A pesar de que siempre se ha hablado del tradicional antisemitismo polaco, Polonia es el país que cuenta con más Justos entre las Naciones (6.004), el título que se otorga a las personas, que no siendo de confesión ni ascendencia judía, prestaron ayuda, sin esperar recompensa o compensación, a las víctimas perseguidas o amenazadas por el régimen nazi o sus aliados durante el Holocausto (1938-1945).

Por Ricardo Angoso

Pese a que muchas veces se habla del alto grado de colaboración de los polacos durante la ejecución del Holocausto por los nazis en Polonia, también hubo muchos polacos que ayudaron a los judíos a salvar sus vidas o que denunciaron los terribles hechos que estaban sucediendo desde la ocupación alemana, en 1939, de la maltratada nación. Las guerras, y en este caso concreto el Holocausto, sacan lo mejor y lo peor del ser humano, como pasó tantas veces durante el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial y en la puesta en marcha de la Shoá. A continuación, detallamos brevemente la biografía de algunos de estos polacos y polacas que arriesgaron todo por ayudar a los judíos o aliviar su suerte, denunciando al mundo las matanzas y los horrores perpetrados por los nazis. Son unos pocos de los 6.004 los polacos que fueron nombrados por el Yad Vashem como Justos entre las Naciones.

UNA ENFERMERA CONTRA EL HOLOCAUSTO

La enfermera Irene Opdyke nació en Kasinka, Polonia, a 8 km de la frontera alemana, en 1922 y, en 1939, un poco antes del ataque alemán a Polonia, comenzó a estudiar enfermería. Sin embargo, inmediatamente después de comenzar sus viajes a la escuela, Opdyke se vio envuelta en el esfuerzo de guerra, como tantos millones de polacos. Alemania había entrado abruptamente en Polonia y el hospital al que enviaron a Opdyke para recibir entrenamiento estaba invadido por soldados heridos y civiles víctimas de la guerra. Privada de cualquier medio de comunicación con su familia en casa, Opdyke no tuvo más remedio que unirse a un grupo de enfermeras polacas e intentar sobrevivir lo mejor que pudo. La situación era terrible, el país estaba en guerra y los bombardeos alemanes no distinguían entre objetivos civiles y militares.

Después de la derrota y ocupación de Polonia, en octubre de 1939, Opdyke sobrevivió como pudo y fue obligada a hacer trabajos forzados por los ocupantes alemanes, aunque finalmente acabó trabajando para un oficial alemán, el mayor Edgar Rugemer. El mayor Rugemer rápidamente la promovió como su ama de llaves en una villa que había sido expropiada por los alemanes a los polacos. Esta villa contaba con un gran sótano donde Irene escondió a doce judíos que estaban por ser deportados a las cámaras de gas. Ellos salían del sótano todos los días y la ayudaban con sus tareas. El militar alemán pasaba generalmente el día afuera, pero un día llegó inesperadamente más temprano y se sorprendió al ver judíos viviendo en su casa. Inmediatamente, se dirigió a llamar a los oficiales de las SS, pero antes de que pudiera realizar la llamada, Irene le suplicó que perdonara la vida de los judíos. Rugemer hizo un trato con ella; sus vidas a cambio de su cuerpo. La enfermera no tuvo otra alternativa. Se convirtió en su amante durante algún tiempo a fin de salvarlos. Los judíos continuaron viviendo en el sótano sin tener conocimiento de este acuerdo.

Finalmente, una vez que los soviéticos habían liberado Polonia, los doce judíos sobrevivieron a la guerra y después emigraron a Israel o a otros países occidentales. Opdyke emigraría a Estados Unidos tras la llegada de los comunistas al poder en Polonia, donde se casaría y formaría una familia, y escribió un libro de memorias para dar a conocer a las nuevas generaciones lo que fue el Holocausto y daría varias conferencias sobre este asunto. Esta enfermera, antes de su muerte, en el año 2003, fue reconocida como Justa entre las Naciones por Yad Vashem de Israel.

JANUSZ KORCZAK, EL MEDICO QUE SE FUE CON SUS HUERFANOS A TREBLINKA

La vida de médico y pedagogo judío Janusz Korczak, nacido en 1879, cambió radicalmente en 1939, cuando los nazis invaden Polonia y comienzan las primeras medidas antijudías. Tras la creación del gueto de Varsovia, en noviembre de 1940, Korczak decide implicarse en ayudar a los más desfavorecidos. Las condiciones en el gueto de Varsovia eran terribles para todos, pero especialmente para los más vulnerables, como los ancianos y los niños. Las enfermedades se propagaban por el gueto y centenares de personas morían a diario por las enfermedades, el hambre y la brutalidad de las fuerzas nazis y sus fanáticos colaboradores. Korczak, en estas terribles condiciones, se empeñaba en sacar todas sus fuerzas para ayudar a los niños bajo su custodia en el orfanato que había creado dentro del gueto, lo cual no resultaba nada fácil, sin apenas ayuda de aquellos que ya no le podían ayudar.

La situación, sin embargo, se empeñaba en empeorar y, muy pronto, los tozudos hechos demostrarían que todo es susceptible, incluso en las condiciones más adversas, de ir a peor, tal como sucedió. En agosto de 1942, durante la “Gran Deportación” del gueto de Varsovia, los nazis dirigieron su atención a los orfanatos y los liquidaron uno por uno. A pesar de que se le ofreció relativa seguridad, Korczak decidió acompañar a los huérfanos a su cargo, llevándolos al Umschlagplatz (punto de deportación en Varsovia que es recreado en la película El pianista de Polansky), desde donde fueron deportados el 5 o 6 de agosto de 1942. No hay forma de saber con certeza por qué decidió hacerlo, pero sus escritos constantemente sitúan las necesidades de los niños por encima de todo. Como escribió en su Diario del gueto en mayo de 1942: “La ciudad está arrojando a niños en mi camino, como pequeñas conchas de mar, y yo simplemente soy bueno con ellos. No les pregunto de dónde vienen, ni por cuánto tiempo ni adónde van, para bien o para mal”.  Korczak murió en Treblinka casi con toda seguridad un 6 o 7 de agosto del año 1942 acompañado por sus doscientos niños.

EL HISTORIADOR QUE FUE NOTARIO DEL HOLOCAUSTO

Emanuel Rigelblum nació en Buczacz, Polonia (actualmente Ucrania), en 1900, y se doctoró en Historia en la Universidad de Varsovia en 1927. Después de la creación del gueto de Varsovia, este historiador fue internado, junto con toda su familia, en esta gran ergástula en la que fueron internados más de 400.000 judíos de la capital polaca y de otros lugares. Allí fue testigo en primera persona del maltrato de los nazis a los judíos e intuyó el fatal destino que esperaba a los mismos.

Emanuel entendió muy pronto que había dejar la constancia y el testimonio de la gran tragedia que se abatía sobre el pueblo judío, más concretamente con los trágicos acontecimientos que se sucedían en el gueto de Varsovia y cuyo desenlace sería uno de los más tristes capítulos del Holocausto. El afamado historiador tomó la iniciativa de crear un archivo secreto para documentar la forma en que se trataba a los judíos en el gueto. El archivo recibió el nombre en código de Oneg Shabbat, que significa “los placeres del sábado”. Emanuel dijo que el propósito del archivo era ‘reunir materiales y documentos relacionados con el martirologio de los judíos en Polonia. Muchas personas diferentes se involucraron y recopilaron materiales que cubrían todos los aspectos de su vida en el gueto de Varsovia, desde diarios, periódicos e informes oficiales hasta carteles, fotografías, boletos de tranvía y envoltorios de dulces. Los documentos se almacenaron en lecheras y cajas y se enterraron en tres lugares separados en el gueto. Muchos de estos documentos han sobrevivido hasta el día de hoy, aunque algunas cajas de documentos se perdieron, pero eso no evitó Emanuel pudiera escapar de un destino atroz y terrible y en las postrimerías de la guerra, en marzo de 1944, fuera fusilado por los nazis tras ser detenido en la tristemente conocida prisión de Paviak.

JAN KARSKI, EL DIPLOMATICO QUE NADIE QUISO ESCUCHAR

El diplomático Jan Karski nació en 1914 en la ciudad de Lodz y tiene el gran honor de ser uno de los pocos diplomáticos en denunciar en su momento el Holocausto ante la comunidad internacional. En 1940, Karski fue detenido, torturado y encarcelado por la Gestapo, cuyos torturadores le enviaron a un hospital, del que fue liberado más tarde por la resistencia polaca, y tras su paso por la cárcel, de nuevo poniendo su existencia en peligro, visitó el gueto de Varsovia, disfrazado de guardián ucraniano, y conoció de primera mano el horror de ese gran recinto carcelario donde perecieron casi 400.000 personas. Nadie le contó nada, fue testigo en primera persona de la barbarie nazi y de la muerte de miles de judíos hacinados en un espacio concebido para el exterminio.

 En 1942, y como fruto de toda la documentación que había recogido y de su conocimiento en primera persona de los infortunios que padecían los judíos polacos, informó a los gobiernos polaco, británico y norteamericano, acerca de la liquidación brutal del gueto de Varsovia y de los planes puestos en marcha por los nazis para exterminar a los tres millones de polacos de origen hebreo, aportando a su denuncia un microfilm que había traído desde su país con informaciones procedentes de la clandestinidad sobre los abusos perpetrados y los asesinatos en masa cometidos por los alemanes durante la ocupación de Polonia. Karski, incluso se reunió en dos ocasiones con el presidente norteamericano de entonces, Franklin D. Roosevelt, el cardenal Samuel Stritch y el secretario Británico de Exteriores, Anthony Eden, denunciando infructuosamente, de nuevo, los asesinatos en masa de los judíos de Polonia a manos de los nazis, pero tampoco le creyeron y desdeñaron sus informes en esos momentos. Nadie le escuchó, nadie hizo nada, mientras los nazis seguían empeñados en el exterminio de millones de judíos.  Karski murió en el año 2000, en los Estados Unidos, y tuvo algunos reconocimientos por su labor a lo largo de su vida, como haber sido nombrado Justo entre las Naciones por Yad Vashem en 1982.

DENUNCIANDO EL HOLOCAUSTO PARA CAER EN EL OLVIDO

Szmul Zygielbojm nació en 1895 en una familia pobre de clase trabajadora en la provincia de Lublin al este de Polonia y era uno de los diez hijos de una familia que pasaba por duras estrecheces económicas. Al inicio de la guerra, en septiembre de 1939, Zygielbojm participó en la defensa de Varsovia. Cuando los alemanes exigieron rehenes de la ciudad, se ofreció como voluntario para ser uno de ellos. Sin embargo, Zygielbojm consiguió huir a Londres y él y el sionista Ignacy Schwarzbart conformaron la representación judía del Gobierno polaco en el exilio en Londres.

En la capital inglesa, Zygielbojm comienza a denunciar la persecución de los judíos en Polonia y el exterminio puesto en marcha por los nazis en los territorios ocupados. Fruto del conocimiento que tenía de primera mano, Zygielbojm publicó un ensayo en inglés titulado Stop Them Now: German Mass Murder of Jewish in Poland (Detengámoslos ahora: los alemanes asesinan en masa a los judíos en Polonia), que, sin embargo, tuvo poca repercusión y causó nula influencia entre los aliados. En diciembre, después de conocer a Jan Karski, un mensajero clandestino polaco que recopiló documentos que se conservaban en el archivo secreto llamado Óneg Shabbat del gueto de Varsovia, Zygielbojm transmitió un mensaje a través de la BBC, la cadena pública británica, exigiendo que se tomaran medidas para poner fin al “mayor crimen jamás cometido en la historia de la humanidad”. Sin embargo, los aliados no hicieron nada para detener las masacres contra los judíos.

Zygielbojm estaba en Londres, cansado y hastiado de repetir en todos los foros y lugares donde le querían escuchar que los judíos de Polonia estaban siendo masacrados por los nazis, y se suicidó, a sus 48 años, el 11 de mayo de 1943, al no recibir respuesta por parte de nadie ante sus constatadas denuncias. En esos días también se enteró de que en la liquidación del gueto de Varsovia habían asesinado a su esposa Manya y a su hijo Tuvia, de 16 años. Su alma y su corazón estaban en Varsovia en sus últimos días, tal como recordaba en su última carta: “Mis compañeros en el gueto de Varsovia cayeron con las armas en las manos, en el último gesto heroico. No pude compartir su destino -morir con ellos, como ellos- pero soy parte de ellos, pertenezco a su tumba colectiva”. Su suicidio fue un aldabonazo a la dormida conciencia europea en aquellos tiempos terribles de muerte, terror y también silencio de algunos. 

Fotos: Del autor de la nota. Restos del Gueto de Varsovia.

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4 thoughts on “Algunos polacos buenos”
  1. Polonia no tenía Estado ya que los nazis los habían invadido y dominado. Los.miles de polavos que resistieron durante dos semanas la avanzada alemana dieron sus vidas por todos. Luego los más de 15 mil polacos asesinados en Katyn también murieron por su patria. Esa patria había dado de comer y trabajo a judíos que había adoptado la ciudadanía polaca y que en su mayoría no estaban integrados a la sociedad polaca.
    El Sr Angoso siempre es parcial en sus análisis.
    [Aunque quizás no me publiquen, que él pueda leerlo. Gracias].

  2. No colocaron mi comentario. Bueno, ocurre que parcializar la historia no es hacer un sano ejercicio de la misma. El título es tendencioso y no responde a lo que se vivió en la Polonia de la II GM. El Estado polaco desapareció y no se puede indilgar a todo el pueblo polaco lo que pudo haber pasado en sectores del país o con algunas personas. De paso, me parece que los judíos ricos de norteamérica no hicieron nada por sus hermanos polacos o rusos sino que, sabiendo lo que venía ya desde el año 1933, los dejaron en sus schtetls esperando la invasión alemana a Polonia. El Sr Angoso podría analizar eso.

    1. Sr. Martin. En regla general Ud. rechaza todo lo israelí, por problemas personales ya expresados por Ud. mismo oportunamente. No me refiero al artículo que Ud. comenta. Le agradeceremos evite comentar en nuestro sitio. Gracias.

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