Foto: Avi Ohayon / GPO

Uriel Romano – Rabino, Lic. Ciencias Políticas y M.A en Estudios Judaicos, especializado en literatura rabínica
Janucá no es solo la “fiesta de las luces” sino también la festividad del coraje, del heroísmo, de la defensa de la identidad judía y de la lucha por la soberanía judía en la tierra de Israel. Según los relatos tradicionales de esta historia (Macabeos I y II y los escritos del historiador Flavio Josefo) los principales héroes de este relato son los hombres de la familia de los macabeos. La familia que lideró allá por el año 168 a.e.c la revuelta de los judíos contra las autoridades griegas. La tradición rabínica, durante la Plena Edad Media, comenzando más específicamente en el siglo XI, suman a una nueva heroína a esta historia, la legendaria Yehudit (Judit). Esta es su historia.
Existía, en los tiempos del Segundo Templo de Jerusalén, un relato popular judío sobre una heroína llamada Yehudit. Es más, durante los tiempos de la dinastía Macabea (fines del siglo II a.e.c) se editó un libro cuyo título es Yehudit que pasó a ser parte los libros apócrifos (lit. ocultos; es decir los libros que no ingresaron en el Tanaj, el canon bíblico judío) pero que llegó a nosotros a través de la Septuaginta. Este relato habla de una hermosa viuda que en tiempos donde Jerusalén estaba siendo atacada por el imperio Asirio le reza a Dios para que le de la fuerza de redimir al pueblo judío a través de sus manos (Judit 8:33). Ella, emulando a otras mujeres bíblicas, visita y seduce al general Holofornes y luego de dejar que este se embriague lo degüella. Su acto, al traer luego la cabeza del general enemigo a Jerusalén, enciende el coraje del resto del pueblo que logra vencer en la batalla a los enemigos.
Este relato originalmente estaba totalmente desconectado de la historia de Janucá ya que el texto se sitúa en algún momento del siglo VI a.e.c sin embargo los rabinos desde el siglo XI por algún motivo rescatan del olvido en la sociedad rabínica la historia de Yehudit pero ligándola a la historia de Janucá. Y así lo hicieron.
Rashí (1040-1105, Francia) comenta un pasaje del Talmud que decía que las mujeres también fueron “parte del milagro” (Shabbat 23a) explicando que los griegos habían decretado que las vírgenes judías antes de consumar el matrimonio con sus esposos debían acostarse primero con un gobernante griego (lo que se conoce en la edad media como el derecho de pernada o en latín Ius primae noctis). Sin embargo, comenta Rashí, que a través de una mujer “se originó el milagro”. Rashí no menciona a Yehudit pero la insinúa. Será su nieto el Rashbam (1085-1158, Francia) quien la mencione explícitamente. Tosafot (Meguilá 4a) comentando otra pasaje talmúdico que dice que “las mujeres también fueron parte del milagro” traen primero un comentario del Rashbam que explica estas palabras diciendo no que las mujeres también fueron salvadas, al igual que los hombres, sino que fueron las mujeres las que produjeron los milagros: “en Purim a través de Ester, en Janucá a través de Yehudit y en Pesaj por el mérito de las mujeres justas de aquella generación”.
Los propios Tosafot refutan al Rashbam y dicen que su lectura no es correcta. Aquel pasaje del Talmud habla que las mujeres, al igual que los hombres, fueron salvadas y es por eso que a diferencia de otros momentos en el año donde están exceptuadas de cumplir ciertos mandamientos sujetos a un tiempo determinado las mujeres deben comer Matzá en Pesaj, encender la Janukia en Janucá y escuchar la Meguilá en Purim. Sin embargo el Rashbam lee el pasaje de forma diferente y nos dice que fue por mérito de las mujeres que el pueblo de Israel fue redimido en cada uno de esos momentos en los cuales podríamos haber sido borrados de la historia. Y es él quien introduce a Yehudit como la heroína de Janucá… aunque no nos dice qué hizo.
Años después el RaN (1320-1376, España) y el autor desconocido del Kol Bo (finales del siglo XV) nos relatan con más detalles las “hazañas” de Yehudit y como fue que el milagro de Janucá ocurrió a través de sus manos. Ellos nos cuentan que existió cierta vez una mujer llamada Yehudit, hija de Yojanan el Sumo Sacerdote, que era muy bella y el rey ordenó que ella se acueste con él. Ella le preparó comidas a base de queso (muy salado) para que él sienta sed y en consecuencia beba mucho y se emborrache. Cuando este se durmió ella agarró una espada y degolló su cabeza. Así comenzó, según relatan, la victoria de los judíos frente a los griegos (Ran al Rif Shabbat 10a y Kol Bo 44:9).
Desconocemos cómo y por qué los rabinos en el siglo XI decidieron “resurgir” el relato de Yehudit y asociarlo con Janucá. Algunos académicos sostienen que tal como existía una heroína en Purim (Ester) debía haber otra heroína al celebrarse Janucá. ¿Y por qué Yehudit específicamente? Quizás por la similitud de las historias entre la pseudo-narrativa de la liberación de Jerusalén frente a los asirios y los sucesos que tuvieron lugar en los tiempos de los macabeos (o quizás de forma más sencilla ya que tal como existió Yehudá HaMacabi también debía haber una Yehudit HaMacabi, ya que según los relatos medievales Yehudit es descripta o bien como la hermana de Matitiahu o como la hija de aquel).
El relato de Yehudit es un relato ficcional apasionante. Durante la festividad de Janucá que como dijimos nos invita a hablar acerca del coraje y el heroismo es meritorio recordar a todas aquellas mujeres en otros relatos bíblicos que también fueron parte de la larga cadena de heroínas de nuestra tradición. Comenzando quizás con las parteras en Egipto que se rebelaron contra el decreto del Faraon, Miriam que cuidó a su hermano Moshé, Tzipora que lo defendió, las hijas de Tzlofjad que lograron cambiar una ley de la Torá, Rajav que protegió a los espías posibilitando la conquista de la tierra de Israel, la profetiza y guerrera Dvorá, la aliada Yael que mató a Siserá, la profetiza Juldá que canonizó ciertos textos divinos antes desconocidos, Ester que salvo a Israel del decreto de Haman… y Yehudit, que a demas de dejarnos la tradición de comer queso en Janucá (Shuljan Aruj, Oraj Jaim 670:2) nos legó también una historia de una mujer valiente que con ingenio, devoción, entrega y valor logró redimir al pueblo judío de la mano del enemigo.
Este Janucá aparte de contar las hazañas de Matitiahu, el macabeo, y sus cinco hijos contemos también la historia de Yehudit y de todas las mujeres que con coraje y heroismo lideraron y líderan a nuestro pueblo “en aquellos días y en estos tiempos”.


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