«¿Adónde vamos? Solo Dios sabe»: Nueva exhibición de últimas cartas del Holocausto

29 abril, 2019 , , ,
Las hermanas Suzan-Szusza y Lili Klein, una de las historias en la exhibición. Foto: Cortesía de Yad Vashem

El 16 de Junio de 1944, Bracha Igaz envió desde el ghetto de Békéscsaba en Hungría una carta a su esposo que había sido enviado a un campo de trabajo en Debrecin, pocos momentos antes de que todos los judíos del ghetto fueran trasladados a una fábrica de tabaco para diez días después ser deportados a Auschwitz.

«Con el corazón roto te informo que ya empaqué y estoy lista, esperando al vagón. Lamentablemente estamos yendo a la fábrica de tabaco. ¿Qué puedo decir? Mi corazón está a punto de romperse. Puedes imaginar mi estado mental. Podía haber vivido con el traslado a la fábrica pero sé que no termina ahí. Casi con certeza, la próxima semana abordaremos los vagones de ganado y nos iremos. ¿Adónde? Solo Dios sabe». 

Esas fueron las últimas palabras de Bracha que diez días después fue deportada a Auschwitz junto a sus cinco hijos. Todos murieron poco tiempo después de llegar. El esposo, Yaakov-Jeno, sobrevivió al Holocausto y volvió a su pueblo de Békéscsaba para luego emigrar a Israel tras el establecimiento del Estado.

Una nueva exhibición online del Museo del Holocausto de Yad Vashem recoge historias como la de Bracha, utilizando las últimas cartas enviadas a familiares o conocidos para contar las historias de las víctimas de la barbarie nazi.

La exhibición «Últimas Cartas del Holocausto: 1944» fue publicada de cara al Día del Holocausto que se llevará a cabo este miércoles y jueves. Estas cartas son las últimas de una serie de cartas enviadas por víctimas del Holocausto que resaltan las esperanzas, deseos y sueños destrozados de los hombres, mujeres y niños judíos durante la Shoah.

Yona Kobo, coordinador de exhibiciones online de Yad Vashem cuenta más sobre este proyecto: «Las cartas fueron escritas hace 75 años en pequeños pedazos de papel o en la parte posterior de postales, que algunas veces están marcadas con lágrimas tanto del que las enviaba como del que las recibía. A través del prisma de estas cartas, estamos contando la historia del individuo en la Shoah y restaurando los nombres y rostros de las víctimas».

Yona también habla de las particulares cartas en la exhibición que pertenecen a niños que fueron asesinados en el Holocausto: «son una de las cosas más únicas que tenemos en nuestra colección. Normalmente los niños jóvenes desaparecían sin dejar rastro, por lo que estas cartas son tan excepcionales. Estas cartas muestran, a pesar de las crueles circunstancias de los nazis para perseguir a los judíos, que mantener conexiones familiares y proteger a los niños era el elemento más importante para muchos judíos».

«Ámala como una madre»

Una de las cartas más desgarradoras es la de una madre, Isabella Fodor, que escribe a la mujer que a partir de ese momento cuidaría de su hija Gita de 8 años.

«Le envío un documento de adopción de mi hija pequeña, en la que la entrego para su propio bien. De esta forma tal vez será salvada y no se la llevarán.. Yo le ruego, ámala como una madre, para que sienta mi ausencia con menos intensidad. No le digas en dónde estoy. Estoy segura que tiene una gran valentía en su joven alma y muchas preguntas sin contestar».

Gita Fodor cuando era una niña. Foto: Yad Vashem

Isabella Fodor envió esta carta a la Sra. Szomor que junto a su esposo aceptó cuidar de Gita. Incluso cuando un vecino los delató y Gita fue deportada al ghetto, el Sr. Szomor se infiltró en el ghetto y logró sacar a Gita a escondidas. Isabella Fodor fue asesinada en el Holocausto pero Gita logró sobrevivir, se casó y emigró a Israel donde tuvo dos hijos.

«La voz de las víctimas y los sobrevivientes»

El presidente de Yad Vashem, Avner Shalev, se refirió también a esta exhibición única: «Los nazis alemanas estaban decididos no solo a aniquilar al pueblo judío sino también borrar su identidad, memoria, cultura y tradición».

Shalev enfatizó que «para muchos todo lo que queda es una valiosa obra de arte, un artefacto personal que sobrevivió con ellos, una foto que mantuvieron cerca de ellos, un diario o una nota. Al preservar estos objetos valiosos, que son de gran importancia no solo para el pueblo judío sino también para la humanidad como un todo, y al mostrarlos al público, servirán como voz de las víctimas y los sobrevivientes y como una memoria eterna».

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