El esfuerzo de Irán por preservar su posición en el Líbano tras la eliminación de Nasrallah

Ali Khamenei Foto: Khamenei.ir CC BY 4.0

Por Sima Shine.

La nueva fase de los combates en el Líbano, marcada por las operaciones de bíper (buscapersonas) y walkie-talkie y la cadena de eliminaciones de los principales líderes de Hezbollah, incluido Hassan Nasrallah, ha colocado a Irán en una situación estratégica nueva e inesperada, con consecuencias potencialmente graves.

El ingreso terrestre de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en el Líbano, junto con los continuos ataques a depósitos de armas, las pérdidas significativas entre los operativos de Hezbollah y el desplazamiento de aproximadamente un millón de residentes del sur del Líbano, constituyen por primera vez una amenaza real para la posición de Hezbollah en el Líbano.

En este contexto, tras deliberar, el régimen iraní decidió atacar a Israel el 1 de octubre, vinculando al mismo tiempo la muerte de Ismail Haniyeh, el líder de la oficina política de Hamás, en Teherán con la de Nasrallah, el jefe máximo de Hezbollah, en Beirut.

La decisión de Irán de lanzar unos 200 misiles balísticos contra varios objetivos, incluso cerca de Tel Aviv, refleja su fuerte sentido de urgencia para restablecer la disuasión contra Israel.

Esta medida también demuestra a otras potencias del eje regional que Irán sigue comprometido a apoyarlas y no las abandonará en el campo de batalla.

Paralelamente a la operación ofensiva, el régimen iraní ha iniciado esfuerzos diplomáticos para frenar las posibles consecuencias en el Líbano.

El ministro de Exteriores de Irán, Abbas Araghchi, llegó a Beirut el 4 de octubre y se reunió con el primer ministro interino Najib Mikati y Nabih Berri, presidente del Parlamento libanés.

Berri, que durante mucho tiempo ha servido como vínculo entre Nasrallah y la Administración estadounidense, participó en las discusiones dirigidas por el enviado estadounidense Amos Hochstein sobre una posible resolución para poner fin al conflicto.

La visita iraní al Líbano y luego a Siria tenía como objetivo reafirmar el apoyo de Irán a Hezbollah y garantizar que las otras fuerzas regionales no aprovechen la situación para implementar medidas políticas que podrían dañar los intereses de Irán.

En el fondo, ha habido crecientes llamados de Washington y Beirut para avanzar en la elección de un presidente en el Líbano, un proceso que Hezbollah ha impedido durante casi dos años.

También hay crecientes demandas para cortar la conexión que Nasrallah creó entre los conflictos en Gaza y en el sur del Líbano.

Tras la visita de Araghchi, ante la pérdida de altos oficiales, tales como el embajador iraní en el Líbano, que murió en el ataque del buscapersonas, y el general Nilfaroshan, subcomandante de la Fuerza Quds responsable del Líbano y Siria, que fue abatido junto con Nasrallah, Teherán tuvo que enviar a otro alto funcionario.

El 12 de octubre, Mohammed Bagher Ghalibaf, presidente del Parlamento de Irán, llegó por invitación de Nabih Berri y trajo un mensaje para Hezbollah del líder supremo de Irán, Ali Khamenei, y de su presidente, Masoud Pezeshkian.

Estas visitas de alto nivel reflejan el importante golpe que Irán ha sufrido en el Líbano, mientras lucha por coordinarse eficazmente con Hezbollah debido a la pérdida de altos oficiales de la organización y figuras iraníes clave responsables de gestionar las relaciones tanto con Hezbollah como con el gobierno libanés.

Los recientes acontecimientos en el Líbano, además de anticipar la respuesta de Israel al ataque iraní, han obligado al régimen a afrontar una nueva realidad estratégica.

Por primera vez, Irán se enfrenta a Israel sin la disuasión de un Hezbollah en pleno funcionamiento, que ya no puede cumplir su papel fundamental.

Fuente: INSS – The Institute for National Security Studies

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