Asesinato de Fakhrizadeh: ¿el costo pesa más que los beneficios?

Mohsen Fakhrizadeh, Foto Agencia de Noticias Tasnim Wikipedia CC BY 4.0 2

Más allá de los conflictos políticos en torno al asesinato del “padre de la bomba iraní”, surgen también interrogantes en cuanto a la necesidad y el valor de lo acontecido. ¿Esto demorará el programa nuclear iraní de manera considerable? ¿Valieron la pena las reacciones de enojo alrededor del mundo y la venganza que se espera de la República Islámica? Considere estas preguntas desde un punto de vista “menos popular”.

La suposición predominante en los medios israelíes e internacionales, y entre los gobiernos alrededor del mundo, es que Israel estuvo detrás del asesinato del líder del proyecto nuclear iraní, Mohsen Fakhrizadeh. De ser así, deberían evaluarse y sopesarse los costos y los beneficios del asesinato desde el punto de vista israelí. Con este fin, deben responderse determinados interrogantes: ¿Cuál fue el propósito estratégico de este acto, y qué tan probable es su éxito en definitiva? Teniendo en cuenta este objetivo, estuvo acertado el timing del asesinato? Y por último, ¿los posibles costos son mayores o menores que el beneficio esperado? Este artículo concluye que en el caso del asesinato de Fakhrizadeh, es incierto si los beneficios pesan más que los costos, y no está claro si el asesinato logrará sustancialmente perjudicar y demorar el programa nuclear iraní.

Aún nadie se ha atribuido la responsabilidad del asesinato de Mohsen Fakhrizadeh, el líder del proyecto de armas nucleares iraníes, pero la suposición predominante tanto en los medios internacionales como en los israelíes y entre los gobiernos alrededor del mundo es que Israel es el responsable. Esta presunción nos exige evaluar el costo y el beneficio de la decisión israelí de ejecutar el asesinato. Con este fin, deben responderse determinadas preguntas:  ¿Cuál fue el propósito estratégico de este acto, y qué tan probable es su éxito en definitiva? Teniendo en cuenta este objetivo, ¿estuvo acertado el timing del asesinato? Y por último, ¿los posibles costos son mayores o menores que el beneficio esperado?

Si Israel es realmente el responsable del asesinato de Fakhrizadeh, es probable que la decisión de llevarlo a cabo fuera tomada con el apoyo del gobierno de Trump y en coordinación con éste, a menos de dos meses hasta que el Presidente electo Joe Biden ingrese a la Casa Blanca. Tal vez Israel y los Estados Unidos deliberaron y coordinaron el ataque durante la visita más reciente a la región por parte de Mike Pompeo, el secretario de Estado, desde el 18 al 21 de noviembre de 2020. Quizá también hubo cierto grado de colaboración con los líderes sauditas durante la reunión tripartita clandestina en la ciudad de Neom, Arabia Saudita y que incluyó al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu. Son necesarias la coordinación y la aprobación de EE.UU., dado que Estados Unidos y los países del Golfo bien podrían sufrir algunas consecuencias de la respuesta iraní esperada.

El objetivo estratégico tácito e implícito, aun cuando nadie se atribuyó la responsabilidad de lo acontecido, es perjudicar el proyecto militar nuclear iraní, demorar su progreso y tal vez impedir que Irán lo continúe. Este proyecto, que debía ser congelado durante más de diez años en el marco del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés) firmado con Irán en 2015, cobró velocidad de nuevo luego de que el presidente Trump se retirara del acuerdo. Según el informe más reciente publicado por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Irán acumuló una cantidad de material nuclear enriquecido en un nivel bajo que alcanzaría para uno, y pronto dos misiles nucleares luego del enriquecimiento a nivel de grado militar, de modo que el arma nuclear iraní estará listo en mucho menos tiempo. Para Trump y Netanyahu, el asesinato supuestamente tenía dos objetivos: el primero, complicar las buenas intenciones del nuevo gobierno de Biden de volver al JCPOA con Irán. El segundo objetivo tiene que ver con las políticas locales – fortalecer el apoyo local en Israel y EE.UU para Netanyahu y Trump respectivamente, y el apoyo a sus políticas.

Reunión Netanyahu-Pompeo, Noviembre 2020 Foto: Departamento de Estado de EE.UU.

Más allá de la cuestión moral del asesinato, existe una cuestión de principios: ¿la eliminación de los líderes de organizaciones o sistemas, o de sus individuos centrales, realmente perjudican a las organizaciones durante un período significativo? El historial de los asesinatos iniciados por Israel es variado: las muertes como de costumbre no dañaron las capacidades de las organizaciones atacadas durante un período considerable, pero a veces sucedía lo contrario. Tal fue el caso, por ejemplo, con la eliminación del líder de Hezbollah, Abbas Musawi, en 1992, que dio lugar al ascenso de Hassan Nasrallah. Algunos disputan que Nasrallah ha sido un líder más eficaz que su predecesor, y que las capacidades de Hezbollah no han hecho más que mejorar bajo su mandato. Además, en cuanto a los asesinatos, en su mayor parte es difícil precisar los logros que van más allá del nivel táctico y del plazo limitado. Un ejemplo fue el asesinato de los líderes de Hamás en la Franja de Gaza, que provocó que Hamás suspenda ataques en Israel durante un tiempo, pero no es claro si con esto alteraron la estrategia subyacente de Hamás o demoraron el crecimiento del poder del movimiento. A pesar de lo que se habla sobre Ismail Kani (el sucesor del comandante de la Fuerza Quds, Qassem Soleimani) y su falta de carisma y lazos con los líderes del régimen iraní, no es fácil apuntar a cambios sustanciales en la estrategia de Irán y las operaciones por el Medio Oriente en general y las operaciones de la Fuerza Quds en particular desde que Soleimani fue asesinado.

En el caso de el programa nuclear iraní, al comienzo de la última década hubo una campaña de asesinatos contra científicos nucleares iraníes. No hay pruebas de que esta campaña ocasionó una demora considerable en el programa o que disuadió a los científicos nucleares iraníes de participar en este programa nuclear. Más bien, las actividades políticas que pretenden impedir la cooperación con Irán, las divulgaciones de inteligencia, las sanciones, las ciberoperaciones y en definitiva el JCPOA contribuyeron mucho más al desacelere del programa e impidieron que Irán haga uso de un arma nuclear, por miedo al posible costo del avance del programa. Parece ser que al momento de los asesinatos, el proyecto iraní era demasiado extenso y maduro para que unas muertes lo afectaran de manera sustancial. En cuanto a Fakhrizadeh, éste es descrito como el líder carismático y eficaz del componente militar del proyecto y aparentemente parece ser irremplazable. ¿Pero acaso es así? ¿O podría ser que esta apreciación surge de la tendencia de glorificar al enemigo que tenemos enfrente? La experiencia nos enseña que no hay forma de saber con anticipación si el sucesor será mejor o peor que su predecesor.

La cuestión del timing influye en el cálculo del costo-beneficio. Podría aducirse que el asesinato fue únicamente posible antes del ingreso de Biden a la Casa Blanca, puesto que al parecer el nuevo Presidente no aprobaría un acto de esta naturaleza. Entonces, lo acontecido solo tiene valor dentro de este marco temporal. Sin embargo, esto radica en el supuesto de que no hay posibilidad de demorar el proyecto nuclear de Irán mediante un acuerdo entre el país y las potencias mundiales. Este supuesto contradice el éxito del acuerdo existente para demorar el proyecto por lo menos por tiempo limitado, como así también las chances de que el nuevo gobierno estadounidense intente renovar el acuerdo anterior e incluso mejorarlo y extenderlo hacia otras áreas. Del mismo modo, niega que Estados Unidos pueda iniciar un proceso de reconciliación con Irán, lo que a largo plazo atrasaría y perjudicaría el proyecto de manera más significativa, aún si las chances de tal eventualidad son mínimas. Esta idea también ignora la posibilidad de que incluso sin un asesinato van a fallar los intentos del nuevo gobierno por llegar a un acuerdo Irán, en parte por los cambios políticos tanto dentro de Irán y en las relaciones iraníes-estadounidenses desde la retirada de EE.UU. del acuerdo nuclear y la renovación de las sanciones sobre Irán. Por un lado, la desconfianza iraní de EE.UU. y su sistema político ha aumentado en gran medida; nadie puede garantizarle a Irán que un nuevo gobierno en cuatro años no volverá a las políticas de Trump. Por otro lado, estos acontecimientos fortalecieron enormemente el estatus de los intransigentes en Irán, quienes se oponen a cualquier tipo de acuerdo nuclear, y en las próximas elecciones presidenciales iraníes, previstas para junio de 2021, es probable que salga victorioso un candidato conservador. Supuestamente, un asesinato de este tipo no sería tan caro si sucediera una vez que el gobierno de Biden intentara y no lograra llegar a un pacto con Irán.

Foto: Fars News Agency Wikimedia CC BY 4.0

Por el contrario, es probable que el verdadero timing del asesinato tenga altos costos políticos, en particular si el asesinato resulta en una guerra entre los EE.UU y la región (aunque tal supuesto no parece probable). Se esperaban varias condenas severas internacionales por parte de la Unión Europea y el secretario general de la ONU, pero las duras condenas en Estados Unidos y el lenguaje terminante de aquellos cercanos al Partido Demócrata no tienen precedentes. Israel es considerado un estado criminal terrorista. Muchos ven el asesinato como una conspiración entre Trump y Netanyahu para frustrar uno de los componentes principales de la política del nuevo gobierno, que cree que el intento por impedir que Irán obtenga competencia nuclear al retirarse del JCPOA y la agravación de las sanciones no han tenido éxito; puesto que de acuerdo con esta perspectiva, la política de Trump en la práctica no hizo más que reavivar el programa nuclear iraní y provocar que Irán logre acercarse a la bomba. El camino correcto es volver a un acuerdo que esté respaldado por la amenaza de las sanciones y la acción militar. Aun antes del asesinato, las relaciones entre el primer ministro Netanyahu y el Partido Demócrata se vieron dañadas por la postura descarada de Netanyahu contra el gobierno de Obama y sus políticas, como así también su intimidad con Trump y el Partido Republicano; en este escenario, el apoyo bipartidista a Israel se ha erosionado gravemente. Aunque Biden pertenece al sector moderado del Partido Demócrata y en su historial ha apoyado a Israel de manera consistente, es incierto si podrá permanecer callado ante el escarnio del Netanyahu contra sí y su partido. Biden podrá recibir mucha presión para resistirse a los sectores más progresistas de su partido, algunos de los cuales ya están exigiendo un cambio en la política con Israel. Además, también se esperan confrontaciones entre Israel y el nuevo gobierno sobre cuestiones relacionadas con el conflicto israelí-palestino si Netanyahu no cambia su política en este terreno.

La imagen de Israel en la escena internacional se vio muy afectada por la descripción de figuras importantes en EE.UU sobre Israel como estado terrorista y criminal que se desvía de las normas internacionales aceptadas. En este contexto, la condena del asesinato de otros países occidentales cobra mayor importancia.

Más allá de los costos políticos, deben tenerse en cuenta la respuesta violenta esperada de Irán hacia Israel, y posiblemente contra Estados Unidos y los países del Golfo. Esto bien podría traer aparejado el costo reducido que tendrá que pagar Irán por sus actos en el escenario internacional. Si se acepta como legítimo el asesinato de científicos nucleares en Irán, entonces para muchos en el mundo también sería legítimo asesinar científicos israelíes y de otras nacionalidades, como así también otras reacciones violentas por parte de Irán. Sin embargo, los líderes iraníes por lo general se mantienen cautos y mesurados. Irán podrá no responderle a Israel antes de que asuma el nuevo gobierno estadounidense, y podrá no responderle de ninguna manera a Estados Unidos para no arruinar las oportunidades de diálogo con el nuevo gobierno, aunque es difícil ver cómo en el largo plazo Irán renunciaría a una respuesta contra Israel.

En el caso que Irán no responda antes de que Biden asuma y no reaccione en absoluto ante los Estados Unidos, hay buenas chances de que Biden estará aun más fortalecido a la hora de implementar su política gracias a los intentos directos de Trump y Netanyahu de desbaratar el enfoque esperado del nuevo gobierno, momentos antes de que comience su mandato. Por consiguiente, podría no conseguirse hasta el objetivo de frustrar la política de Biden.

En conclusión, la reacción violenta de un enemigo y rival ante cualquier acto violento de Israel siempre debe tenerse en cuenta, como así también los costos de una respuesta de esta naturaleza. Israel es capaz de comportarse en un mundo de acciones y reacciones, pero debe sopesar las ganancias contra los posibles riesgos. En el caso del asesinato de Fakhrizadeh, no es seguro si este balance arroja un resultado positivo, o si la muerte logrará dañar considerablemente y demorar el proyecto nuclear iraní. De todos modos, se espera que las motivaciones políticas locales, tanto en Israel como en Estados Unidos, no hayan sido la motivación principal para actuar.

Fuente: INSS The Institute of National Security Studies

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