Por Orna Mizrahi.
La prometida respuesta militar de Hezbollah a la eliminación de su jefe de Estado Mayor se está retrasando, pero no se debe dar por sentado que Hezbollah se abstendrá de una medida militar inusual y sorprendente como respuesta, como siguen prometiendo todos los portavoces de la organización.
El retraso se debió inicialmente a la necesidad de coordinar con Irán para determinar la respuesta y su momento.
El principal dilema de Hezbollah es elegir una medida militar que sea percibida como significativa y disuasoria, y que al mismo tiempo sea una que Israel pueda absorber de tal manera que su respuesta no desemboque en una guerra a gran escala.
Además, debido a los intensos esfuerzos estadounidenses para asegurar un acuerdo por los rehenes entre Israel y Hamas, Hezbollah no quiere ser visto como un factor que pueda socavar estos movimientos, ya que lograr un alto el fuego permitiría a la organización detener sus ataques en el norte como viene prometiendo desde hace meses.
Para Hezbollah, existe una necesidad vital de responder no sólo por el claro compromiso de Nasrallah de dar una respuesta en el funeral de Fuad Shukr; sino también para restaurar la imagen de fuerza de la organización, así como de todo el Eje de Irán, como elemento de disuasión contra Israel.
En opinión de Nasrallah, la respuesta a la eliminación debería seguir un camino separado de la «guerra de desgaste» en la frontera norte, en curso desde el 8 de octubre de 2023, y destinada a apoyar la batalla de Hamás en Gaza.
En las dos semanas transcurridas desde la eliminación, Hezbollah ha continuado con sus ataques diarios en el norte, adhiriéndose a las ecuaciones establecidas que ha seguido durante los últimos diez meses.
Lo hace a pesar del alto precio que sigue pagando como resultado de las acciones de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), incluida la destrucción de infraestructura; pérdida de operativos (desde la eliminación de Shukr, 25 miembros de Hezbollah han sido abatidos); creciente crítica interna a la organización; preocupación de que la organización esté arrastrando al Líbano a una guerra que no desea y que dañaría gravemente al país; y presión internacional para evitar una respuesta.
Al mismo tiempo, Hezbollah ha intensificado su guerra psicológica en las redes sociales contra las FDI (para disuadir) y el público israelí (para infundir miedo y desesperación).
En particular, ha habido una exposición inusual de una gran instalación subterránea que contenía armas y municiones listas para su uso inmediato.
En conclusión, parece que Hezbollah no ha renunciado a tomar represalias por la eliminación y está decidido a llevar a cabo una operación que supere sus acciones anteriores y que puede conducir a una escalada.
Sin embargo, el esfuerzo en curso para obtener un acuerdo por los rehenes, las vacilaciones de Irán con respecto a la respuesta y las preocupaciones sobre un ataque israelí generalizado pueden afectar la naturaleza de las represalias.
Como resultado, la fuerza y el momento de la respuesta de Hezbollah pueden diferir de sus planes iniciales.
Para Israel, esto significa que debe permanecer vigilante y preparado, así como considerar la posibilidad de «sorpresas».