y lo de afuera pasa adentro. Con disponerse a oír sin rectificar palabra ni intervenir en ningún lapsus, nos da la posición del pensamiento de cada sujeto. Sus pasiones, su ideología, su cultura, sus maldades.

Entonces, ¿a qué se denomina “la lengua del horror”? Al simple latigazo gramatical donde ambos interlocutores entienden lo que se dice, pero no hay intercambio comunicacional dado que uno de ellos está en desventaja cuando es pensado cual un deshecho o una rata infrahumana, y desde ese lugar desparejo no se entabla ningún lazo discursivo, tan sólo se acatan órdenes injuriantes. Esa fue la relación de los nazis SS con cualquier cautivo en los campos de concentración, en los ghetos, en las calles, y hoy en día cuando es un tirano dictador el que rige y somete a su pueblo entonces, al disidente político lo encarcela, en el mejor de los casos, cuando no es asesinado. Lo vimos acontecer en la Rusia comunista con el asesinato de los poetas rusos. Esa barbarie acontecida el 13 de agosto de 1952 y fue nominada La Noche de los Poetas asesinados. Fueron ejecutados 13 escritores y cientificos judíos bajo las órdenes de Stalin en el sótano de la prisión de Lubyanka. Habían sido falsamente acusados de espionaje y traición a la patria, usando el mismo argumento artero que en el affair Dreyfus a comienzos del siglo XX en Francia.

También fuimos testigos de las atrocidades cometidas por Castro en cuanto al asesinato de sus opositores políticos, Nicaragua junto con Venezuela y otrora con Perón fusilando a sus “renegados”, y acá en la Argentina del presente quedan aún sin resolver “el enigma” Nisman, y los atentados a la Embajada de Israel y la AMIA.

Pero esa forma de hablar, o más bien de vociferar de manera desmedida nos da a ver su contra cara, la cólera y el odio acumulado que hacen de disfraz ante la escena montada y que oculta a un cobarde, un inseguro, impotente y temeroso. Y ante esa mostración lamentable nos queda la esperanza de que acontezca su derrumbe.

El filólogo Víktor Klemperer, sobreviviente de la Shoá, se toma el trabajo de prestar atención a cómo durante la era hitleriana la lengua alemana se iba transformando, degenerando y adquiriendo nuevos vocablos típicos de los regímenes totalitarios que van degradando la riqueza de su léxico y matando lo culto de sus ancestros. Para el nazismo culto y cultura eran sinónimos de judío.

Pone también el acento en la forma de emplear el lenguaje, sobre todo por sus dirigentes, usa la palabra deklamieren, declamar a voz de gritos y ladridos desesperados con la intención de hacerse oír, como un animal herido cuando pide auxilio. Sabe decir, que tras tanto grito se esconde un orador impotente y con ese estilo barbárido se dirige a su audiencia.

En la Argentina de hoy en día estamos padeciendo el mismo fenómeno, una mujer que dirige desde el capricho, a oscuras, agazapada, gobernando a su antojo, deshaciendo leyes, comprando votos, con intentos de cambiar la Constitución con el fin de eternizarse en el poder y seguir siendo inimputable, donde se hace insoportable oír sus declamaciones a viva voz, y ahora con ese nuevo invento llamado “lenguaje inclusivo”, que nos deja afuera a los lectores, intelectuales y amantes de la cultura. Impone la palabra Todes entre tantas otras barbaridades, degenerando la gramática con el fin de incluir al tercer sexo a favor de su voto en las urnas.

A este espectáculo demagógico Víctor Klemperer lo nomina montaje, del alemán aufziehen. Esta palabra connota también el sentido de dar cuerda, de poner en movimiento un objeto mecánico e inanimado. Entonces, el montaje del gran espectáculo va en la orientación de dar cuerda a las masas para que piensen y se muevan al unísono, acorde al son del Gran Tambor totalitario, nombre dado a Hitler en sus comienzos como orador y agitador en Munich.

Nosotros acá, en la Argentina tenemos nuestro “Bombo”, instrumento populachero nacido del peronismo. Ruidos ensordecedores que matan la conciencia y el pensamiento libre, todo va acorde al retumbar de ese gran bombo, “y el que no salta es un gorila”.

Y esta forma de imponer un nuevo habla está en las antípodas de lo expresado por el gran poeta alemán Schiller cuando refiere: “la lengua culta que crea y piensa por ti”. Pero para que ella de a ver mi creación hace falta que exprese mis emociones, que deje fluir mi pensamiento libre, natural y muestre mi posición inconsciente y no ser parte de una chusma populachera (término acuñado por Hannah Arendt), maliciosamente dirigida y domesticada a mansalva.

El libro de Hitler Mi lucha fue tomada como la Biblia del Tercer Reich, se transformó en su decálogo, al igual que en la Argentina se intenta domesticar las mentes Sinceramente con la bazofia dogmática del libro de la vicepresidente. Todo se reduce a la propaganda con lemas burdos hasta el hartazgo. Pareciera como si el tiempo se hubiera detenido y el pasado se transformara en un constante presente, que la humanidad no hubiera aprendido de la Historia, que los demagogos son previsibles porque emulan los modelos de los tiranos de siempre, pero la chusma ignorante aún cree en ellos, sigue comprando “espejitos de colores”, de ahí la frase tan mentada de Perón “alpargatas sí, libros no”, que por cierto no es para nada ingenua, apunta directamente a embrutecer a la población más humilde y que no salga de su ignorancia, puesto que su contrario, el saber y la cultura son el pasaje a la Libertad.

A Hitler le llevó más de 12 años su “montaje” del espectáculo fascista. Aquí en la Argentina el montaje lleva más de 70 años, y con la repetición del “modelo”, pero lo perfecciona, con creaciones acorde a la época, ahora está de moda producir pobres para tenerlos sometidos con subvenciones, ergo, voto comprado e idolatría a sus dirigentes, maestros de la corrupción por nombrar algo de sus largos caminos políticos.

Sí, llora por mí Argentina, por el futuro trunco de nuestros hijos, por nuestro grito desesperado por no llegar a ser Venezuela, por recuperar esa Argentina construida por inmigrantes, esos desahuciados venidos de la Shoá, de la Italia fascista, de la España de Franco, que trajeron sus esperanzas, su honestidad, su amor al trabajo, su saber, a este país de bonanza.

Todo eso están matando, y también matando la esperanza.

¿Y qué habrá de quedar como resto en nuestros jóvenes domesticados bajo cualquier régimen totalitario?

Víctor Klemperer relata que ya terminada la guerra ejerce como inspector de exámenes en un bachillerato en Alemania. Pregunta a un alumno el significado de la palabra “Faschismus”, y éste responde sin titubear: “viene de la palabra fax, antorcha”. Este joven ha pertenecido a las Juventudes Hitlerianas. Sus compañeros le corrigen diciendo “viene de fascis”, pero cómo convencer a un joven militante y fanático del nazismo. El Mal ya había hecho sus estragos. Aquí en la Argentina éste recién comienza, nos falta tiempo y recorrido para evaluar las consecuencias morales, mentales y culturales que habrá de dejar éste régimen “totalitario” muy bien emulado del nazismo y demás tiranos históricos.

Esperemos que el tiempo y la vida nos sea suficientes para ser testigo y poder evaluarlo, y por qué no, encausarlo de otra manera dada mi formación y mi pasión de psicoanalista.

Recordemos las palabras premonitorias dichas por Nikita Khrushchev el 29 de septiembre de 1959 en las Naciones Unidas. Dice “los hijos de tus hijos vivirán bajo el comunismo. Ustedes los Occidentales son tan crédulos que no aceptarán el comunismo directamente, pero seguiremos alimentándolos con pequeñas dosis de socialismo hasta que finalmente despertarán y descubran que ya tienen comunismo para siempre. No tendremos que pelear con ustedes. Debilitaremos tanto su economía hasta que caigan como fruta madura en nuestras manos. La democracia dejará de existir cuando les quiten a los que están dispuestos a trabajar, y se lo den a aquellos que no”.

Esta todo dicho, la premonición es actual, ésta es la Argentina de hoy y los ingenuos siguen dormidos y clamando con su Bombo. Los únicos con poderes absolutos, riquezas acumuladas son los funcionarios, políticos y parásitos, con fortunas desmedidas como las de los demagogos Latinoamericanos, todo efecto del robo al erario estatal, los impuestos desmedidos, las coimas y las apropiaciones del patrimonio ajeno.

Réquiem por un país que está perdiendo su patrimonio, su cultura y su libertad, y el pueblo sigue anestesiado, narcotizado con tanto discurso populachero, banal y con una carga de seducción y promesas desmedidas con tal de taponar sus oídos en desmedro del entendimiento con la única finalidad de arrancarles un voto so precio de hipotecar la vida libre y el derecho a pensar y opinar a título personal.

Y es así como los pensantes nos quedamos solos, hablando en silencio dado que nos quedamos sin interlocutores válidos, y nuestras palabras se las llevó el viento, y cuando el viento se lleva a los amigos, queda el viento soplando ante nuestra puerta vacía, junto al desolado ocupante, o sea, Yo.

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