Las causas de la catástrofe. Reflexión.

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“Aprendan a hacer el bien, procuren la justicia, reivindiquen a la víctima, hagan justicia  al huérfano y defiendan a la viuda”.
“Tus príncipes se han convertido en rebeldes y secuaces de ladrones, todos aman el soborno y persiguen las recompensas. No hacen justicia al huérfano y ante ellos no llega la demanda de la viuda”.
Libro de Isaías capítulo 1 versículos 17 y 23

Dirigentes, Rabinos y jueces.

No cabe duda que los profetas han tenido que ser personas soledosas (sin intereses creados), y además valientes y arriesgados. Lamentablemente “el señor dinero” puede con casi todos.

Sobornos y cometas, de toda clase y especie, marcan la cancha social, tanto hoy como en el ayer.

Y siendo que es muy difícil y hasta peligroso nadar contra la corriente, es más sencillo y beneficioso ser complaciente, colaborador, o por lo menos cerrar los ojos, dado que cualquiera de nosotros puede ser blanco o target de mafias o grupos que se consolidan en una clara asociación ilícita, donde cualquier ser humano puede quedar como “Don Quijote contra los molinos de viento”.

¿Odio gratuito?

Sería bueno reflexionar, en forma alternativa, justo en estos días antes del 9 de Av, si este odio es gratuito, o tiene que ver con la apetencia humana de plata y oro. El deseo desmedido de obtener poder, bienes y una vida fácil y cómoda a cualquier precio, o como de lugar.

Igualmente, que duda nos cabe, en especial a aquellos que hemos vivido ya unas décadas de existencia terrenal, que lo malo y contrario a la voluntad divina es muy contagioso, y es como el chicle muy pegajoso y adherente.

Por el contrario, la bondad y la rectitud. es una cualidad que debe ser trabajada en forma constante y afanosamente (con gran esfuerzo y dedicación).

Hoy como ayer.

En nuestra comunidad judía criolla, vemos como grupos de judíos (inclusive jasídicos), se degeneran persiguiendo el dinero. Utilizan a gentiles (abogados y jueces) como peones, para poder atacar a otros judíos, incluso a nivel legal. Armar causas que se basan en falsas denuncias, buscando fines que inconfesables por el momento no puedo especificar, a los fines de desarmar familias e incluso intentar quedarse con bienes inmuebles y/o efectivo.

Como se dicen aquí, “el famoso apriete”, donde poder “morder” y obtener donaciones y dadivas, sin importar daños y perjuicios causados a niños y adultos.

¿Por qué llorar?

La pregunta del millón. ¿Lloraremos por el Templo perdido, por su belleza o por sus ladrillos? ¿Por no poder llevar sacrificios de animales o todo tipo de ofrendas para expiar pecados o agradecer al Todopoderoso?

¿Lloramos por haber perdido la territorialidad y por nuestra dispersión y su intensa oscuridad espiritual?

¿O por el contrario, tenemos la oportunidad de cambiar nuestra conducta personal y grupal, y estimar al prójimo cumpliendo la máxima de “amarás al prójimo como a ti mismo”?

El objetivo de la divinidad es conquistar el corazón del hebreo. De tal forma que la palabra hebrea “lev” o corazón suma los 32 caminos de la sabiduría de la Cábala.

El pensamiento es el inicio, pero no suficiente, ya que necesita del sentimiento para poder ser motorizado y plasmado en el mundo físico.

La fórmula correcta. El final.

De algo estoy seguro, tanto en Israel como en las diferentes diásporas, que no podremos cambiar los efectos, si previamente no se modifican las causas.

El 7-10 (de Hamás) viene a recordarnos que hay un problema endógeno o interno entre los judíos israelíes. Los atentados sufridos en Buenos Aires en la Embajada de Israel y en la sede de la AMIA, más allá de su lógica condena, sufridos en los noventa, también nos traen un mensaje profundo para nuestro colectivo, que excede la investigación y la captura y castigo a los responsables.

Entonces, las lágrimas deberían ser por no entender o no querer comprender donde se encuentra el error que Hashem, el D’os de nuestros Patriarcas, no puede tolerar.

El mayor de los grandes profetas lo declara en forma explícita al final de la Haftará o capítulo leído en el servicio sinagogal el sábado último. Y dice: “Entonces haré que retornen tus jueces como al principio y tus consejeros como al inicio, y después de esto serás llamada Ciudad de Rectitud. Metrópolis fiel. Tzión será redimida con justicia, y los que retornan a ella con rectitud”. Cierra Isaías en el capítulo 1 con los versículos 26 y 27.

Conclusión: “no existe posibilidad de tener o recuperar un lugar puro, siendo que nuestros corazones se encuentran contaminados con toda clase de impurezas”.

Y si bien, alguno podría objetar que no todo es malo en la comunidad, por otro lado, y entonces, eso parece no bastar al D’os de Abraham, y es la razón por la cual todavía continuamos penando y ayunando y llorando.

Shavua Tov.
Tzom Kal.

Dr. Natalio Daitch

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