Un estudio liderado por Angelica Niazov-Elkan, Haim Weissman y Boris Rybtchinski, del Departamento de Química Molecular y Ciencia de Materiales del Instituto Weizmann en Rjovot, Israel, desarrolló un nuevo plástico que tiene la capacidad de degradarse muy fácilmente, mediante bacterias.
El material es económico y resistente, pero también es sencillo de preparar. El principal hallazgo de los investigadores israelíes fue el uso de la tirosina, un aminoácido común que forma nanocristales extremadamente fuertes.
La combinación de hidroxietilcelulosa, un derivado de la celulosa utilizado para fabricar medicamentos y cosméticos, y la tirosina da lugar a un plástico compuesto excepcionalmente fuerte.
Lo innovador es que tanto la celulosa como la tirosina son comestibles. Esto quiere decir que este plástico biodegradable podría, en teoría, ser ingerido. Sin embargo, los investigadores señalan que, al no haberse producido en condiciones aptas para el consumo, aún no han probado el material.