Beatriz W. de Rittigstein.
El 20 de noviembre, Estados Unidos decidió vetar una resolución de la ONU que pedía un alto al fuego entre Israel y Hamás en Gaza, afirmando que dicha sentencia no imponía como condición la liberación de rehenes.
El Consejo de Seguridad de la ONU votó 14-1 a favor de una resolución que “exige un alto el fuego inmediato, incondicional y permanente que debe ser respetado por todas las partes, y reitera además su exigencia de la liberación inmediata e incondicional de todos los rehenes”.
El texto de esa fallida resolución es incongruente, pues, por un lado, exige un cese al fuego incondicional, pero por otro dice que reitera su exigencia de la liberación incondicional de todos los rehenes. Es decir, la condición (por lo cual ya no sería incondicional), debería ser la liberación de todos los cautivos. En casos como éste, es indispensable un lenguaje claro y preciso, sin ambigüedades, para que sea realmente obedecido.
El embajador adjunto de Estados Unidos ante la ONU, Robert Wood, dijo que su país sólo apoyaría una resolución que pida explícitamente la liberación inmediata de los rehenes. Wood explicó: “Permítanme decir esto claramente: todavía hay siete ciudadanos estadounidenses en manos de Hamás. No los olvidaremos. Por nuestra parte, continuamos buscando una solución diplomática que traiga paz, seguridad y libertad a los palestinos en Gaza”.
Conviene aclarar que, a más de 410 días de esta pesadilla, aún hay 101 secuestrados en Gaza, sufriendo condiciones infernales, siendo torturados de distintas maneras: obligándolos a realizar trabajo esclavo, manteniéndolos en túneles subterráneos con muy poco oxígeno, negándoles alimentación y agua, permanentemente amenazados de muerte, vejados y las mujeres jóvenes son brutalmente violadas. No nos imaginamos cómo se estarán desarrollando los niños Bibas, Ariel de 5 años y Kfir quien cumplió 1 año en cautiverio, sin nutrientes ni sol ni vacunas, etc.
Resulta una vergüenza que un organismo como la ONU y sus diferentes agencias busquen culpar a Israel de una guerra que no inició, que le fue impuesta, al igual que todas las guerras que diferentes sectores del mundo árabe y musulmán han declarado contra Israel, por un solo motivo, porque se trata de un Estado judío, es decir el judío entre las naciones.
Mayor vergüenza aún ha sido buscar justificativos para acusar a Israel, excusas que con una simple mirada se caen por falsas, como el pretexto de la hambruna, cuando no hay ninguna señal de ello. O el número de víctimas dado por el “ministerio de salud de Gaza”; los estudiosos de la guerra, incluso basando sus análisis en las cifras de Hamás, las cuales no aguantan un estudio estadístico serio, no son significativas en comparación con otras guerras, independientemente de constituir una tragedia.
Más vergüenza para la ONU que, en sus documentos no menciona al grupo terrorista, yihadista y genocida Hamás, así como la protección que le brinda a la UNRWA que viene actuando como cómplice de Hamás y existe gran cantidad de pruebas acusatorias. Pero es que a Guterres, a Francesca Albanese, relatora especial de la ONU, quien juró no tener choque de intereses, pero su esposo trabajó para un ministerio palestino y a Philippe Lazzarini, Comisionado General de la UNRWA, ni siquiera les vemos un rubor cuando calumnian a Israel y omiten señalar que enfrenta al terrorismo del islam radical. Lazzarini no se inmutó cuando tuvo que reconocer que en sus narices “desaparecieron” 98 camiones con ayuda humanitaria.
Nos preguntamos si, al fracasar la aprobación de esta resolución que buscaba apaciguar a Hamás, que no siente ni sentirá, bajo estas condiciones, motivos para negociar el cese del fuego ni la entrega de los secuestrados, “funcionarios” de la ONU junto con países interesados pudieron haber empujado a la Corte Penal Internacional a emitir las órdenes de captura contra el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu y el ex ministro de la Defensa, Yoav Gallant. Total, esta Corte fue establecida por medio de un tratado, el Estatuto de Roma, negociado dentro del sistema de la ONU y nos es sumamente sospechoso que, entre lo ocurrido en el Consejo de Seguridad y la cínica e injusta declaración de la CPI, sólo transcurrieron unas cuantas horas. Lo cierto es que la ONU y sus agencias están plagadas de funcionarios que representan a países dictatoriales, en los que no se respetan los derechos humanos y mucho menos los derechos civiles. Mientras la ONU permanezca en manos de estos tiranuelos, seguirá fracasando y creando más desgracias a la humanidad.
Definitivo, el escritor tiene toda la razón, la ONU ya no merece el respeto de la comunidad democrática del mundo pues son amigos de los terroristas y de los tiranos, asesinos y terroristas ayatolás que gobiernan a Irán.