El martes, Irán lanzó cerca de 180 misiles hacia Israel. El ataque generó temores de un recrudecimiento del conflicto bélico en la región, a un año del ataque de Hamás del 7 de octubre.
Luego del ataque, los mercados financieros mundiales registraron fuertes caídas, y los precios del petróleo se dispararon. En Estados Unidos, los principales índices de Wall Street cayeron de manera abrupta tras el ataque.
Por ejemplo, el Nasdaq, dominado por empresas tecnológicas, descendió un 1.5%. En Europa, las acciones también se vieron afectadas.
Por otro lado, el oro, considerado un activo refugio en tiempos de inestabilidad, subió alrededor de un 1%, alcanzando un récord de más de 2,600 dólares por onza.
Algo similar sucedió con los precios del petróleo: tras el ataque iraní, los precios del crudo se dispararon, aunque se estabilizaron ligeramente después.
Las tensiones en el Medio Oriente, junto con los informes económicos clave que se esperan esta semana en Estados Unidos, como el informe mensual de empleos del viernes, están afectando de manera significativa los mercados, que se encuentran en una situación de gran incertidumbre.