Las conversaciones telefónicas entre el presidente estadounidense Biden y el primer ministro Bennett, y entre el secretario de Estado Blinken y el ministro de Exteriores Lapid dos horas después de la toma de posesión, así como la invitación del ministro de Exteriores israelí a Washington, reflejan principalmente el afán de la administración estadounidense por una relación de trabajo estable con el nuevo liderazgo, basada en la confianza mutua y la comprensión de intereses.
La administración estadounidense probablemente reconoce que el nuevo gobierno de Israel tiene reservas sobre la política estadounidense, como dejó en claro el primer ministro Bennett en su discurso inaugural en el contexto iraní. Sin embargo, se espera que se puedan discutir discretamente sin convertir los debates en confrontaciones públicas.
Al mismo tiempo, el Partido Demócrata parece esperar superar los resentimientos del pasado y abrir una nueva página, en el interés de reconstruir las relaciones con Israel, que es claramente un objetivo importante para el Estado judío, como parte de sus esfuerzos por regresar a su estado anterior en el centro del consenso bipartidista de los Estados Unidos.
Es importante que entre los objetivos del nuevo gobierno exista una base de vínculos estrechos y relevantes con la administración estadounidense, para que Israel pueda coordinar expectativas con la Casa Blanca, especialmente en temas donde se esperan brechas entre los dos países: Irán, China y la cuestión palestina.
Fuente: INSS – The Institute of National Strategic Studies
Eldad Shavit es investigador principal del INSS