Pablo Sklarevich
El presidente norteamericano, Donald Trump, fue recibido tanto por los árabes en Riad y los israelíes en Jerusalén como el Mesías -montado no en un burro sino en el avión presidencial Air Force One-. El presidente de Estados Unidos debe darle el crédito de su magnífica recepción a su antecesor. De hecho, Barack Obama, alienó a los aliados de Washington en el Oriente Medio. Su disparatada gran estrategia izquierdista era, tras los atentados del 11 de septiembre, reconciliar a Estados Unidos con los islamistas, ya sean chiís o sunitas -es decir a los khomeinistas y los Hermanos Musulmanes, respectivamente-. La premisa es que éstos últimos representan a las masas auténticas y populares en la región, y por lo tanto, la democratización de la zona no debería excluirlos.
Trump se jacta de ser la antítesis de Obama. Los llamados países árabes moderados, encolumnados detrás de Arabia Saudita, mostraron que lo último que quieren es que Washington se vaya de la región tras la destrucción del Estado Islámico, algo que podría suceder en los próximos meses. Esperan fundamentalmente que Washington ponga freno a las milicias pro-iraníes, conformadas por cientos de miles de hombres en Siria.
Algunos analistas sugieren que Arabia Saudita tiene influencia sobre la Autoridad Palestina tal como Estados Unidos sobre Israel; entonces, según se especulaba, si Washington y Riad deciden sellar un acuerdo, Netanyahu podría ver el futuro de su coalición en peligro. Sin embargo, no es claro que los sauditas y los países del Golfo tengan un interés prioritario en los palestinos.
Subversivamente, Trump ha dicho a Netanyahu que Mahmud Abbás (Abu Mazen) está dispuesto a un acuerdo de paz, al igual que el mundo árabe. Pero que el cambio debe venir desde adentro, es decir que no va a presionar. Su objetivo era no solo la firma de jugosos acuerdos de ventas de armas para crear puestos de trabajo en Estados Unidos, sino también la creación de una coalición regional de fuerzas, una especie de OTAN para el Oriente Medio.
Probablemente, lo más interesante desde el punto de vista de Israel debe haber sido, si es que lo hubo, el mensaje del rey Salman Abdulaziz al Saud para el primer ministro, Biniamín Netanyahu.
LLEGÓ PAPÁ Dios Bendiga AL ESTADO JUDÍO DE ISRAEL Y A USA