Es verdaderamente alarmante que el presidente de Israel, Reuven Rivlin, tras haber iniciado la ronda de reuniones con los representantes de los partidos políticos, para la recomendación de sus candidatos, comentara que “la democracia –israelí– está exhausta”.
Y, no es para menos.
De momento, no hay visos de que Israel salga del bloqueo político, tras las cuartas elecciones en dos años.
Ningún partido, con sus respectivas alianzas, ha podido alcanzar los 61 escaños obligatorios, de los 120 en el Parlamento israelí, para formar un gobierno de coalición. Esto demuestra lo fragmentada que está la democracia israelí.
Sin embargo, los colectivos políticos ya dieron sus recomendaciones. Como era de esperarse, el Likud y los partidos de derecha eligieron a Benjamín Netanyahu para el cargo de primer ministro, es decir, para el quinto mandato; el Partido Laborista y el centrista Yesh Atid optaron por Yair Lapid. Extrañamente Yamina, un partido de derecha, no recomendó a Netanyahu, sino a su propio líder, Naftalí Bennett.
Mientras Rivlin escuchaba las recomendaciones de los partidos políticos, Netanyahu estaba escuchando a un testigo en su contra durante el juicio –por tercera vez– que se le hizo por los casos de corrupción.
Esta vez, el turno fue del testigo Ilan Yeshua, exdirector ejecutivo del sitio web de noticias Walla, quien habló acerca de “las presiones” que recibió para mejorar la imagen del primer ministro.
Irónicamente, tras finalizar el juicio, Netanyahu se refirió al proceso como un “abuso de autoridad”, debido a las acusaciones de la Fiscalía en su contra.
Precisamente, por “abuso de autoridad”, entre otros delitos, el mandatario ha sido llevado a juicio.
Sin embargo, a los partidarios de Netanyahu, en un acto de fe ciega, parece no importarles que el primer ministro en funciones se encuentre en el banquillo de los acusados. En tanto, el mandatario, en medio de la carrera política, se esfuerza por salir del atolladero legal en el que se encuentra metido, lanzando adjetivos a sus detractores.
En la otra esquina del escenario, los líderes políticos no dan muestras de llegar a un consenso para formar un gobierno de coalición que libre a Israel de unas quintas elecciones. Y esto empeora la situación.
Sí, definitivamente Rivlin no se equivocó cuando esta mañana dijo que “por el momento, no veo la manera de formar una coalición”.