A un año del pogrom del 7 de octubre

Beatriz W. de Rittigstein.

En vísperas del 7 de octubre de 2024, justamente al cumplirse el primer aniversario del sábado negro, la peor masacre sufrida por el pueblo judío tras el Holocausto, perpetrada por el grupo terrorista, yihadista y genocida Hamás en el sur de Israel, se presentó de forma virtual el libro de poesías “No alcanzan las palabras” de Raquel Markus-Finckler, un proyecto literario y artístico para conmemorar aquella fatídica fecha.

En el libro, se incorporaron los trabajos de 25 artistas plásticos que ilustran los poemas. El prólogo lo escribió el profesor Stephan Sadow, de la Universidad Northeastern y el epílogo, a cargo del también profesor, Néstor Garrido. A mí me tocó acompañar a tan acreditadas figuras, con el marco histórico que sitúa la obra.

En lo personal, esta fecha fue espantosa. Desde el principio lo entendí, pese a la incredulidad de muchos acerca del ensañamiento y el sadismo de los terroristas palestinos. Recuerdo que sentía una inmensa rabia, enojo, furia, indignación, resentimiento, exasperación, angustia, dolor… todos estos epítetos juntos, al punto que, como suelo decir, no podía aguantarme a mí misma. Y, para colmo, prácticamente de inmediato comenzaron las numerosas y hasta contradictorias formas de antisemitismo virulento, usado para encubrir el salvajismo terrorista y acusar a Israel y a los judíos. En las redes, lo enfrentamos con decisión, respondiendo y denunciando.

Aportar respuestas y esclarecer es lo apropiado, aunque estamos conscientes que los antisemitas sostenidos por Irán, Qatar, los movimientos islamistas radicales y los de la ultraizquierda, no aprecian ni validan razones basadas en los hechos históricos, pero debemos considerar a sus seguidores y al público en general, por lo que es importante desenmascarar las malintencionadas mentiras, mostrar la realidad, opuesta a la narrativa delirante de los terroristas y sus defensores, quienes describen un inexistente mundo. Sin embargo, el problema en las redes sociales es sumamente serio; en definitiva, sus directivas no comprenden o no quieren comprender qué es el antisemitismo y nada les parece un lenguaje de odio e instigador; así ocurre con Facebook e Instagram, independientemente de lo que diga y ofrezca Mark Zukerberg, pues otra cosa ocurre en sus páginas digitales; tampoco YouTube y menos Tik Tok son consecuentes con la verdad. Hemos logrado algunos pequeños triunfos en X, desde que dejó de ser Twitter; pero obviamente, esos “triunfitos” no son suficientes.

Por otro lado, sin ninguna duda, los medios de comunicación tienen una responsabilidad enorme en el incremento del antisemitismo; cabe esperar que, en alguna futura ocasión, podamos mostrar a los dueños y encargados, todo lo culpables que son.

También debo decir que, ese marco histórico se tiene que actualizar, pues desde el momento que entregué el texto, el 30 de agosto, hace apenas un mes y una semana, han ocurrido una serie de eventos que dan nuevos giros a la guerra que enfrenta Israel contra el terrorismo islamista y que pueden tener consecuencias más amplias y diferentes. Por ejemplo: El foco central de la guerra se trasladó al norte del país, hacía el Líbano, comenzando por el “operativo beepers”, seguido por la eliminación selectiva de la cúpula de Hezbollah, incluyendo a Nasrallah, a dos de sus posibles sucesores y a su estado mayor militar, hasta los operativos terrestres con el propósito de eliminar las armas de los terroristas, principalmente los cientos de miles de misiles que apuntan a ciudades israelíes, escondidos en casas particulares.

Otro suceso fue la respuesta al lanzamiento de un misil balístico contra el aeropuerto Ben Gurión, el sábado 21 de septiembre, cuando Netanyahu regresaba de su viaje a EEUU. Israel lanzó un ataque contra los rebeldes hutíes de Yemen, específicamente contra los puertos de las ciudades de Al Hodeida y Ras Issa, Se trató de un ataque contundente, pero a los hutíes no les interesa el bienestar de los yemenitas, sólo su fanático empeño en dañar a Israel.

Aún más reciente, el 1° de octubre, el segundo bombardeo de Irán contra Israel, con decenas de misiles, unos 180, mientras las sirenas de alarma sonaban en todo el país y las autoridades instaban a los ciudadanos a resguardarse en refugios para mantenerse a salvo.

Lastimosamente, esto no ha terminado, aún tenemos 101 personas secuestradas en Gaza, entre las cuales hay un número indeterminado de muertos y los que todavía están vivos, llevan más de un año soportando un auténtico infierno. Hamás está muy disminuida, pero todavía tiene cierta capacidad bélica que de vez en cuando la muestra; de hecho, en este primer aniversario logró disparar cohetes contra ciudades israelíes. Por su parte, Hezbollah está descabezada, pero aún tiene por lo menos la mitad de sus misiles y sigue lanzándolos a razón de 100 a 200 diarios. La teocracia iraní, patrona de todos estos movimientos terroristas, persiste en su odio y anhelo de destruir a Israel, esos sentimientos no sólo están intactos, sino que han aumentado. No obstante, Israel está siendo implacable con el flagelo del terrorismo, por lo que nos anima pensar que, con este sacrificio, logre anular las crueles prácticas del islam radical. Tenemos la esperanza que, al final de esta guerra veamos un nuevo Medio Oriente, signado por mayores triunfos de los Acuerdos de Abraham.

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