En esta minuciosa investigación, el periodista Álvaro Alfonso explica el rol de la Guerra Fría en el devenir político de Uruguay y Latinoamérica en los 70. “Si revisáramos la historia de Uruguay, los malos no serían tan malos ni los buenos tan buenos”, asegura.
Por René Salomé
Con testimonios de los principales actores de la época y documentos inéditos, el periodista uruguayo Álvaro Alfonso reconstruye el caos de 1973 en “El golpe de todos”, libro que se descarga gratis en Bajalibros.
“Si revisáramos la historia de Uruguay, los malos no serían tan malos ni los buenos tan buenos”, dijo el periodista uruguayo Álvaro Alfonso en diálogo con Infobae al momento de la publicación de su nuevo libro, El golpe de todos. Uruguay 1973, editado por Leamos y que puede descargarse gratis en Bajalibros.
En esta minuciosa investigación, que cuenta con testimonios de los principales actores de la época así como de numerosa documentación inédita, Alfonso detalla cómo la Guerra Fría, aquella disputa a nivel mundial entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, tuvo un impacto directo tanto en la gestación del régimen que gobernó al Uruguay entre 1973 y 1985, como en el respaldo al surgimiento en los años previos del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLN-T) que se proponían tomar el poder a través de las armas.
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“No hay duda que los países del Este estaban detrás de estos movimientos guerrilleros aportando armamentos e instrucción otras veces, como tampoco la hay duda de que la CIA, el Pentágono y algunas instituciones de Estados Unidos estuvieron detrás de los golpes de Estado”, escribe.
El golpe de todos reconstruye un año clave para la historia tanto uruguaya como latinoamericana: en Argentina se vivía el esperado y caótico retorno de Juan Domingo Perón, en Chile caía el gobierno socialista de Salvador Allende y en Uruguay se llevaba a cabo un golpe cívico militar del que se cumplen 50 años, que mantuvo en el poder al hasta entonces presidente democrático, Juan María Bordaberry.
En el fragmento compartido a continuación, el autor explica el rol de la Estados Unidos y la Unión Soviética en las dictaduras de Latinoamérica y cómo la Guerra Fría, a pesar de ser no contar con fatalidades en los territorios de estas dos potencias, provocó “25 millones de muertos, con una relación de siete civiles y un militar”, a través de las guerras civiles internas en América Latina, África, Asia y Oceanía.
Así empieza “El golpe de todos”
La Tercera Guerra Mundial de los otros
“La revolución cubana era el emblema que le daba sueños y romanticismo a la lucha radical. Quienes todavía creían en la revolución marxista-socialista encontraban allí su modelo. La imagen romántica del Che Guevara con su boina y más tarde con su muerte, fue el símbolo. Todo ese espíritu se enriquecía en una hoguera romántica pensando que por esa vía se iba a construir un mundo nuevo, una sociedad nueva.
Aparte de eso, estaba la intervención foránea directa. No hay que olvidar que se estaba en tiempos de la llamada Guerra Fría entre las potencias de entonces: Estados Unidos y la Unión Soviética. Y esa es una historia que está por escribirse. Aquella “guerra” fue fría entre las dos grandes potencias, pero no fue fría en América Latina, donde se vivió una situación de conflicto militar no convencional. Pero sin ninguna duda, una guerra. América Central con decenas de miles de muertos y países sudamericanos, incluido Uruguay, sin tanta mortandad cuantitativa pero también con conflictividad bélica. No hay duda que los países del Este estaban detrás de estos movimientos guerrilleros aportando armamentos e instrucción otras veces, como tampoco la hay duda de que la CIA, el Pentágono y algunas instituciones de Estados Unidos estuvieron detrás de los golpes de Estado”.
Sin intentar ser persuasivos, dejando de lado por completo la teoría literaria, podemos afirmar que la Guerra Fría, en la década de los años ‘70 fue la ‘alfombra´ de las dictaduras en el Cono Sur. Para las estadísticas, el conflicto entre los Estados Unidos y la entonces URSS se extendió directamente entre los años 1947 y 1991. Dos de las potencias triunfadoras de la Segunda Guerra Mundial pulsearon en el planeta por imponer el capitalismo o el socialismo. Empero, curiosamente, y contrario a toda lógica, no se enfrentaron militarmente. Sin hesitar trasladaron su disputa al resto del mundo.
El continente americano, especialmente el Cono Sur, desde los años ‘50 era considerado “estratégico” por Estados Unidos y la URSS, máxime después que los soviéticos habían instalado un puente de desembarco para avanzar con el socialismo en la región a través de Cuba, liderada por Fidel Castro. En esta región los actores principales fueron las fuerzas de seguridad y los grupos guerrilleros inspirados en la ideología marxista-leninista y el nacionalismo de tendencia a la izquierda. Mientras Estados Unidos y la URSS se disputaban los territorios, las guerras civiles internas en América Latina, África, Asia y Oceanía, provocaron 25 millones de muertos, con una relación de siete civiles y un militar.
El combate ideológico claramente tenía un objetivo de fondo: disciplinar las sociedades y elegir los países aliados que intentarían defender una u otra filosofía. Occidente, tras la Segunda Guerra Mundial, pareció demorar en percatarse que el conflicto de la Guerra Fría se trasladaría a todos los ámbitos de la vida de los habitantes en todo el mundo: político, militar, social, ideológico, económico, propagandístico, cinematográfico, deportivo, cultural.
De Richard a Richard…
“No pretendo decir que mienten con respecto a la información de Inteligencia o que la distorsionan, pero quiero que sean ustedes muy cuidadosos a la hora de separar los hechos de las opiniones” le dijo Richard Nixon, presidente de los Estados Unidos, Richard Helms, director de la CIA, en una reunión del Consejo de Seguridad Nacional celebrada el 18 de junio de 1969.
“El hecho es que las proyecciones de Inteligencia para 1965, 1966, 1967 y 1968 -y las hemos visto todas- se han equivocado en un 50 por ciento con respecto a lo que iban a hacer los rusos. Y lo han hecho a la baja –decía Nixon-. Tenemos que partir del hecho, de todos los hechos y llegar a conclusiones sobre la base de hechos incuestionables. ¿Se entiende esto?”.
El 19 de marzo de 1966, en un documento rotulado como “secreto”, la Junta Interamericana de Defensa (JID) -entidad que responde a la Organización de Estados Americanos (OEA)- advirtió que “el logro de la adhesión de un gobierno americano al ‘bloque comunista’ sería de un valor estratégico y psicológico extraordinario para el mismo. Ello favorecería y aceleraría notoriamente al desarrollo de la Guerra Revolucionaria –así tildaba Estados Unidos a la Guerra Fría- a la vez que modificaría la situación estratégico-militar del continente”.
LA JID observó que “el bloque comunista ha incorporado o pretendido incorporar en algunos casos a su esfera de acción, mediante la citada guerra, a numerosos países. En la actualidad, pese a la coexistencia pacífica, sigue en ejecución. Fácil es comprender, dentro de la posición ideológica establecida en el orden mundial, la importancia que para ambos grupos de naciones (Mundo Occidental y Bloque “Comunista”) representa América (…) es el único Continente de real importancia que se mantiene, prácticamente en su totalidad, en el Mundo Occidental”.
En ese documento “secreto”, de 138 páginas, al cual tuvo acceso el autor, el Consejo de Delegados de la JID incluyó el estudio de las guerrillas en seis países: Colombia, Venezuela, Guatemala, Nicaragua, Perú y Bolivia. En cinco de ellos, con excepción de Venezuela, la JID sostuvo que tenían influencia de Fidel Castro y el comunismo. A pesar que no figura Uruguay en el estudio, hay conceptos y argumentos sólidos esbozados por la JID que coinciden con los fundamentos del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLN-T) para promover la guerrilla en el Uruguay.
La sentencia de la JID fue la siguiente: “La situación económica y social de ciertas regiones del continente ofrece condiciones aceptables para la ejecución de las guerrillas (…) la intensa acción subversiva desatada desde Cuba y las posibilidades que ofrece la situación de este país para el apoyo de los elementos revolucionarios (…) existen claros ejemplos de propaganda de Castro, que los hechos acompañan a las palabras”.
La JID pareció orientar a las Fuerzas Armadas de la región por dónde debían incursionar cuando el conflicto estuviera a pleno. Argumentó que los Ejércitos de la región tendrían “una fina posición ideológica –porque- comprenden cabalmente la importancia del peligro comunista”. La oficina dependiente de la OEA también pasó un aviso a los gobiernos democráticos que seguían los lineamientos económicos del capitalismo. Se escribió en el documento aprobado por los delegados militares de la JID lo siguiente: “La experiencia indica que aún hoy, después de muchos años de desarrollo de la citada guerra (casi dos décadas en ese entonces), no ha sido comprendida por el Mundo Occidental”.
“No hay duda de que los países del Este estaban detrás de estos movimientos guerrilleros aportando armamentos e instrucción, como tampoco de que la CIA, el Pentágono y algunas instituciones de Estados Unidos estuvieron detrás de los golpes de Estado”, afirma Alfonso en “El golpe de todos”.
La devolución soviética
La contraparte de la URSS a las razones esgrimidas por la JID, pese a las divergencias que arrastraban los soviéticos hacía décadas con China Comunista, tuvo su punto de partida en el verano de 1966, en la reunión de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS).
Al encuentro celebrado en La Habana, Cuba, asistieron delegados de todos los grupos de izquierda de la región. Cuando se dirigió a los asistentes, Fidel Castro arengó a generar las condiciones para la lucha armada y la guerrilla en el continente latinoamericano. “Y aún allí donde todavía la burguesía y el imperialismo ejerzan su dominio de clase por medios constitucionales, como es el caso de Uruguay. Allí se manifiesta de manera más palmaria la fuerza del movimiento de masas y el espíritu revolucionario del pueblo. Y nosotros debemos decir las grandes simpatías de nuestro país hacia Uruguay, porque aquel es un país pequeñito, no tiene montañas, rodeado de dos colosos reaccionarios”, refirió Castro.
El 31 de enero de 1966, la agencia de noticias estadounidense United Press International (UPI) difundió un cable, fechado en Caracas, poniendo en conocimiento un documento secreto procedente de La Habana durante las reuniones de OLAS.
“OLAS tendrá su sede y trabajará en el Uruguay a través del Instituto Cultural Uruguayo Soviético (ICUS). El primer objetivo de la revolución popular en el continente es la toma del poder mediante la destrucción del aparato burocrático y militar del Estado (a través de) la lucha armada, que será feroz y sin cuartel”, sostuvo el escrito.
El slogan del Congreso celebrado en La Habana había sido “el deber de todo revolucionario es hacer la revolución”, además de desplegar la “política foquista”: o sea, formar grupos de resistencia armada, aún sin contar con el apoyo de la población.
Quién es Álvaro Alfonso
♦ Es periodista, escritor, locutor profesional, relator de fútbol, maestro de ceremonias de eventos públicos y privados, entre otras profesiones vinculadas a la comunicación.
♦ Ha trabajado en varios medios en Uruguay: radios El Espectador y Radio Sport, los diarios El Observador, La República y Últimas Noticias, los semanarios Crónicas y Tiempos del Mundo, y en la televisión, en Canal 4 y VTV.
♦ Durante dos períodos de gobierno (2010 al 2020) fue alcalde del municipio de Aguas Corrientes, de donde es oriundo.
♦ Escribió libros como El revés de la trama. La historia secreta de la salida de la dictadura, El vino de la muerte, Jugando a las escondidas. Conversaciones secretas entre tupamaros y militares y Buscando a los desaparecidos.
Fuente: INFOBAE