Vuelve la polémica de las conversiones a la Knéset

24 mayo, 2018

Nuevo intento de crear un comité a cargo del primer ministro

Se espera que una propuesta de ley para regular las conversiones estatales en Israel y el reconocimiento de las conversiones judías en el exterior regrese a la Knéset pronto, casi un año después de que desencadenó una crisis en la coalición.
Recientemente se presentó un nuevo borrador del proyecto de ley al primer ministro Biniamín Netanyahu, pero lo que se pretende que sea un acuerdo de compromiso probablemente reactive la disputa.
Según las recomendaciones hechas por un equipo especial dirigido por el ex ministro de justicia Moshe Nissim, las conversiones estatales recibirán estatus legal por primera vez, garantizando que solo el Estado pueda realizar conversiones a través de tribunales rabínicos ortodoxos y en línea con la Halajá (ley judía).
La nueva autoridad, sin embargo, está destinada a evitar que los rabinos conservadores y reformistas realicen conversiones en Israel, así como garantizar que los convertidos por reformistas y conservadores no sean reconocidos por los cuerpos estatales como judíos, ni en asuntos de religión (como el matrimonio en el Rabinato) ni para recibir un estado legal (como la ciudadanía basada en el derecho de retorno).
Los tribunales de conversión ortodoxos privados -desde el del rabino ultraortodoxo Nissim Karelitz hasta el religioso-sionista Giyur Ka’Halaja- también se verán afectados por la medida. La Corte Suprema ya ha determinado que sus conversiones serán reconocidas por asuntos civiles, y esperaba que en el futuro el Gran Rabinato reconocería también los matrimonios instituidos por ellos.
Pero los ultraortodoxos también tienen objeciones a la propuesta, ya que como parte del compromiso, la nueva autoridad de conversiones será independiente y no estará sujeta al Gran Rabinato, y el jefe será elegido por el primer ministro.
Por otra parte, mientras que los jueces rabínicos que realizan las conversiones serán ortodoxos, serán designados por un comité encabezado por el primer ministro o su representante, en el que no habrá sólo ortodoxos o mayoría ultra-ortodoxa, y los movimientos reformista y conservador tendrán una voz.
La nueva autoridad de conversiones también podrá reconocer matrimonios religiosos de conversos judíos, lo que debilitará aún más al Gran Rabinato, actualmente el único órgano con tal autoridad.
Si el proyecto de ley se convierte en ley, el Gran Rabinato ya no podrá retrasar el matrimonio religioso debido a la duda sobre la validez de su conversión. Cualquier apelación sobre el proceso de conversión será discutida por un tribunal rabínico superior, que se establecerá dentro de la nueva autoridad de conversiones, y sus decisiones serán definitivas.
Las conversiones realizadas por una comunidad judía reconocida en el extranjero serán reconocidas por asuntos legales, como la ley del retorno, ya sea que hayan sido realizados por tribunales rabínicos ortodoxos según la Halajá o no, de acuerdo con un fallo de la Corte Suprema de 2016 sobre el asunto.
Sin embargo, la propuesta de ley señala que “el ministro del Interior, en consulta con el primer ministro, puede prescribir en las normas las reglas y condiciones que evitarán el uso indebido de la conversión con el fin de obtener derechos económicos o por cualquier otra razón que no sea el deseo de unirse al pueblo judío”.
El Movimiento Reformista reaccionó a la propuesta con emociones encontradas. El director ejecutivo del movimiento Gilad Kariv declaró que “naturalmente, nosotros no apoyamos la idea de tener sólo una opción para la conversión en Israel. Sin embargo, damos la bienvenida al pleno reconocimiento de las conversiones reformistas en la diáspora y la seguridad a los convertidos en Israel que ya son ciudadanos. Además, acogemos con beneplácito el aparente reconocimiento de la necesidad de minimizar drásticamente la influencia del Gran Rabinato sobre las conversiones, a la luz de la postura estricta de esta institución hacia los que intentaron convertirse en las últimas décadas”.
El Prof. Aviad Hacohen, presidente del Colegio Shaarei Mishpat, también expresó su preocupación de que los políticos ultraortodoxos torpedearían la legislación.
“El ex ministro Moshe Nissim hizo un trabajo sagrado y escribió un importante informe. El solo hecho de que ninguno de los lados implicados está disconforme muestra que estas son conclusiones dignas y equilibradas”, dijo Hacohen, quien investigó el tema de las conversiones y representó a conversos cuya judeidad no fue reconocida en los casos de la Corte Suprema.
“Como siempre, es seguro asumir que los funcionarios políticos, cada uno de su dirección, frustrarán la implementación del informe, y es una pena. Ya es hora de superar las pequeñas y estrechas consideraciones y tener una política inclusiva hacia los conversos, ya que es apropiado para un país cuyos valores son judíos y democráticos”, agregó. ■

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