Angela Merkel - Foto: Sandro Halank Wikimedia CC BY-SA 3.0

Elías Farache S.

Su gestión como líder del país más influyente de Europa toca fin, y una visita a Israel tenía rasgos de importancia y emanación de mensajes.

Alemania es el principal socio comercial de Israel en el mercado europeo. Existen contrataciones de defensa muy importantes, como la de los submarinos que tanto han dado que hablar. Aunque existen otros proveedores que se beneficiarían de tener un cliente como Israel. Alemania detenta, sin duda, una imagen muy significativa respecto a Israel. Lo ocurrido en la Segunda Guerra Mundial es algo que no se olvidará jamás. Disculpas apartes, perdones no concedidos, memoria siempre activa.

Angela Merkel se presenta a sí misma como amiga de Israel y del pueblo judío. Y el gobierno de Israel, un ejecutivo de corta data, así la recibe. En honor a la verdad y al pragmatismo, ello se enmarca en lo correcto. Israel necesita de buenas relaciones con Alemania y de una puerta siempre abierta.

La ocasión merece recordar algo. Cuando Menachem Begin decidió reiterarse de la vida pública, aún en ejercicio de la primera magistratura, el evento que constituyó el detonante final fue la próxima visita del entonces canciller de Alemania a Israel. Menachem Begin, deprimido por la desaparición de su esposa y en convalecencia anímica por el desarrollo de la guerra en el Líbano, no quería ser quien recibiera y diera los honores al mandatario de la nación que él, toda la vida, había recordado como la perpetradora de la Shoá. Y renunció a su cargo, no siendo el anfitrión del canciller alemán Helmut Kohl en su visita a Israel.

Angela Merkel ha visitado Israel varias veces. Ha sido honrada por diversas instituciones judías, incluyendo el prestigioso Congreso Judío Mundial. Pero la Alemania de Merkel es amiga y proveedora de Irán. El mismo Irán que sigue una carrera nuclear que asusta a Israel. Un Irán que no niega su animadversión al estado judío, que señala la conveniencia de borrarlo del mapa. Merkel ha sido contraria a la política de Trump respecto al programa nuclear iraní.

La Alemania de Merkel es de la posición que la paz entre Israel y los países árabes pasa por la resolución del conflicto entre Israel y los palestinos. Esta posición da un derecho de veto virtual a los palestinos, bien sea en la Margen Occidental o en el enclave de Gaza. Los Acuerdos de Abraham trabajados por Netanyahu y Trump, dieron al traste con la posición de paz por tierras, instaurando una algo más realista y fructífera de paz por paz.

En pleno siglo XXI, cuando Israel y el pueblo judío tienen cierta seguridad de supervivencia, aplica la práctica de la diplomacia, del comportamiento correcto entre los mandatarios y gobiernos. Bennet y Lapid, primer ministro y ministro de Asuntos Exteriores de Israel respectivamente, actuaron apegados a los protocolos. E hicieron saber la preocupación israelí ante la eventualidad cada vez más cierta de un Irán con capacidades nucleares, ante los oídos de una canciller alemana que se asume y presenta como amiga de Israel, preocupada por su bienestar y supervivencia.

No se habla de soga en casa del ahorcado. Cuando Irán, un poderoso y sufrido país, amenaza a Israel y con ello a los judíos, nos lo tomamos muy en serio. Cuando vemos a Angela Merkel, o cualquier dignatario, minimizando las amenazas contra Israel, nos lo tomamos muy en serio. Nuestra memoria no nos abandona, denuncia y clama justicia. Cuando menos, ponderación.

Israel tiene enemigos y amigos declarados. Cuando uno de sus amigos es amigo de uno de los enemigos, puede aplicar aquello de evaluar la posición real del amigo de mi enemigo.

Sí.  Israel se debate entre amigos y enemigos, entre quienes son amigos de los enemigos y quienes no. Mundo complicado, tarea difícil: sobrevivir.

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