“Recordarás lo que Amalek te hizo en el camino, cuando ustedes salieron de Egipto: que se topó contigo en el camino, te atacó por la retaguardia a todos los endebles tras de ti, estando tú exhausto y fatigado, y sin temor de D’os”.
Deuteronomio 25 versículos 17 y 18.
El hombre
Según la Torá, Amalek era nieto de Esav, hermano de Yaacob. Por ende, por herencia y por historia, no es de sorprender que el odio haya sido el legado del abuelo para con Amalek.
Como se puede encontrar en las fuentes judaicas donde Esav le pide a su nieto “terminar el trabajo pendiente” con Yaacob. Es decir, su aniquilación física, y esto se verá a lo largo de la historia con Amán en el relato de Purim, y de otros menos famosos, hasta llegar a nuestros días.
Mi madre Aida k. de Daitch Z”L cuando repetía que Hitler era descendiente de Amalek.
El pueblo
En algunos mapas se ubica a los Amalekitas residiendo en lo que hoy es el sur de Israel (el desierto del Neguev), y en la franja norte del desierto del Sinaí.
De hecho, en el relato del Éxodo, Amalek ataca a Israel en Refidím para que Israel no llegue al Monte de Sinaí a recibir la Torá.
Hay otros relatos, en el primer libro de Samuel donde el Rey Shaúl enfrenta y derrota a Amalek, pero se apiada de los animales y deja vivo a su Rey Agag, lo cual, le cuesta el reinado por no seguir al pie de la letra el mandato divino de exterminación completa y total.
Para finalizar el bloque, el Rey David logra derrotar a los amalekitas luego de la invasión a la ciudad de Siclag (cercana a Gaza), según el relato del primer libro de Samuel en el capítulo 30. Un suceso que guarda mucha similitud con la tragedia del 7-10 del 2023.
El símbolo
Por último, Amalek trasciende la persona y el pueblo. Representa a todo archienemigo del pueblo judío, que ostenta un odio gratuito y ejecuta todo tipo de acciones tenientes a su aniquilación física
Este Amalek puede aparecer en cualquier país del mundo, ocupando diferentes puestos y jerarquías, y se revela por un discurso violento y reiterado hasta lo obsesivo patológico, con argumentos diversos que maquillan el origen o la raíz de su violenta compulsa y llamado a la destrucción.
El apéndice
El Amalek interior (lucha en dos frentes).
Igualmente, la Torá nos da pistas. Este peligroso oponente o contendiente adquiere fuerza y aparece, aprovechando nuestras falencias espirituales, o nuestras acciones inapropiadas.
Letargo espiritual, desunión, segregación y separación, lashón hará o hablar mal de nuestro prójimo. Idolatría. Soberbia y falta de humanidad. El engaño o la estafa a nuestro prójimo, sea en lo individual o en lo colectivo, activa en forma inmediata el botón rojo qué trae inmediatamente a este “limpiador y rectificador”.
Final
Viene Purim, debemos buscar a ese “Mordechai el judío” y tratar como siempre, de “desterrar a ese Amán” el amalekita que anida en nuestro interior.
La lucha principal del judío es contra su propio mal instinto. La verdadera “Yihad interior” de nosotros los hebreos.
Para concluir: en hebreo y por la guematria (valor numérico de las letras y palabras), la palabra “Amalek” y la palabra “Safek o duda” tienen el mismo valor numérico (240) y por lo tanto se encuentran relacionadas.
Amalek como dicen los exégetas enfría el agua, el ardor espiritual, y plantea la duda sobre la Verdad divina. Conduce a una merma en el servicio divino o hacia el alejamiento a culturas o prácticas extrañas o al abismo individual o colectivo.
La máscara o el disfraz de las mentiras que intentan ocultar la verdad de la vida y su finalidad.
La lógica humana no debería prevalecer sobre la verdad divina, y aquí se encuentra el nudo de la cuestión. Y el final es el inicio de la reflexión y el debate interior para cada cuerpo y alma, para cada familia, colectivo, comunidad o nación.
El planteo final es: ¿Cómo rechazar las fuerzas destructivas que anidan en nuestro interior?
Shavua Tov
Dr. Natalio Daitch