Y después de Netanyahu … ¿Qué?

25 octubre, 2018
Foto GPO

Por Joseph Hodara
El próximo certamen electoral traerá algunos cambios, más no dramáticas sorpresas. Juzgo verosímil que Benjamín Netanyahu logrará algo más de treinta lugares en la Knéset, dejando muy atrás a la izquierda liberal que modeló significativamente a Israel medio siglo antes y dos décadas después de su creación. Supongo además que la naciente agrupación jefaturada por Benni Gantz, conquistará un considerable espacio sin tener un peso decisivo en la formación del nuevo gobierno, y que la coalición que representa en la Knéset a la ascendente minoría árabe-israelí conquistará al menos un lugar parlamentario adicional.
Anticipo, por otro parte, que la ortodoxia no sionista continuará formando parte de la coalición si las leyes que liberan a sus partidarios del servicio militar se mantienen sin cambios. Y es previsible, en fin, que Liberman y Bennett mantendrán su fuerza actual a expensas de Kahalón y Lapid. Este último, sin embargo, intentará insertarse en la coalición gubernamental a fin de resistir un colapso personal y partidario.
¿Cómo gravitarán estas probables tendencias en la trayectoria política de Netanyahu?
Considerando previsibles fragilidades inherentes a su edad, los efectos negativos de un probable juicio público, el recrudecimiento de rivalidades dentro del Likud, y. en fin, el verosímil fortalecimiento de los demócratas en la arena política norteamericana –  anticipo que se verá reducido su ascendiente  en el curso de los próximos cuatro años, sin menoscabo de la perspectiva de asumir el cargo presidencial a mediados de la próxima década.
En estas circunstancias, ¿qué escenarios y tendencias cabe imaginar y cómo gravitarán en el devenir de Israel?
Claramente, quien escribe sabe que esta pregunta conduce a una tarea atrevida. Juzga sin embargo que su itinerario personal y académico le respaldan en grado razonable y que la importancia del asunto es suficiente motivo para aventurarse en este empeño con la brevedad debida a estas páginas.
Distingo así dos virajes en la estructura política y económica de Israel que se complementan con seis escenarios que apretadamente señalaré.
El primero: el liberalismo como régimen socioeconómico gravitará en los próximos años con superior fuerza en el país tornando más desigual y desequilibrada la distribución del ingreso nacional.
Esta tendencia será favorecida por los siguientes factores:

  • la promoción y venta de estratégicas innovaciones tecnológicas que encontrarán amplios mercados en el exterior.
  • el aumento y la diversificación de las exportaciones militares (de momento Israel ocupa el cuarto lugar mundial en este renglón).
  • los considerables beneficios derivados de Leviathán yTamar que suministrarán gas desde el año próximo a Egipto y a varios países bañados por el Mediterráneo.
  • el estrechamiento de vínculos comerciales y militares con Arabia Saudita con el propósito de neutralizar la amenaza iraní. Riad animará este entendimiento por carecer de recursos militares no convencionales que estarían en poder de Teherán. A cambio, Jerusalén asegurará el abastecimiento de energéticos.

La suma de estas circunstancias elevará en Israel el ingreso por habitante que ya hoy supera los 40 mil dólares, cifra que deja muy atrás a países africanos, latinoamericanos, y a algunos europeos como España, Italia Polonia y otros.   Pero su reparto se tornará más desigual en favor del decil superior de la sociedad israelí conforme a imperativos y directrices del neoliberalismo.
Así, al lado de actores como Nir Barkat, Naftali Bennett, Ehud Barak, y el propio Netanyahu, que hoy se cuentan entre los políticos que gozan altos ingresos personales   – se sumarán grupos privados que controlan las empresas nacionales y mixtas que regulan los mercados tecnológicos y financieros.
El segundo viraje alude a mudanzas importantes en el ejercicio del poder. No sólo su equilibrado y dialéctico reparto profesado por Montesquieu se verá perturbado en favor del gobierno y de la mayoría parlamentaria; anticipo que los medios – la prensa y los electrónicos además de la Suprema Corte – lidiarán crecientemente con controles significativos derivados de esta circunstancia.
Juzgo que estas dos tendencias tomarán vigor en los próximos años aparejando resultados importantes en variados terrenos de la vida israelí. Haré aquí breve referencia a seis de ellos, quedándome muy lejos de agotar el tema.
El primer escenario alude al previsible aumento de la población judía en Judea y Samaria, territorios que de momento la autoridad militar los administra. Anticipo que en los próximos años superará el medio millón de pobladores que hoy los habitan. Tanto impulsos ideológicos como los bajos costos relativos de las viviendas animarán esta tendencia, que también incluirá- por razones económicas- a ciudadanos alejados del credo nacionalista y colonizador.
El segundo:  la creciente gravitación de la ortodoxia religiosa no sionista en la sociedad civil. Hoy constituye alrededor del 15 por ciento de la población judía en Israel. Estimaciones demográficas confiables sugieren que hacia 2030 representarán la quinta parte de ella. Un incremento que habrá de gravitar en los certámenes electorales sin cambiar sustancialmente su mínimo peso en la economía y en la capacidad tecno-militar del país. Por su importancia en las coaliciones gubernamentales logrará preservar – incluso ampliar – prácticas, ceremonias y obligaciones religiosas en la sociedad civil. Y sin adoptar  el credo sionista la ortodoxia continuará extendiendo apoyo ideológico y político a la expansión territorial predicada por grupos de extrema derecha.
Tercer escenario: es probable que el servicio militar hoy obligatorio se tornará en los años venideros más selectivo con franca tendencia a profesionalizarse. Los progresos en materia cibernética y digital, cambios de valores en la juventud, y mudanzas tecnológicas inducirán esta transición.
El cuarto:  los árabes israelíes- hoy veinte porciento de la población-  adquirirán superior conciencia política y aumentarán el peso en la fuerza laboral – especialmente en la construcción. Su presencia  parlamentaria se ampliará hasta constituir un componente importante en la oposición. Sin embargo, seguirán revelando moderada disposición a respaldar sustancialmente a la población palestina que habita Judea y Samaria.
Quinto –  las   dos diásporas – la judía y la israelí –  se convertirán en grupos de presión con respecto al gobierno por razones desiguales. La primera- que hoy cuenta cinco millones con coeficientes de natalidad declinantes-  multiplicará sus objeciones al unilateral ascendiente de la ortodoxia rabínica en Israel. Se trata de un hecho que no sólo lesiona la libertad de credos en el país y las innovaciones en la filosofía hebrea; además pone en riesgo la libertad y la tolerancia que hoy los países ofrecen a los judíos.
Por otra parte, la diáspora israelí- hoy bordea el millón de jóvenes moradores en New York, Berlín, Los Ángeles y otras urbes –  asumirá posturas ambivalentes respecto al centro nacional. Por un lado, habrá de identificarse con los intereses y los estilos de vida de la burguesía dominante en Israel; del otro, multiplicará sus objeciones y resistencias a cualquier régimen opresivo contra la población palestina tanto por convicciones ideológicas como para evitar el descrédito en los países que habitan.
Finalmente, con la densidad demográfica más alta del mundo y sin industrias importantes Gaza continuará agrediendo el sur y el centro de Israel y la frontera con Egipto. Cabe anticipar que ambos países – con respaldo internacional – ayudarán finalmente a la creación de un puerto y de actividades conexas, además de facilitar la migración a países localizados en la península árabe.
En suma: virajes y escenarios que obligan la sostenida atención de la sociedad israelí si en verdad aspira a preservar y ampliar su creativa presencia en un mundo abrumado por la violencia y las incertidumbres. www.josephodara.com
 
 
 

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