Por Sima Shine
Desde la ejecución de la élite gobernante y de seguridad iraní, continuando con la represión y detenciones masivas de activistas políticos, hasta el enfrentamiento con Occidente, encabezado por Estados Unidos, con la toma de la Embajada estadounidense en Teherán y la entrega de la que había sido la misión israelí a la OLP.
La Revolución Islámica en Irán se inició con dos consignas importantes.
Una era «Exportar la revolución» a otros países en base a las comunidades chiís locales, y la segunda era «Ni Occidente ni Oriente», lo que significa que el régimen islámico buscaba desvincularse de los bloques liderados por Estados Unidos y la Unión Soviética.
La Guerra Irán-Irak de ocho años, que extrajo un precio muy alto a Irán, y el ascenso del actual Líder Supremo Khamenei tras la muerte de Khomeini, condujeron a la decisión estratégica de construir el programa nuclear que le permitiría a Irán producir armas nucleares.
Desde entonces, Irán ha llevado a cabo una larga campaña de engaño y ofuscación con respecto a su búsqueda de un programa nuclear de base amplia, disfrazado de proyecto civil con fines pacíficos.
Paralelamente, ha trabajado para exportar la revolución más allá de las fronteras de Irán, con el régimen explotando los desarrollos regionales para sus fines: creando a Hezbollah tras la Primera Guerra del Líbano; estableciendo milicias pro iraníes en Irak después de que Estados Unidos invadiera el país y derrocara al régimen de Saddam Hussein; trayendo combatientes y asesores de la Guardia Revolucionaria y milicias afganas e iraquíes a Siria durante su guerra civil; y brindando ayuda masiva a los hutíes que luchan contra Arabia Saudita en el Yemen.
Así, Teherán ha consolidado su influencia en esos países, mientras usa sus apoderados (proxies) para avanzar en sus objetivos.
Además, desde el principio el régimen ha llevado a cabo una campaña contra sus opositores, asesinando a disidentes en toda Europa y generando así conflictos con los gobiernos europeos en cuyo suelo se llevaron a cabo tales operaciones.
Esta política de larga data, por un lado, ha convertido a Irán en el principal desestabilizador de la región y, por otro, lo ha puesto en curso de colisión con Occidente y Estados Unidos, que durante años han respondido con duras sanciones económicas y aislamiento político, y ocasionalmente, incluso con confrontación militar.
Fuente: INSS The Institute for National Security Studies