Los judíos “rojos” de la guerra civil española

24 septiembre, 2024 , , ,
A la izq. George Nathan. A la der. Alexander Orlov. Fotos: Wikipedia - Dominio Público

por Ricardo Angoso.

Presentamos esta breve nómina de algunos judíos que tuvieron un papel destacado en nuestra Guerra Civil, bien como diplomáticos, periodistas o como simples soldados enrolados en las Brigadas Internacionales. 

George Nathan

Antiguo agente del servicio británico y sargento mayor durante la Primera Guerra Mundial, donde combatió en el Ejército británico en el frente occidental, George Nathan es un personaje con un halo de misterio y un gran carisma que causaba impresión a sus camaradas. Como todo agente secreto, Nathan tenía su leyenda negra, que consistía en la posibilidad de que fuera el responsable de los “Asesinatos del toque de queda de Limerick” (el asesinato del alcalde y exalcalde de la ciudad, ambos miembros de Sinn Féin) mientras trabajaba encubierto para la inteligencia británica en grupos paramilitares que atacaban a nacionalistas irlandeses y causaron numerosas víctimas entre civiles inocentes. 

Nacido en 1895 en el seno de una familia judía, tenemos pocas noticias acerca del periodo que va entre 1914 y 1936, en que se enroló como voluntario en las Brigadas Internacionales para luchar contra el bando franquista. Nunca fue admitido en las filas comunistas quizá debido a su condición homosexual, pero ese no fue óbice para que en la Guerra Civil española destacara como un “frío y aguerrido” combatiente, en palabras de sus compañeros de armas. Llegó a ser jefe de Estado Mayor de la XV Brigada Internacional y se desempeño como tal en la batalla del Jarama, aunque cayó en combate el 16 de julio de 1937 al ser herido de muerte por un proyectil de aviación, en el transcurso de la Batalla de Brunete donde estaba al mando de uno de los tres batallones de la XV Brigada. Fue enterrado a orillas del río Guadarrama y se desconoce el lugar exacto donde están sus restos, como ocurre con casi todos los mitos que se precien.

Marcel Rosenberg

La condición de embajador soviético en España no salvó a este diplomático de caer en las grandes purgas organizadas por Stalin a finales de los años treinta del siglo pasado. Nacido en 1896, en el seno de una adinerada familia judía, Rosenberg se unió al cuerpo diplomático soviético en 1918 y Estuvo destinado en Alemania, China, Italia o Francia. Fue también delegado soviético ante la Sociedad de Naciones hasta que, en 1936, fue nombrado embajador de la URSS en la España republicana que ya estaba en guerra. Sin embargo, en febrero de 1937 fue llamado a Moscú y, como tantos otros altos cargos soviéticos, fue arrestado y condenado a muerte en las purgas estalinistas. Un año más tarde de su llegada a la capital rusa, en marzo de 1938, fue ejecutado, tal como también le ocurrió a sus dos sucesores en el cargo: los diplomáticos Leon Gaykis y Serguei Marchenko, ambos también ejecutados por orden de Stalin. En su controvertida misión en España, Rosenberg llegó a trabar buenas relaciones con el dirigente socialista Francisco Largo Caballero, aunque eso le granjeó muchas enemistades políticas.

Artur London

Nacido en una familia judía de ideas comunistas, Artur London se enroló, en 1937, con apenas 22 años en las Brigadas Internacionales para luchar junto con los republicanos y miles de brigadistas contra las tropas de Franco. Después de desempeñar varias misiones en España, tras la derrota de los republicanos y la victoria de los franquistas, London se unió a la resistencia francesa, en 1940, junto con su esposa, Lise London. Más adelante fue arrestado por los alemanes y deportado al campo de concentración de Mauthausen en 1942. Su esposa fue arrestada el mismo año, luego encarcelada y enviada al campo de Ravensbrück en 1944. 

Ambos sobrevivieron milagrosamente a la guerra y después de una larga temporada en París, donde trabajaron en la embajada de la Checoslovaquia comunista en la capital francesa, regresaron a Praga en 1948. En el régimen comunista checoslovaco, London se integró rápidamente y fue nombrado viceministro de Asuntos Exteriores en 1949. Sin embargo, ser judío y haber estado en la guerra civil española no eran las mejores credenciales en un sistema que cada día se volvía más policíaco y menos democrático. Finalmente, London fue detenido junto a otros dirigentes checoslovacos caídos en desgracia en 1951 y juzgado en los famosos procesos de Praga, en 1952. 

El proceso acabará con once condenas a muerte en la horca y tres cadenas perpetuas, entre las cuales la de Artur London. Será rehabilitado en 1956. En 1963, abandona Checoslovaquia y se instala en Francia, donde publica Espagne…, una obra dedicada a la guerra civil española, lo que es para él una manera de rehabilitar a los veteranos de las Brigadas Internacionales que habían sido encarcelados o ejecutados en los procesos llevados a cabo en Praga, Budapest y Sofía. En 1968 publica L’Aveu (La confesión), a partir del cual Costa Gavras realizó la película del mismo título en 1970, con guión de Jorge Semprún.

Alexander Orlov

La vida de Alexander Orlov, judío bielorruso nacido en 1895, hubiera dado para una gran película o una novela increíble, ya que su vida fue una gran aventura plagada de riesgos, misterios y crímenes sin resolver aun todavía. Después de pasar por varios destinos en la URSS, Austria, Suiza y Francia, Orlov sería enviado como enlace entre los servicios secretos soviéticos, el NKVD, y las autoridades republicanas. Al parecer, fue el responsable soviético en el traslado del denominado “Oro de Moscú” desde Madrid a la Unión Soviética, y en el asesinato de Andrés Nin, un trotskista cuyo cadáver nunca se encontró. También Orlov pudo estar implicado en los asesinatos de Erwin Wolf, antiguo secretario de Trotski, y Mark Rein, hijo de un líder menchevique, y tuvo parte en la desaparición del oficial ruso y agente doble del NKVD Nikolái Skoblin. Todos estos casos nunca fueron esclarecidos ni juzgados. 

En 1938, Orlov desertó a los Estados Unidos, huyendo de la purga estalinista dentro del NKVD, y advirtió a León Trotski de la inminencia de su asesinato. Pero antes de partir hacia Canadá con 60.000 dólares americanos robados a los soviéticos, es posible que participara en un último crimen tampoco resuelto. A Orlov se le asocia, actuando nuevamente bajo la tapadera de diplomático, en el asesinato de Rudolf Klement, antiguo secretario de Trotski, en París el 13 de julio de 1938, el mismo día que dejó la capital francesa rumbo a Quebec. Otro misterio más en su vida sin resolver.

Estuvo quince años en Canadá oculto sin que nadie sospechara acerca de su identidad hasta que, en 1953, publicara un libro sobre los crímenes de Stalin y el terror vivido bajo su gobierno. A partir de entonces, se radicó en los Estados Unidos y comenzó a colaborar con la CIA y el FBI, pero no revelando muchos agentes soviéticos que todavía quedaban en el exterior ni clarificando los aspectos más misteriosos de su biografía. Murió en los Estados Unidos después de escribir varias obras en las que relata su experiencia como agente soviético y sin revelar los grandes enigmas que resguardaba celosamente, como el asesinato de Nin y de sus más cercanos colaboradores del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM).

Arthur Koestler

Al igual que la vida de Orlov, la de Koestler es fascinante y me atrevería a decir apasionante. Nacido en Budapest en 1905 en una familia judía de clase media, muy pronto militaría en las filas comunistas y participó activamente en el intento de instalar una república comunista en Hungría durante la revolución de Béla Kun, ahogada en sangre por los ejércitos rumano y húngaro. A partir de ahí inicia un periplo que le llevaría a la URSS, Alemania, Francia, Austria y Palestina, entre otros países. 

En julio de 1936, dentro de su intensa actividad como agente comunista, llegaría a España y se hace pasar por amigo de la causa franquista para conseguir una entrevista del general Queipo de Llano. Sin embargo, es delatado por un periodista alemán y encarcelado de febrero a marzo de 1937 por las autoridades franquistas y después canjeado por un preso en manos republicanas. De España partiría a Francia, donde también sería detenido por unos meses en 1939 y después liberado por presión británica. Marcharía al Reino Unido, donde nuevamente sería detenido por las autoridades migratorias, para después pasar a colaborar con varias instituciones británicas durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). A pesar de ser un firme partidario de la creación de un Estado de Israel, Koestler mantuvo una relación compleja con el judaísmo y en varias ocasiones se manifestó como ateo en materia religiosa.

A lo largo de su vida ejerció como novelista, ensayista, historiador, periodista, activista político y filósofo, dejando numerosas obras publicadas y decenas de artículos. Sus últimos años de vida, ya decepcionado del comunismo, se dedicó en exclusiva a la creación literaria y disfrutando de su nueva vida como ciudadano británico. Nos dejó un libro sobre sus vivencias en España, Diálogo con la muerte. Testamento español, no muy conocido y difícil de encontrar. Se suicidó tras una larga enfermedad junto con su mujer en 1983 en el Reino Unido.

Iliá Ehrenburg

Nacido en una familia judía de clase media en Kiev, hoy capital de Ucrania, en 1891, Ehrenburg fue uno de los escritores más conocidos y publicados de la extinta Unión Soviética. Se hizo corresponsal de guerra en la Primera Guerra Mundial y más tarde simpatiza con las ideas socialistas de la revolución octubre de 1917 en Rusia, pero eso no le impidió que decidiera marchar de la nueva URSS por no agradarle el curso que estaba tomando la misma. En 1921 marchó de Rusia y durante unos años viajaría intensamente por Europa y residiría en Berlín, Bruselas, París y Madrid.

Regresó a varios eventos a Moscú en los años treinta y no tuvo problemas con el poder, pese a que ya en esa época asomaba el carácter represivo y autoritario de Stalin. Durante la guerra civil española fue corresponsal de Izvestia y escribió los libros No pasarán (1936) y Guadalajarauna derrota del fascismo (1937). Estos escritos lo reconciliaron con los comunistas más recalcitrantes y le valieron para acercarse de nuevo al poder oficial soviético, del que había estado distanciado, en cierta medida, tras tantos años fuera de Rusia.

Tras la derrota republicana, Ehrenburg abandona España y vuelve a su país. Pocos días después de la invasión nazi a la Unión Soviética, en junio de 1941, Ehrenburg se incorporó al departamento editorial del periódico del ejército soviético, Krásnaya Zvezdá (Estrella Roja) como corresponsal de guerra. Sus textos también fueron publicados en gran cantidad de otros medios soviéticos. En los casi cuatro años de guerra, escribió cerca de 1500 artículos, de los que casi 450 fueron en el Krásnaya Zvezdá. El escritor también tuvo un papel destacado en la investigación sobre las matanzas perpetradas por los nazis contra los judíos y colaboró, junto con el escritor Vasili Grossman, en la redacción de un documento denominado El libro Negro, donde se relatan los crímenes cometidos por los alemanes en suelo soviético contra las comunidades hebreas.

Una vez concluida la Segunda Guerra Mundial, Ehrenburg se convertiría en uno de los escritores más reconocidos y prolíficos de la Unión Soviética, gozando del favor oficial, recibiendo numerosos premios e incluso siendo autorizado a viajar al exterior, un auténtico lujo del que no todos gozaban en aquellos tiempos. Sin ser miembro del partido comunista, Ehrenburg simpatizaba con las ideas socialistas y se reconocía a sí mismo como “judío” mientras hubiera antisemitismo en el mundo. A pesar de todo, muchos colegas de Ehrenburg, como Solomón Mijoels, murieron asesinados por el poder soviético durante los últimos años de Stalin, en que el antisemitismo volvió con fuerza durante el siniestro periodo del “complot de los médicos”. Pero esa es otra historia para otra ocasión.

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