Los niños primero. Reflexión

18 julio, 2023 ,
Jerusalén. Foto: Pixabay

Dr. Natalio Daitch

Moshé el corrector.

Los hijos de la tribu de Reubén y de la tribu de Gad, observaron que la tierra al este del río Jordán era buena para pastoreo, ya que tenían abundante ganado, y pidieron permiso a Moshé para establecerse en la zona.

Vieron primero el negocio. Aún, prometiendo ingresar a la Tierra de Canaán y ayudar en su conquista, su idea fija era otra y así lo manifiestan al Pastor Fiel diciendo: “Ellos se aproximaron a él y dijeron: Edificaremos aquí rediles de ovinos para nuestro ganado, y ciudades para nuestros hijos”, Números 32:16.

Matot.

El capítulo semanal que leímos ayer, Shabat en la Sinagoga, donde Moshé se dirige a los jefes de las Tribus, es decir a las cabezas. Y qué duda cabe, que, si la cabeza de una persona no funciona bien, todo el resto del cuerpo no funciona bien. Y de la misma forma, podríamos extender hacia un colectivo o grupo humano, pueblo o nación. Si sus líderes o gobernantes o llámese referentes, han perdido el Norte, la brújula o la dirección correcta, esto arrastra a todos sus subordinados, súbditos o al pueblo en general.

Si el piloto de un avión entra en confusión, pobre del resto del pasaje. Y si el general entra en pánico en medio de la batalla, entonces que queda para los oficiales y soldados.

Estableciendo prioridades.

La educación de los niños, el futuro, y más aún en el idishkait o judaísmo, no puede ser designado como tema secundario. Por el contrario, es lo principal y el objetivo, y el sustento solo el medio para el fin.

La felicidad y la identidad de los niños y la continuidad judía depende de ello. De hecho, la educación judía pende de estos puntos, en la casa y en el colegio, y aún en el barrio o localidad donde viven.

En particular en la diáspora donde la asimilación barre comunidades enteras, que se marchitan y nunca florecen, si no cuentan con un Rabino de referencia, y aún en casos como los de la ciudad de Rosario (mi ciudad natal) hace varias décadas atrás, se viene gestando un holocausto silencioso, cuando los dirigentes direccionaron en la escuela y los servicios sinagogales del lugar, en franca oposición al judaísmo ortodoxo o raigal. La llegada del Rabino de Jabad Lubavitch en los ochenta ayudó en lo que pudo frente a ese tsunami asimilatorio, pero los que hemos sido testigos del colapso de tan numerosa comunidad, sabemos que: “no hay peor astilla que la del mismo palo”.

En la argentina, Rosario es solo un ejemplo de lo que sucede, cuando los niños no reciben la educación adecuada, por lo menos en el shule, siendo que en las casas reina la ignorancia sobre las prácticas judías, y la ortodoxia es vista como algo anacrónico o del pasado, cuando en esos tiempos reinaba la abundancia material.

Los niños primero.
Final.

En los clubes de futbol se habla de las divisiones inferiores como “el semillero”, es decir la base de la cual se nutrirá y continuará el futuro de la entidad o institución.

El judaísmo no es la excepción, nuestros padres y antepasados tomaron este tópico como algo capital o fundamental. Y establecieron los famosos Jéder o escuela elemental y tradicional judía cuyo fin era y es enseñar a los niños las bases del judaísmo y el idioma hebreo. El Talmud Torá y centenares de escuelas judías en todo el mundo. Junto a famosas Ieshivot o escuelas Talmúdicas tanto en Israel como en las diásporas.

Los niños son el tesoro más preciado, seguramente los padres no siempre los amamos lo suficiente, pero la casa, el colegio, y el barrio (gueto) y la atmósfera que los rodea, dejan su impronta en aquel producto que será el joven y adulto y padre del futuro.

Para concluir, los pequeños son parte de la cadena generacional.

Moshé no dejo pasar el punto, y reitero, corrigió a las Tribus y a futuro a todos nosotros. No confundir el fin con los medios.

Y entonces cada generación con su desafío de continuar los pasos de nuestros Patriarcas. Ellos dejaron las huellas, y nosotros queremos y nos esforzamos de transitar el mismo sendero milenario.

¡Shavua Tov!

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