Por Danny Citrinowitz
Han pasado cinco años desde la muerte de Qassem Soleimani, comandante de la Fuerza Quds de Irán, en un ataque estadounidense, momento apropiado para un breve análisis de las consecuencias de su eliminación, que siguen sacudiendo Oriente Medio:
1. El colapso del “Eje de Resistencia” liderado por Irán observado en el último año se remonta a la eliminación de Soleimani. Su importancia es evidente al examinar el estado actual del Eje.
2. Si bien a menudo se sostiene que cada líder eliminado tiene un reemplazo y solo unos pocos asesinatos tienen un impacto a largo plazo, la eliminación de Soleimani cae en la última categoría. La decisión del presidente Trump transformó fundamentalmente Oriente Medio en su conjunto y debilitó específicamente la influencia regional de Irán.
3. Una cosa está clara: nadie ha podido llenar los zapatos de Soleimani. Su sucesor, Qaani, no logró mantener el control sobre los proxies [apoderadods] de Irán en la región, lo que obligó a Nasrallah a asumir un papel de liderazgo más importante en la gestión de los proxies, lo que puede haber debilitado al propio Hezbollah.
4. Es muy poco probable que Sinwar hubiera lanzado el ataque del 7 de octubre sin el conocimiento y la participación de Soleimani. Soleimani ciertamente habría preparado al Eje para una operación de ese tipo. La sorpresa del Eje tras el ataque de Hamás condujo a una estrategia confusa y descoordinada, que no logró capitalizar el éxito operativo de Hamás.
5. Mientras Soleimani estaba vivo, los proxies de Irán operaron con una independencia limitada (ciertamente los hutíes, las milicias iraquíes e incluso Hezbollah). Con su muerte (y con la eliminación de Abu Mahdi al Muhandis), la conexión entre Hezbollah e Irán se dañó significativamente, especialmente en términos de la capacidad de Nasrallah para consultar con Soleimani y comprender mejor la mentalidad de la dirigencia iraní.
6. Irán perdió a su mayor experto en Oriente Medio precisamente cuando más lo necesitaba. Teherán sigue pagando el precio de su desaparición y su escasa comprensión de la dinámica regional en general y de Israel en particular. Esto se ha reflejado en una serie de errores que han profundizado la angustia estratégica de Irán. Esta angustia también es resultado de decisiones tomadas por proxies iraníes sin coordinación con Teherán.
7. El colapso del régimen de Assad es otra consecuencia de la eliminación de Soleimani. Soleimani era la única figura capaz de coordinar esfuerzos entre Rusia, Hezbollah y las diversas milicias chiítas para salvar a Assad. Si bien es difícil determinar qué podría haber sucedido si Soleimani hubiera estado vivo, hoy está claro que nadie podía reemplazar su capacidad para sincronizar los esfuerzos de defensa del régimen sirio.
8. Irán tendrá dificultades para reconstruir las capacidades de Hezbollah sin Soleimani. Su liderazgo tras la Segunda Guerra del Líbano transformó a Hezbollah de una organización terrorista en una fuerza militar. Sin Soleimani, sin Nasrallah y, sin duda, con la pérdida de Siria en el Eje, la reconstrucción será mucho más difícil.
La conclusión es que la fuerza y el dominio de Soleimani en la configuración, gestión y coordinación del Eje con Hezbollah y Nasrallah se convirtieron en un lastre después de su eliminación, ya que nadie podía ocupar su lugar. La fragmentación del Eje y el ascenso de actores independientes han debilitado el control de Irán y han causado complicaciones para ese país.
Durante los períodos de relativa calma, las consecuencias de la eliminación de Soleimani podían ocultarse, pero una vez que estalló la guerra, su ausencia se sintió profundamente, afectando la coordinación, la comunicación y la comprensión de la dinámica regional por parte de Irán.
Fuente: INSS – The Institute for National Security Studies