Roma ciudad abierta - Foto: Wikipedia - Dominio Público

Ante una primera mirada poner éstas dos palabras (arte-fascismo) unidas suena cuál si fuera una paradoja dado que el arte siempre se lo consideró libre, la expresión sin ambages de todo artista, entonces, ¿cómo podemos pensar al arte durante la dominación fascista y luego la nazi?

Ana Magnani – Foto: Wikipedia – Dominio Público

El Ministro de Propaganda Joseph Goebbels quiere usar al arte como una herramienta de lavado de cerebros, de allí que el cine alemán, avanzado en su tecnología, produce toda una serie de filmes contando entre sus directores a Leni Riefenstahl entre otros.

En el Festival de Venecia de 1938 el excelente filme francés de Marcel Carné “El muelle de las brunas” pierde la nominación frente a la película propagandística de Leni Riefenstahl “Olimpia”, produciéndose un gran escándalo. Como respuesta a semejante manipulación populachera y demagógica, se decide organizar otro Festival, cuya primera edición debía ser realizada en septiembre de 1939 en la ciudad francesa de Cannes, pero el proyecto debió ser abortado dado que el 1 de septiembre de ese mismo año se declara la Segunda Guerra Mundial. Será recién en 1946 que el mundo libre se reunirá en Cannes para dar nacimiento al primer Festival de Cine, fuera ya de las garras del nazismo.

Durante la república de Vichy comandada por el Mariscal Pétain, se prohíben en Francia la proyección de películas americanas e inglesas. No se le permiten trabajar en la industria fílmica a directores, artistas y técnicos judíos, debiendo estos emigrar, llegando en su mayoría a los EEUU. Entre los que huyeron contamos con los directores Jean Renoir, René Clair, Pierre Chenal y entre los actores Jean Gabin, Michele Morgan, Louis Jouvet y Charles Boyer.

Una vez finalizada la guerra fueron acusados de colaboracionistas actores como Maurice Chevalier, Arletty, acusada además de ser la amante de un oficial alemán, y Pierre Fresnay, todos ellos detenidos y juzgados por colaboracionistas.

Con el desembarco de los aliados en Normandía el 6 de junio de 1944 se da la derrota definitiva del ejército nazi. Los aliados liberan París y el Mariscal Pétain, en un total acto de cobardía huye en primera instancia a Alemania y luego a Suiza. Luego se lo habrá de procesar por alta traición a la patria y se lo declara culpable, condenado a muerte en 1945, pero debido a su edad se le da a cambio cadena perpetua y muere finalmente en 1951. En tanto que el Primer Ministro francés, Pierre Leval, es condenado y declarado culpable de alta traición por ser colaboracionista con el gobierno alemán durante el nazismo y se lo ejecuta de inmediato.

Volviendo con el tema del cine como una expresión de arte, vemos que, a diferencia del cine italiano que ni bien finalizada la guerra produce una serie de filmes dando a ver los horrores de la guerra, los franceses que durante el período de ocupación mostraron una actitud entre ambigua y cobarde, salvo algunos pocos que se unieron a la Resistencia clandestina, su cine prefirió reconstruir el orgullo de su identidad nacional en vez de examinar sus culpas y responsabilidades como sujetos ante la invasión nazi.

Los intelectuales italianos disidentes expresaron su arte con Cesare Pavese, Federico Fellini, Luchino Visconti. Tenemos así películas testimoniales e inolvidables como “La tierra tiembla” de 1948 de Visconti, Roberto Rossellini nos va a ofrecer esa maravilla titulada “Roma ciudad abierta” de 1945, donde ganará en 1946 la Palma de Oro en el Festival de Cannes. En tanto que en Francia el escritor André Malraux es incorporado en 1945 en el gobierno provisional de Charles de Gaulle como ministro de información, intentando desde su lugar como representante de la cultura promover el cine nacional y comprometido pero que lamentablemente no lo logra. Como ya dijimos, los franceses no quieren saber de su cobardía y ambigüedad durante la ocupación nazi, y pareciera que todo lo tapaban con un buen vino y un excelente fromage.

Malraux fue autor de las noveles, “La época del desprecio” 1935, que está inspirada en un viaje que había realizado por la Alemania de Hitler. Su otra novela es “La condición humana”, 1933, ambas interrogándose sobre los hombres y su esencia.

Pero no todos los franceses querían evadirse de su pasado, y no todos adherían en ver películas “pasatistas” y livianas. Es así como comenzarán a proyectarse filmes que estuvieron prohibidos durante la ocupación y que eran de origen americano.

Cuando en 1956 Alain Resnais estrena ese magnífico filme documental “Noche y niebla” dando a ver imágenes ominosas, brutales, mostrando sin ambages la crueldad de los campos de concentración, los hornos crematorios y el despojo fuera de toda humanidad cuando se ven como arrancan cabellos y dientes de oro de los muertos, entonces no todos querían ver o saber de ese horror el cual negaron o le dieron la espalda. Este filme se lo exhibe únicamente en salas de cine de arte y en cine-clubs.

Esta película se constituyó en un referente ético frente a la barbarie y una prueba fehaciente de que el Holocausto existió y que era imposible negarlo frente a lo que mostraba este documental, rebatiendo el argumento de aquellos que lo negaban, tanto del pasado como los que lo siguen haciendo hoy en día. El film es una prueba extrema y contundente de que ese Mal aconteció.

Pero la verdad no siempre triunfa y es la negación la que en un comienzo gana la contienda, hace silenciosamente su trabajo. La película fue censurada, retirada del Festival de Cannes para su exhibición por presiones ejercidas de la Embajada Alemana que no quería herir susceptibilidades del pueblo alemán derrotado, y del público en general, pues éste prefería seguir dormido antes que apostar al saber por más horroroso que fuera. Pero la historia se toma su tiempo, y a la larga todo sale a la luz. Transcurridos ya 75 años de finalizada la guerra, aún se sigue investigando, leyendo, interrogando cómo es que fue posible que un Auschwitz haya sido erigido por la mente humana, de hombres normales, no criminales, ni perversos o psicóticos, salvo alguna que otra excepción.

¿Podemos decir que la historia se repite? Sí, pero no de la misma manera pues el Mal es un afecto que siempre está al acecho. Se llama “pulsión de muerte”, que cuando logra desanudarse, hace estragos, sobre todo cuando los políticos nazis así lo autorizan, o cuando las ideologías palestinas así educan a sus hijos, o cuando los nuevos comunistas usan a Israel como el nuevo chivo expiatorio con el argumento “que maltratan al pobre pueblo palestino”, donde sí se contabiliza la sangre árabe derramada mientras que la del soldado israelí vilmente apuñalado, o el niño judío asesinado, esa muerte no cuenta frente a la mirada de un mundo que sigue siendo indiferente, y que bajo una supuesta excusa ideológica tapa su verdadero argumento, que es el de ser un antisemita no declarado pero milenario. Simplemente han cambiado sus máscaras, pero no sus intenciones. Entonces, ¡no nos dejemos engañar otra vez!!!

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