Hazaña en París: Nick Itkin se transforma en el primer esgrimista judío en conseguir una medalla olímpica

Foto: Tima Miroshnichenko/Pexels.Foto: Tima Miroshnichenko/Pexels.

Nick Itkin es un deportista estadounidense nacido en Los Angeles en 1999. Itkin compite en esgrima, es especialista en la modalidad de florete, y antes de los Juegos Olímpicos de París, había participado de dos Juegos Olímpicos de Verano, obteniendo dos medallas de bronce, y en Tokio 2020 en la prueba por equipos.

A lo largo de su carrera ganó tres medallas en el Campeonato Mundial de Esgrima y tres medallas de oro en los Juegos Panamericanos, en los años 2019 y 2023.

Esta semana, el esgrimista logró la hazaña histórica de convertirse en el primer atleta judío en ganar una medalla en los Juegos Olímpicos de París en esgrima, llevándose el bronce para Estados Unidos.

Itkin ya se aseguró el tercer lugar en la competencia individual de espada masculina al derrotar al japonés Kazuki Iimura, con un marcador final de 15-12. 

Se trata de la tercera medalla en espada para el equipo estadounidense en París, siguiendo a las medallas de oro y plata de Lee Kiefer y Lauren Scruggs en la categoría femenina.

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    Juegos Olimpicos26/07/2021Llegir en Català
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    El campeón olímpico que desapareció durante la guerra
    Endre Kabos, un judío húngaro, ganó una medalla de oro en los Juegos de Berlín de 1936
    Toni Padilla
    2 min

    Endre Kabos, campeón de esgrima en 1936.EFE
    Llegir en Català
    BarcelonaEl Puente de Margarita, en Budapest, no tiene buena fama. Diseñado por dos arquitectos franceses a mediados del siglo XIX, cuando las ciudades de Buda y Pest, separadas por el Danubio, se unían con puentes para volverse una ciudad moderna, lo escogían todos los ciudadanos que decidían quitarse la vida. De vez en cuando, alguien saltaba al agua, ya fuera para huir del desamor o de las deudas. El puente se ganó tan mala fama que el poeta János Arany dedicó un poema a aquellas almas en pena que se despedían de la vida allí, en el norte de Budapest. El año 2011 el puente estaba en tan mal estado que las autoridades se rascaron el bolsillo para rehacerlo de arriba abajo. Y durante las obras aparecieron huesos humanos. Analizando el ADN, algunos se identificaron como los de Endre Kabos, uno de los mejores deportistas húngaros de la historia.

    Kabos, nacido en 1906 en Oradea, una ciudad entonces húngara que ahora forma parte de Rumanía, era judío. De joven llegó a Budapest, donde sobresalió en uno de los numerosos deportes en el que los húngaros, tierra polideportiva de gran tradición, brillan: la esgrima. En los años 30 ganaba tantas medallas que no le cabían en una sola habitación. El 1932 ganó el oro olímpico en Los Angeles, pero en casa las cosas ya no le iban bien. Hungría, entonces una tierra donde buena parte de la población era judía, se iba escorando hacia el populismo, hacia la derecha. Y los judíos, que se habían sumado eufóricos al nacionalismo húngaro a finales del XIX, empezaban a ser maltratados. Kabos llegó a dejar el deporte, harto, a pesar de que muchos amigos lo ayudaron y en 1936 pudo ir a Berlín para ganar otro oro en sable justo en los morros de las autoridades nazis. A diferencia otros deportistas judíos que ganaron medallas en aquellos Juegos, él no calló. «Compito por el honor de Hungría y de los deportistas judíos, para dejar claro cómo somos los deportistas judíos».

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    Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, Kabos fue enviado por la fuerza a un campamento militar para enseñar a soldados húngaros a utilizar el sable y la bayoneta. El régimen húngaro, aliado de Hitler, persiguió a los judíos, pero no les envió a los campos de exterminio hasta 1944, ya al final de la guerra. Y Kabos, gracias a sus contactos en el mundo del deporte, evitó subir a los trenes. Algunos dicen que se pasó a la resistencia, otros que con identidad falsa había acabado como mano de obra de los nazis. Fuera como fuese, a pocos días para el final de la guerra, cuando el ruido de los tanques soviéticos ya se oía en el centro de Budapest, Kabos atravesaba el puente de Margarita encima de un carro cuando el puente explotó. Los nazis tenían previsto volarlo antes de la llegada de los soviéticos, pero las minas explotaron antes por error, cuando centenares de personas atravesaban el puente. Uno de ellos era Kabos. La suerte que siempre había tenido lo abandonó cuando ya se imaginaba sobreviviendo a la guerra.

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    Toni Padilla
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