En una conferencia de prensa llevada a cabo el pasado lunes, un periodista consultó a un funcionario del Departamento de Estado de Estados Unidos por el último concierto de Roger Waters en Berlín.
Más concretamente, el reportero le preguntó si estaban de acuerdo con lo expresado por Deborah Lipstadt, la enviada del organismo contra en antisemitismo. Lipstadt había publicado una serie de tweets muy críticos con el músico, y calificó al show como una “distorsión del Holocausto”.
El Departamento de Estado respondió de manera escrita a la pregunta. Se afirmó que “el concierto en cuestión, que tuvo lugar en Berlín, contenía imágenes profundamente ofensivas para la comunidad judía y que reflejaban una minimización del Holocausto”.
Además, agregó que “el artista en cuestión acarrea una larga serie de expresiones antisemitas para denigrar al pueblo judío”. El organismo estadounidense no fue el único en criticar públicamente a Waters.
Las municipalidades de Múnich y Frankfurt intentaron cancelar los conciertos del músico. Por otro lado, la policía alemana abrió una investigación para definir si el vestuario del ex-Pink Floyd representa una glorificación del nazismo. Una acción definida como tal podría estar penada por la ley alemana.
Es un crimimal que debe ir a la carcel
Porque los municipios no pudieron impedir los recitales? Es toda falacia. El antisemitismo sigue creciendo tanto como la ipocresia de todo el mundo que habla mucho y no ipide nada.